lunes, 12 de octubre de 2009

El partido gubernamental Rusia Unida vence en las elecciones moscovitas

Moscú. (dpa) - El partido gubernamental Rusia Unida, liderado por el alcalde de Moscú,Yuri Lushkov, ganó con claridad las elecciones comunales del domingo en la capital rusa, informaron la madrugada del lunes las agencias de noticias rusas. También en las restantes regiones de Rusia el partido gubernamental está obteniendo una clara ventaja a medida que se realiza el recuento de votos.

Después de evaluar más del 77 por ciento de los votos en Moscú, sólo dos partidos tienen posibilidades de participar en el gobierno de la ciudad más grande de Europa: Rusia Unida con el 65,8 por ciento de los votos y los comunistas con el 13,2 por ciento.

Los partidos restantes, entre los que se cuenta el partido liberal Yabloko, hasta ahora representado por dos legisladores, no lograron superar el límite necesario del siete por ciento, agregó Interfax. La participación electoral se situó en el 35 por ciento. Lushkov gobierna Moscú desde hace 17 años.

Las elecciones comunales de Moscú y de vastas regiones de Rusia se vieron ensombrecidas una vez más por acusaciones de fraude y obstaculización por parte de la oposición. En Moscú, el partido Yabloko se refirió a "fraude extremo" a favor de Lushkov. La comisión electoral había negado a la oposición crítica al Kremlin la posibilidad de registrarse.

La capital rusa tiene un presupuesto anual de más de 24.000 millones de euros (35.370 millones de dólares), el mismo presupuesto de Ucrania. Por ese motivo es especialmente importante la elección en el centro del poder del país. En total, el domingo estaban convocadas a votar 30 millones de personas en 75 unidades administrativas.

Por primera vez, se celebraron elecciones comunales también en Chechenia y otras regiones del Cáucaso Norte, que, aunque con excepciones de pequeños incidentes, se llevaron a cabo sin problemas. En todo el país hubo una importante intervención de fuerzas de seguridad para garantizar los comicios. Sólo en Moscú participaron 20.000 policías y unidades especiales del Ministerio del Interior.

Kaczynski firma el Tratado de Lisboa y deja a Klaus como único obstáculo de las reformas

Kaczynski firma el Tratado de Lisboa y deja a Klaus como único obstáculo de las reformas
A las doce del mediodía de ayer, el presidente de la república de Polonia, Lech Kaczysnki, estampó su firma en el instrumento de ratificación del Tratado de Lisboa. La solemne ceremonia tenía lugar en Varsovia 557 días después de que el Parlamento polaco hubiera aprobado esta ratificación, más de año y medio de retraso que ha mantenido en vilo a las demás capitales europeas.
El presidente polaco aprovechó la ocasión para recordar que su país mantendrá su independencia dentro del proyecto europeo y que al mismo tiempo éste debe permanecer abierto a la integración de países como Ucrania y Georgia.
La ceremonia deja al presidente checo, Vaclav Klaus, en una incómoda situación, como el único que se niega a firmar una ratificación que ya han aprobado las dos cámaras del parlamento de su país.
Los gemelos
Kaczynski y su influyente hermano gemelo, antiguo primer ministro, no habían ocultado nunca sus reservas hacia este tratado que resalta cualitativamente el poder de las instituciones europeas, pero también habían admitido que firmarían en cuanto los irlandeses hubieran dado su aprobación en un segundo referéndum. Durante mucho tiempo, este pretexto parecía una amenaza porque no había nada más incierto que el resultado de la consulta en Irlanda. Una vez que la semana pasada un 70 por ciento de los votantes diera su aprobación al texto, no había escapatoria para Kaczynski.
La ceremonia comenzó con un capítulo de incertidumbre añadida, porque el bolígrafo que habían preparado los servicios de protocolo se rompió, de modo que hubo que interrumpir el ceremonial y buscar un segundo instrumento de escritura. Conociendo las reticencias del presidente polaco, los portavoces oficiales tuvieron que aclarar que el accidente «no estaba previsto». Kaczynski intervino como si se tratase casi una celebración. «Sin complejos y sin miedo -dijo- hemos optado por una mayor integración en la Unión Europea, porque nos sentimos bien, confiados en esta comunidad. La Unión va a seguir siendo una asociación de estados soberanos, a la que ahora podremos añadir una mayor cooperación». El presidente polaco expresó abiertamente su reivindicación de que otros países del antiguo bloque soviético, con los que Polonia está muy vinculada, puedan ser un día socios de pleno derecho de la UE. «La Unión es una experiencia extraordinariamente exitosa que no puede cerrar sus puertas a otros, no solo en los Balcanes, sino que estoy hablando de Ucrania y Georgia. Cuando llegue el momento, la UE no puede decirle que «no» a esos países».
Presencia inusual
A la ceremonia de la firma asistieron, además el actual primer ministro polaco, Donald Tusk (ferviente europeísta), el actual presidente del Consejo, el primer ministro sueco, Frederik Reindfeldt, el de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, y el del Parlamento Europeo, el ex primer ministro polaco Jerzy Buzek. La presencia inusual de los representantes de las instituciones europeas se interpreta como un mensaje claro hacia Klaus, que ahora personifica el único obstáculo del tratado que debe resolver las incertidumbres institucionales en la UE. Sin su firma, o incluso sin saber cuándo puede producirse esa firma, el rompecabezas de la nueva comisión y los dos nuevos nombramientos de presidente permanente del Consejo y de Alto Representante, son todavía una incógnita.
Llama la atención el papel tan activo que está adoptando en sus primeras semanas de mandato el nuevo presidente del Parlamento europeo. Jerzy Buzek ha usado de su indudable influencia en su país de origen y no se puede ocultar que en el hecho de que Kaczynski haya accedido a firmar ayer han tenido mucho que ver sus buenos oficios.