lunes, 13 de abril de 2009

Las oenegés luchan por mantener pese a la crisis el número de familias de acogida

Lo que aquí, en este meandro del Pisuerga llamamos crisis, puede traducirse en una sonrisa rota en el Sahara, un verano triste en Ucrania, un menor sin familia que lo acoja. Así están las cosas. La recesión económica también le da zarpazos a la solidaridad, y oenegés y colectivos implicados en la asistencia al prójimo comienzan a pedir parte de la ayuda que hasta ahora estaban acostumbrados a prestar. Solicitan, en tiempos turbulentos como éste, manos y bolsillos con los que sacar adelante sus programas, con los que proseguir sus campañas solidarias. Porque, en tiempos complicados como éste, las necesidades se multiplican y hay que trabajar por que las soluciones no desfallezcan.
Lo sabe María Jesús Cid, presidenta de Ven con nosotros, asociación que reúne a familias vallisoletanas dispuestas a acoger durante el verano a niños ucranianos, víctimas inocentes de la tragedia nuclear de Chernobil. ¿Influye la crisis? «Entre las familias veteranas, no. Los lazos que se crean con los niños son tan fuertes, te implicas tanto, que no puedes decir que no. Te puedes quitar de otras cosas -yo por ejemplo este año no voy de vacaciones-, pero no dejas de acoger a un niño», explica Cid. Donde sí que parece anidar la crisis es en las familias que vienen pensado en albergar a un niño ucraniano por primera vez. «Claro que influye. Hay un caso concreto de una familia que estaba dispuesta a acoger y que al final se echó atrás porque no podía hacer frente a los pagos. Nosotros somos una oenegé, pero los niños no vienen gratis». Los socios de Ven con nosotros pagan una cuota de 9 euros al mes «y desgraciadamente no podemos optar a subvenciones». Se financian, sobre todo, con lo que sacan de la venta navideña de lotería. Este año se ha roto la racha. Hasta este último sorteo, siempre había tocado algo del premio, «con lo que a lo que recaudábamos se sumaba una pequeña cantidad de aquellos que renunciaban a cobrar lo que les había tocado». Con ese dinero de las cuotas, con lo recaudado, se financia parte del vuelo desde Ucrania. El resto, a escote. Así que hay familias que, después de echar sus cuentas, deciden no participar con esta iniciativa solidaria.
María Jesús y José María, su pareja, lo tienen claro. Van a repetir. Su casa de Santovenia está llena de recuerdos de Yuri (11 años la primera vez que vino) y Valia (7 años cuando estrenó paseos por Valladolid). Hoy ya son mayores de edad, así que no pueden acogerse a este programa. «Nosotros hemos luchado por adoptarlos, pero es imposible. Ahora estamos intentando que vengan con contrato de trabajo, para estudiar, como monitores...», comenta María Jesús, que se prepara, no obstante, para recibir a Sergyi, de 15 años.
Llegará a Valladolid el 13 de junio y pasará aquí el verano, hasta el 5 de septiembre, con otros 40 niños de Ucrania. Proceden de orfanatos o de familias con problemas. Y no todos tienen asegurada una vivienda en Valladolid. Hacen falta familias. «La asociación cierra el plazo a finales de enero, pero siempre damos opción de que si alguien está interesado pueda apuntarse a última hora. Y lo necesitamos. Necesitamos familias para acoger a los pequeños».
Diez hogares
Alejandra Scalabrini, de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, hace un llamamiento similar. «Necesitamos diez familias». En el año 2003 llegaron a Castilla y León más de 600 chavales. El año pasado fueron 450. Para este 2009 quieren recuperar el pulso y que los aviones lleguen llenos, repletos, abarrotados con cien niños saharauis más. Sólo en Valladolid quieren acoger a cerca de cien (cuando el año pasado fueron 80). Es un reto, tal y como está la situación económica, pero esperan conseguirlo. «Se crean unos vínculos muy fuertes, no sólo de cariño, sino también económicos. Cuando acoges a un niño, intentas que la ayuda no sea sólo en verano, sino que el vínculo se mantiene durante todo el año y puedes enviar dinero o ayudar a la familia entera allí en el Sahara. Por eso, en ocasiones, cuando el niño crece y ya no puede venir más (las edades, en principio, son de 7 a 12 años), es más difícil que la familia acoja a otro niño, porque el vínculo con el anterior se mantiene».

La inmigración de África y Europa del Este eleva en 8.000 los extranjeros censados en Valencia

¿Qué tiene Valencia que cada vez atrae a más extranjeros? En la ciudad viven actualmente 825.440 vecinos, de los cuales 126.326 no son españoles y han buscado en la capital del Turia un lugar donde vivir y trabajar, a pesar de la actual crisis económica.

Este año las cifras se han incrementado y ya son casi 8.000 más los extranjeros que han elegido Valencia, en su mayoría proceden de países del Este y africanos.

Actualmente 11.350 rumanos están empadronados en la ciudad, mientras que el año pasado eran 9.800. De igual forma ocurre con los llegados desde Ucrania. 2.045 están censados en el padrón municipal, mientras que 1.900 lo estaban el año pasado.

Este grupo ha llegado a la ciudad con fuerza y buscan un área donde trabajar. Gran número lo hacen como aparcacoches, otros han conseguido empleos más dignos en hostelería y como personal de limpieza de hogar y otros, dependiendo de la temporada, trabajan en la recogida de hortalizas o fruta.

Junto a los países del Este, los extranjeros procedentes de Marruecos también han aumentado y han pasado de 3.200 marroquíes en 2008 a 3.567 censados este año.

Los ciudadanos chinos también están muy volcados con Valencia y han pasado de 3.900 a 4.589.

Desde hace varios años en cada barrio hay una verdulería o una frutería con precios muchos más económicos. La gran mayoría están regentados por ciudadanos indios o pakistaníes. Su población también se ha incrementado y de 3.900 han pasado a 4.589 ciudadanos procedentes de China. Mientras que los indios también han subido y de 1.400 que había el año pasado ahora son más de 1.700.

La población de Valencia ha tenido una tendencia alcista en los últimos ocho años, desde 2000, como consecuencia de la llegada de nuevos vecinos extranjeros. Pese a todo, los incrementos nunca han sido excesivamente elevados, ya que a la vez la capital ha sufrido en las últimas dos décadas una huida constante de personas hacia nuevas zonas residenciales del área metropolitana y otras poblaciones, una tendencia acentuada con el boom inmobiliario y el encarecimiento de los pisos situados en Valencia. El grupo político de la oposición ha denunciado en reiteradas ocasiones que el precio de la vivienda estaba invitando a los ciudadanos a buscar un lugar donde poder residir fuera de Valencia y eso es lo que ha estado ocurriendo en los últimos años. Poblaciones próximas han estado recibiendo en los últimos años a vecinos que dejaban la capital por su elevado nivel de vida.

Pero si el censo ha aumentado por extranjeros, quienes lideran el ranking son los 15.795 ecuatorianos y los 15.400 bolivianos.

Extranjeros muy próximos y que han aumentado este año su censo son los italianos. En 2008 eran 5.300 y ahora ya superan los 6.000. Los franceses también han aumentado sus cifras de 2.400 a más de 2.600 censados.

Pero si unos son mayoritarios hay otros que no sólo no lo son, sino que son los representantes de su país como es el caso del único jamaicano censado en Valencia, el kuwaití, el malavo o el procedentes de las islas Maldivas. Todos ellos con ganas de buscar un hueco en la ciudad e integrarse en las costumbres y vida valenciana y con intención de invitar a sus conciudadanos para emprender una nueva vida en Valencia.


Población controlada
El Ayuntamiento de Valencia, sin embargo, no quiere que la ciudad se masifique, por eso el equipo de Gobierno ha pensado en una urbe sin una población millonaria.

En el horizonte de los próximos 15 años, Valencia se convertirá en una ciudad pensada para un máximo de 890.000 vecinos y así se ha recogido en los documentos del Plan General de Ordenación Urbana, a punto de ponerse en marcha en la ciudad.

En un principio se barajó la posibilidad de superar la barrera del millón de habitantes, pero el concejal de Urbanismo, Jorge Bellver, descartó esta posibilidad y decidió contener el crecimiento físico.

El recuento de votos en Moldavia se realizará el miércoles

CHISINAU (Reuters) - Las autoridades electorales de Moldavia han designado un solo día, el miércoles, para realizar el recuento de los votos de las disputadas elecciones legislativas, después de que el presidente del ex estado soviético lo solicitara para calmar unos violentos disturbios.

Los partidos de oposición de Moldavia, liberales y pro-occidentales, denunciaron un fraude en las listas de votantes elaboradas por el gobernante Partido Comunista, que la semana pasada arrasó en las elecciones parlamentarias del país situado entre Rumanía y Ucrania.

El Tribunal Constitucional ordenó el fin de semana a la Comisión Electoral Central que proceda al recuento de los votos tras la solicitud del veterano presidente, Vladimir Voronin.

Voronin acusa a sus oponentes de organizar las violentas protestas como parte de un complot para un golpe de Estado auspiciado por Rumanía, pero ha solicitado el recuento argumentando que ayudaría a restablecer la confianza.

La oposición exige nuevas elecciones y ha evitado hacer llamamientos a más actos de violencia.

"En el procedimiento se tardará un solo día", dijo el lunes a los periodistas Eugeniu Stirbu, presidente de la Comisión Electoral Central, después de que el tribunal decidiera aprobar el recuento. Informó de que los consejos distritales contarían los votos y presentarían la cifras a la comisión.

Stefan Creanga, de los Liberales Demócratas, uno de los tres partidos opositores que ha ganado escaños en el Parlamento, dijo que la mayoría de los esfuerzos se centrarán en las listas de votantes.

"Un día es suficiente para el recuento de votos. En el día de las elecciones se hizo en tres horas", manifestó.

"Para nosotros, es más importante ver las listas. Obtendremos copias de las listas en ese momento y presentaremos un informe sobre fraude electoral a la comisión", sostuvo.

Los partidos de oposición afirman que en las listas se incluyeron muchos nombres de moldavos que habían muerto o que trabajaban en el extranjero, pero que hubo sufragios con sus firmas en el día de las elecciones.