Oksana Makar fue violada en varias ocasiones y, para evitar ser denunciados, sus agresores la estrangularon y quemaron su cuerpo, que fue abandonado en un solar. Pero la joven, que fue descubierta por una vecina, logró sobrevivir y se debatió durante tres semanas entre la vida y la muerte.
El asesinato, el pasado 29 de marzo, de la joven de 18 años Oksana Makar, que fue violada y estrangulada por tres chicos de buena familia en la ciudad de Nikoláyev, ha provocado una ola de indignación en la sociedad ucraniana, que está cansada de la corrupción, los escandalosos privilegios de unos pocos y la impunidad con la que actúan los poderosos, que controlan a la policía y la justicia del ex país soviético. El crimen de Oksana Makar fue cometido por Maxim Prisiazhniuk, de 23 años e hijo de un diputado de la Asamblea municipal de Nikoláyev, y dos amigos suyos, Yevgueni Krasnoshchek y Artiom Pogosián, de 23 y 21 años, respectivamente.
Estos tres individuos hacen parte de los denominados ‘mazhori’, que es como llaman los ucranianos a los hijos de las familias pudientes. En España se les llamaría ‘pijos’. Según los investigadores, la joven fue agredida salvajemente por los tres implicados después de haber participado a una manifestación con motivo del 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer. Los presuntos asesinos violaron a la víctima en varias ocasiones y para evitar que los denunciara, la estrangularon y quemaron su cuerpo, que fue abandonado en su solar. Pero la joven, que fue descubierta por una vecina, logró sobrevivir y se debatió durante tres semanas entre la vida y la muerte. Los presuntos autores de este espeluznante crimen fueron detenidos, pero puestos enseguida en libertad.
Se acaba la paciencia
Pero en esta ocasión se le acabó la paciencia a la población de Nikoláyev, una localidad industrial de casi un millón de habitantes que se dedica a la construcción naval. El descontento popular obligó a la policía a detener de nuevo a los tres implicados. El presidente del país, Viktor Yanukóvich, condenó lo ocurrido y la Fiscalía del Estado y del Ministerio del Interior tuvo que tomar cartas en el asunto y denunciar la “falta de profesionalidad” de la investigación policial y la instrucción judicial. Los tres detenidos podrían ser condenados a cadena perpetua. En la primera detención, los tres jóvenes fueron solamente interrogados durante unas pocas horas en comisaría y después puestos en libertad sin que se presentaran cargos contra ellos.
La ola de indignación empezó en Nikoláyev y se extendió a la capital de Ucrania, Kiev, y otras ciudades como Donetsk y Lvov, donde se celebración manifestaciones. Según diversas fuentes, este trágico suceso no es más que la punta del iceberg de lo que ocurre en Ucrania, un país que en términos de corrupción ocupa el puesto 152, según la ONG ‘Transparency International’. Lo reconoció el propio ministro del Interior, Vitali Zajarchenko, a juicio de quien, crímenes como el cometido en Nikoláyev se están cometiendo en “proporciones alarmantes”. Lo que no contó el ministro es que a los hijos de la nomenclatura poscomunista ucraniana las fechorías que cometen, en la mayoría de los casos, les salen gratis. Da igual que se líen a tiros en plena calle, organicen carreras de coches ilegales o se emborrachen y agredan a ciudadanos de a pie; la mayoría de veces la justicia los deja en libertad y en muchos casos es la propia policía la que ni siquiera los lleva a declarar ante un juez.