lunes, 3 de mayo de 2010

Ucrania vista por Yunist Donbasa


Ucrania vista por Yunist Donbasa



El conjunto presenta el folclore del país y su riqueza musical

El conjunto ucraniano de danza Yunist Donbasa actúa en Asturias para dar a conocer el folclore de su país. El grupo, creado en 1958, destaca por la gran destreza de sus bailarines, que ponen ritmo a la música popular a través de sus coreografías. Desde 1997 está dirigido por Leonidas Sulkovsky y está integrado actualmente por 50 bailarines y 12 músicos.

Dicha tradición musical es una de las más ricas de Europa tanto en su vertiente cantada como bailada. Además, incluyen en su repertorio danzas de países vecinos como Rusia.

Yunist Donbasa ha realizado numerosas giras por Taiwán, Estados Unidos, Portugal, Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Hungría, Rumanía y España.

La CE insta a Ucrania a continuar con las reformas de su sector energético

La Comisión Europea instó hoy a Ucrania a que continúe con su programa de reformas para modernizar su mercado interno del gas y hacerlo más transparente.
"Es importante que Ucrania continúe con la reforma de modernización del mercado interior del gas para asegurarnos de que es más transparente", indicó en rueda de prensa la portavoz de Energía de la CE, Marlene Holzner.
Según Holzner, esto "facilitará la participación de la industria europea".
La portavoz comunitaria se pronunció en estos términos preguntada al respecto del proyecto de fusión del gigante ruso Gazprom con la ucraniana Naftogaz.
El primer ministro ruso, Vladímir Putin, propuso la semana pasada al Gobierno de Kiev fusionar estas dos compañías gasísticas nacionales, operación de la que Bruselas sólo tiene conocimiento por la prensa ya que no ha recibido detalles oficiales, confirmó Holzner.
"No tenemos detalles más allá de los artículos de prensa", aseguró y dijo que la UE se limita a "tomar nota".
Lo que sí dejo claro la portavoz comunitaria es que se trata de una "decisión interna de los gobiernos implicados".
En la UE, preocupan las consecuencias que esta fusión pueda tener para el abastecimiento europeo, en un contexto de fuerte dependencia del exterior, ya que Rusia y Ucrania son los dos principales países de suministro y tránsito de las importaciones de gas.
En concreto, la UE recibe a través de Ucrania el 80 por ciento del gas que compra a Rusia (que representa un 25 por ciento del que consume).
Las constantes disputas comerciales entre Kiev y Moscú han causado importantes problemas de suministro a la UE en repetidas ocasiones, la última el invierno de 2009 cuando el bombeo hacia Europa quedó interrumpido y afectó a varios países comunitarios.
Desde entonces, la Unión se ha esforzado por asistir a Ucrania en su búsqueda de fondos para financiar las reformas de su sector energético y ha insistido en la necesidad de garantizar la transparencia a fin de mantener la confianza europea. EFE

Hotel "Ucrania", un festín de realismo socialista

A los pies del mundo

Unifam, la patronal de la industria de la alfombra y la moqueta crevillentina, ha desarrollado en el primer cuatrimestre del año el Plan de Promoción Exterior de este producto genuinamente crevillentino. Las actuaciones, se han llevado a cabo a través de 'stands' agrupados en las ferias de Hannover (Alemania), Kiev (Ucrania) y Jedadah (Arabia Saudí).
El contenido del Plan de Promoción Exterior, está orientado, según el gerente de Unifam, Eduardo Díaz, a conseguir un equilibrio promocional entre mercados emergentes, con un potencial muy elevado de demanda, y destinos tradicionales ya consolidados, que han experimentado un crecimiento sostenible tras la recesión de 2009.
La primera de las actuaciones tuvo lugar en los primeros días de enero en Hannover, donde Unifam con un 'stand' agrupado, se hacía presente con doce de sus empresas asociadas en Domontex, la feria internacional más significativa del sector a nivel mundial.
De Alemania, Unifam se trasladó a Ucrania, en concreto a su capital, Kiev, para participar en Kievbuild, una feria con un perfil diferente a Domotex; menos internacional y más doméstica, dirigida a una zona emergente como es Ucrania, con alto potencial de demanda y con muchas posibilidades comerciales.
El desarrollo del certamen permitió realizar 60 contactos, que, según Eduardo Díaz, «quedaron muy satisfechos e impresionados por la gran variedad e innovación del producto expuesto».
Desde el punto de vista comercial, el gerente de Unifam manifestaba que se trata de una zona en la que a los problemas habituales se suman a las dificultades de importación por lo que adquiere gran importancia la figura comercial del distribuidor.
En los primeros días de abril, Unifam se desplazaba a Arabia Saudí para participar en SBIE. Arabia Saudí, indicaba Eduardo Díaz, es uno de los destinos más florecientes del Golfo Pérsico y con mayor estabilidad financiera. Su crecimiento es constante y su nivel adquisitivo es el más elevado de la zona, lo que le convierte «en un mercado idóneo para la alfombra y moqueta crevillentina».
A la conclusión de los certámenes, Unifam, según explicó su gerente, «ha proporcionando a las empresas una información muy relevante sobre potenciales clientes del mercado».
Al mismo tiempo, se ha acentuado la labor comercial para «estrechar relaciones» a través de visitas organizadas a las empresas.

La 'revolución' del lujo invade el hotel Ucrania

Daniel Utrilla (corresponsal) | Moscú
Actualizado lunes 03/05/2010 11:23 horas
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¿Es venta o castillo?, se preguntaría Don Quijote sin tenerlo del todo claro ante la espigada fachada del hotel Ucrania, una solución intermedia entre fortaleza transilvana y rascacielos de Gotham City.

El hotel Ucrania de Moscú, levantado entre 1949 y 1957 como uno de los siete rascacielos o 'tartas de boda' del estalinismo, acaba de reabrir sus puertas tras someterse a una delicada operación quirúrgica. La colosal y austera 'posada' soviética es ahora un imponente hotel de lujo que conserva restos de la estética bolchevique como si fueran valiosas piezas de museo de un pasado faraónico.

Bajo la batuta del grupo hotelero Rezidor, el hotel de origen soviético ha sido 'corroído' por el lujo. Su remodelación ha durado tres años, costó 300 millones de dólares y ha sido supervisada con lupa por el departamento de Patrimonio Histórico y Cultural de Moscú, que en 2005 lo declaró monumento histórico y lo privatizó en una subasta pública. Aunque no perderá su nombre original, el hotel se presenta como un eslabón de la cadena Radisson Royal.

El edificio fue comprado por 275 millones de dólares pero la operación incluía una condición: que sus nuevos amos lo sometieran a una cuidadosa reforma que conservara su inconfundible fachada.

Su estampa escarpada y monumental, capaz de desatar los instintos alpinistas de Spiderman o King Kong, no ha cambiado desde que se inauguró en 1957. El mismo año en que la URSS lanzó al espacio el primer satélite artificial (Sputnik), la imponente aguja del hotel Ucrania (73 metros de largo) se elevó sobre la mole de 35 plantas que se despliega como la estela petrificada de un cohete en fase de ignición.

Obra del arquitecto Arkadi Mordvinov, el Ucrania sigue siendo el hotel más alto de Europa con sus 206 metros de altura. La estética soviética está presente en la 'carcasa' (con gigantescas molduras y bajorrelieves de espigas y estrellas de cinco puntas), en las esculturas broncíneas de obreros y campesinos, y en los 1.200 cuadros que cuelgan en las habitaciones, la mayoría óleos de paisajes de la primera mitad del siglo XX. También se ha restaurado el fresco circular (10 metros de diámetro) del techo del hall, una joya del realismo socialista que representa una bucólica composición campesina en la Ucrania soviética.

Sin embargo, nada queda del hotel en sí, de aquellas habitaciones pequeñas de muebles rancios y alfombras rojas que caracterizaban al Ucrania. Hoy la habitación presidencial vale 500.000 rublos (unos 13.000 euros), mientras que la más barata no baja de 20.000 (510 euros).

"En la época soviética la comodidad era considerada algo burgués", aclara la guía, una joven rubia cuyo porte espigado no cuadra con el canon musculoso de las esculturas de bronce que representan a fornidas madres y campesinas, hoy apostadas junto a las tiendas de marcas de lujo que se insinúan por todo el hall.

Durante la era comunista, los visitantes que accedían al hall monumental del Ucrania creían haber penetrado en el Kremlin o en la ópera. Sin embargo, la 'grandeza' del vestíbulo (que se conserva casi como antaño) era la antesala a un mundo pequeño: una vez instalado en las habitaciones el ciudadano soviético se sentía como en casa, con la cama y el mobiliario espartano comprimidos en pequeños y austeros habitáculos.

La reconstrucción del Ucrania ha seguido una filosofía contraria a la de las 'komunalkas' (las viviendas comunales que el poder soviético obtenía troceando los espaciosos palacios aristocráticos para dar cabida a varias familias). Ahora se han tirado tabiques para fusionar los modestos habitáculos, dando lugar a números de amplitud aristocrática.

Sin modificar su superficie total (88.574 metros cuadrados) la remodelación ha reducido el número de habitaciones de más de mil a 505, cada una de ellas dotada con óleos exclusivos.

Desde lo alto del Ucrania, uno puede elegir entre otear las constelaciones u observar de cerca las gigantescas estrellas de cinco puntas que salpican la fachada, pegadas a los ventanales del restaurante-mirador 'Bono' como lapas cósmicas adosadas al parabrisas del Halcón Milenario.

Los 38 apartamentos exclusivos con cocina donde uno puede vivir aislado del resto de inquilinos son la antítesis del igualitarismo soviético. Lástima que no se haya conservado al menos una de las viejas habitaciones proletarias para poder percibir el contraste entre dos conceptos del mundo y de la hostelería. En un futuro muy muy lejano dicho cubículo habría tenido el mismo interés arqueológico que una cueva paleolítica.

Además de contar con una piscina olímpica y una flotilla de cinco yates-rompehielos-restaurante que surcan el Moskova incluso en invierno, el hotel consta de una biblioteca con una decena de ordenadores y libros en todos los idiomas. Ojo: en castellano, de momento sólo encontrará 'La colmena' de Camilo José Cela, 'Doña Perfecta' de Benito Pérez Galdós, además de 'La Hojarasca' y 'Relato de un náufrago' de Gabriel García Márquez. "Tenemos que traer el Quijote" sugiere la guía.

'Moscú no está a la venta'

La guinda 'retro' del hotel es la maqueta panorámica del centro de Moscú construida en 1977 que hoy puede contemplarse al fondo del hall. En sus 16 x 10 metros cabe todo el Kremlin y la Plaza Roja, generando en el observador una especie de síndrome de Gulliver. Cuando fue expuesta Nueva York el astronauta Neil Armstrong quiso comprarla, a lo que los soviéticos le respondieron "Moscú no está en venta". Hubo que esperar treinta años para que los nuevos propietarios del hotel la adquirieran a golpe de talonario en 2007.

A pocos metros se levanta el monumental ministerio de exteriores (otra de las siete 'tartas de boda'), que compite en altivez con el hotel Ucrania, rodeado por las nuevas torres futuristas de contornos azulados de la 'Moscow City' (el nuevo centro financiero de la capital) que amenazan con empequeñecer al que fue en su día el edificio más alto de Europa. Una de las añadiduras más curiosas del nuevo Ucrania es una sala para pedidas de mano situada en la última planta (¡qué vértigo!).

Más ruso que las 'matrioskas'

Kiev, domingo por la mañana. Cualquier estación es buena para pasear por esta ciudad de dimensiones todavía humanas, lo que a mi entender quiere decir que se ofrece a un andarín razonablemente esforzado, como conjunto y no como fragmento inconexo.


Si es primavera, los castaños estarán frondosos en el bulevar Tarás Shevchenko y los álamos dibujarán con nitidez la perspectiva que se abre frente al mercado de Besarabia y se pierde al descender hacia la plaza de la Victoria.

La meta es el Museo de Arte Ruso (Tereschenkovska, 9; www.museumru.kiev.ua), albergado en una de las mansiones que pertenecieron a la familia que da nombre a la calle. Los Teréschenko fueron industriales y mecenas del siglo XIX y principios del XX. Artemi, fundador de la dinastía, vendía pan y madera. Sus hijos Nikolái, Iván y Fiódor tenían ya fábricas de azúcar y coleccionaban arte, al igual que Varvara, hija de Nikolái, y esposa del jurista Bohdán Janenko. Tras la revolución bolchevique, las colecciones expropiadas pasaron a formar el núcleo de dos museos, el de arte ruso, y el Museo de los Janenko en el número 5 (fachada azul) y 15 (fachada rosa) de la calle. En él hay pinturas españolas (un velázquez, un zurbarán y un carreño de miranda), además de iconos bizantinos y alfombras y cerámicas persas.

Vigilantas lectoras

El interior del Museo de Arte Ruso es cálido, casi doméstico. El parqué cruje bajo los pies y la luz que se filtra por los ventanales se multiplica entre las vitrinas repletas de porcelana y cristalería. Las vigilantas leen, dormitan y aconsejan cómo circular entre los iconos y los paisajes de Vasili Polenov, Iván Ayvazovsky, Isaac Levitan o los hermanos Víctor y Apollinari Vasnetsov. Entre los retratos de Iván Kramskoy y los bosques de Iván Shishkin están las obras de Vasili Súrikov y de Iliá Répin, hermanas de otras dispersas en la galería Tretiakov de Moscú o el Museo Ruso de San Petersburgo.

La razón por la que vengo aquí se llama Vasili Vereschaguin (1842-1904), que fue pintor de batallas, viajero infatigable y minucioso cronista del vasto imperio zarista. Vereschaguin viajó por el Cáucaso y por Turkestán, participó en expediciones etnográficas y gestas coloniales como la defensa de la fortaleza de Samarkanda, recorrió las fronteras de China, luchó en la guerra ruso-turca (1877-1878), deambuló por el Himalaya y la India, visitó Siria, Palestina, además de Filipinas y Cuba, poco después de que estos dos territorios dejaran de ser colonias del imperio español. El artista pereció como había vivido. Al estallar la guerra ruso-japonesa, fue víctima de la explosión del acorazado Petropavlovsk, en Port Artur.

Inspirado por sus viajes, realizó series pictóricas de sobrecogedor realismo, impregnadas de literatura y de historia, y también de una luz única que parece aunar dimensiones meridionales, esteparias y asiáticas. En Kiev están varios óleos de la serie de los Balcanes, como Después de la victoria o Saqueadores (1878-1879), en el que los turcos se prueban los uniformes de los soldados rusos yacentes en el campo de batalla. Dos halcones representa a dos prisioneros turcos prestos a aprovechar la oportunidad de escapar. El colorido de los hombres amarrados entre sí contrasta con las lonas blancas del campamento y la imagen del centinela. Hay también apuntes del Himalaya, Cachemira y la India, montañas nevadas sobre un fondo de intenso azul, nieblas, lamas y templos budistas, y obra sobre sus estancias en el Cáucaso, incluido un "mártir voluntario" de la procesión chiita del Mojarrem en Shushá (en el Alto Karabaj, hoy ocupado por Armenia), que presenció y describió en 1865.

Pocas postales

El Museo de Arte Ruso es municipal y ofrece escaso surtido de postales y material de referencia. Las vigilantas están mal pagadas y cuando enferman no son sustituidas, por lo que en ocasiones hay salas cerradas al público. Con el tiempo, este museo se ha convertido para mí en la prueba de fuego de la sinceridad y el amor por su propia cultura de los rusos que, en calidad de políticos o tecnólogos electorales, participan en la vida de Ucrania. Rara vez estos "patriotas" obsesionados por el imperio perdido conocen este punto de referencia de su propia cultura en Kiev.

Desandamos lo andado y descendemos por el bulevar Shevchenko hasta la avenida Jreschátik, para enfilar la calle dedicada al arquitecto Gorodetski, el autor de la fascinante casa de las Quimeras (hoy residencia oficial del presidente de Ucrania). Llegamos a una plazoleta arropada por castaños y balcones nobles, un microcosmos urbano mágico donde está el café Voljonski, a dos pasos del teatro Iván Francó. Su director, Bohdán Stupka, entusiasma a los amantes del teatro, en Kiev, San Petersburgo y Varsovia, en ucraniano, en ruso y en polaco; y en cierto modo encarna esta atmósfera centroeuropea que en ocasiones parece flotar en Kiev.

¿Quiebran los países?

Cuando los ingresos y los pagos de un país no cuadran y la dinámica de la deuda pública se hace insostenible, hay tres modos posibles de cubrir este desequilibrio financiero: con un paquete de ayuda oficial internacional, con medidas de ajuste interno o con una reestructuración de la deuda.


No es descartable algún tipo de reestructuración de la deuda griega

El paquete de ayuda a Grecia anunciado inicialmente por los países de la eurozona y el FMI, por 45.000 millones de euros para 2010, parece insuficiente para restablecer la sostenibilidad de su deuda. Se están barajando importes más elevados, por más del doble, para garantizar los vencimientos de deuda previstos para los próximos tres años. De materializarse este programa, su éxito dependerá del tipo de interés aplicado, su impacto en los mercados y los planes de acompañamiento que se articulen.

En todo caso, la activación del apoyo oficial exige la adopción por parte de Grecia de mayores medidas de ajuste. Pero la capacidad de apretarse el cinturón tiene un límite: sin crecimiento no hay manera de reconducir la senda explosiva de la deuda.

No es descartable, pues, algún tipo de reestructuración de la deuda griega. Se habla de impago, quiebra, suspensión de pagos... En los últimos años, la experiencia de reestructuraciones soberanas es amplia y con una variada tipología (Ecuador, Rusia, Pakistán, Ucrania, Uruguay, Argentina). Sin embargo, el caso de Grecia es especial porque pertenece a una unión monetaria que emite moneda de reserva.

La modalidad más amigable para los acreedores son los acuerdos de renovación de vencimientos (rollover). Se han aplicado a casos de deuda interbancaria y a corto plazo, no tanto a deuda soberana, donde el problema es la fragmentación de los acreedores y las condiciones para la renovación de vencimientos. Su aplicación en el caso griego parece muy complicada.

La moratoria del servicio de la deuda, unilateral o acordada, es una medida temporal, mientras se gana tiempo para una solución más permanente.

Otra posibilidad es un intercambio de deuda negociado, con alargamiento de plazos. Puede implicar una quita sobre el principal de la deuda, aunque, en general, cuanto mayor es la quita, menor es la posibilidad de que los acreedores la acepten voluntariamente. Si la quita necesaria es alta, suelen ser procesos largos, penosos, que generan numerosos litigios en los tribunales internacionales. Los intercambios de deuda pueden ser previos o posteriores a la suspensión de pagos. Aquéllos tienden a ser más rápidos que éstos, pero suponen una quita menor, por lo que puede que no devuelvan la deuda a una senda sostenible.

La reestructuración de la deuda griega sería muy distinta si existe un paquete de ayuda previo del FMI. Si un país bajo programa del FMI reestructura su deuda, éste, como acreedor privilegiado, exigirá que negocie de buena fe con los acreedores, y podría incluso suspender el programa si esto no se cumple. En fin, la casuística es amplia, y las implicaciones sobre el euro, aunque siempre negativas, muy diferentes.