domingo, 31 de agosto de 2008

Tras invasión de Georgia, otro tópico candente: Ucrania

BRUSELAS, Bélgica (AP) - La invasión de Rusia a Georgia ha convertido en un tema candente la posibilidad del ingreso de Ucrania en la Unión Europea.
Ucrania tiene esperanzas de que una cumbre con la UE a comienzos de septiembre permitirá que, por primera vez, sea reconocida como posible miembro del bloque de naciones europeas. Ucrania exige también una zona libre de comercio y viajes sin necesidad de visa de sus ciudadanos a la UE.
Tales acciones, señalan el gobierno de Ucrania y sus partidarios en la UE, ayudarían a sellar vínculos entre la ex república soviética y Europa, y podrían evitar que Rusia intente entrometerse con su vecino occidental.
Sin embargo, las naciones de la UE están divididas.
Francia y Gran Bretaña, junto con países nórdicos y del este de Europa desean incorporar a Ucrania. Pero Alemania, España y Austria se han mostrado renuentes a aceptarla. Los gobiernos de esos países temen una inundación de mano de obra barata.

A raíz de esa reticencia, la UE se ha negado a ofrecer a Ucrania inclusive la posibilidad de una asociación en el largo plazo. En cambio, ha agrupado a Ucrania con países del Medio Oriente y del norte de Africa en un "programa de vecindad" que ofrece vínculos económicos más profundos, pero ninguna perspectiva de ingreso.
Sin embargo, la invasión rusa a Georgia, luego que Georgia invadió su provincia separatista de Osetia del Sur, siendo rechazada por los rusos de manera fulminante, ha provocado un reexamen de esa estrategia.
"La discusión sobre el estatus de la candidatura de Ucrania no está en la agenda por el momento", dijo Ollie Rehn, comisionado de asuntos de ampliación de la UE, en un discurso en Helsinki, Finlandia, esta semana.
Pero añadió: "Nunca debemos decir 'nunca' a Ucrania".
Rehn sugirió que el país "podría ser el próximo foco de la presión política de Rusia", y que, para defender la estabilidad de Europa, los gobiernos de la UE deben "ofrecer una clara señal política de que es posible el acercamiento de Ucrania hacia la UE".

Rusia tensiona su 'patio trasero'

Aunque Moscú justifica su intervención militar en Georgia aduciendo que fueron primero ellos quienes atacaron Osetia del Sur, territorio que la ONU reconoce bajo la jurisdicción de Tiflis, la verdad es que las provocaciones las comenzó Rusia mucho antes. Lo hizo manteniendo sus tropas en la zona sin el consentimiento del Gobierno georgiano, concediendo la nacionalidad rusa a surosetios y abjasos, restableciendo los vínculos económicos con las dos provincias georgianas mientras aplicaba sanciones contra Tiflis y efectuando incursiones aéreas de intimidación. En suma, dando un apoyo abierto y descarado a los separatistas de Osetia del Sur y Abjasia.
Una situación muy parecida se da en Ucrania, cuya península de Crimea está habitada mayoritariamente por rusos y en donde se encuentra la base de la Flota rusa del mar Negro (Sebastopol), y en Moldavia, en la provincia separatista de Transdniester. Nagorno Karabaj, región perteneciente a Azerbaiyán, pero administrada por armenios, es escenario de otro de esos conflictos latentes recibidos como herencia de la desaparecida URSS.
Moscú utilizó siempre esos focos de tensión como cuñas para dictar a sus vecinos lo que tienen que hacer. Los estados que claudican evitan ser zarandeados por el oso ruso. Los que no, como Georgia, son hostigados, sancionados, desestabilizados y, si la resistencia continúa, se les invade y fragmenta en trozos.
El Kremlin exige a sus antiguos vasallos soviéticos fidelidad y mantenerse lo más lejos posible de todo lo que tenga que ver con Occidente. A Moscú no le gusta que nadie a su alrededor copie un modelo de democracia que se considera «ajeno», ni participe en proyectos económicos que perjudican a los monopolios rusos y, mucho menos, que se integre en la OTAN. Georgia ignoró todas las advertencias. Su 'revolución de las rosas' (2003) había sentado un precedente que se extendió a Ucrania, país que también aspira a ingresar en la Alianza Atlántica y en la UE.
Ahora, en plena crisis georgiana, el presidente ucraniano, Víctor Yúshenko, ha reiterado una vez más que la base naval rusa de Sebastopol debe ser desmantelada después de 2017, cuando expira el acuerdo que Moscú y Kiev firmaron en 1997. Yúshenko ha pedido a la UE y la OTAN que aceleren la admisión de Ucrania en sus estructuras para «evitar que se repita en Crimea lo que acabamos de ver en Osetia del Sur y Abjasia».
El pasado día 18, en Vladikavkaz, la capital de Osetia del Norte, el presidente ruso, Dmitri Medvédev, respondió a Yúshenko que «no hace falta indicar a Rusia lo que tiene que hacer en Sebastopol» y dijo que existen «tratados internacionales» que permitirían al Kremlin prolongar el arrendamiento de su base en Crimea. Tras la crisis que enfrentó, en 2006, a Rusia y Ucrania por los precios del gas, el entonces primer ministro ucraniano, Yuri Yejanúrov, amenazó con subir el alquiler de la base de Sebastopol e incluso de rescindir el contrato.
Serguéi Ivanov, actual viceprimer ministro y uno de los candidatos que se barajaron en su día para suceder a Putin, advirtió que «si Kiev insiste en echar de Sebastopol a nuestra Armada, Rusia revisará el actual trazado de su frontera con Ucrania». El pasado mes de mayo, el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, exigió en un mitin en Sebastopol que la base naval y toda Crimea, en donde casi el 70% de sus habitantes son de origen ruso, vuelvan a formar parte de Rusia, de acuerdo con lo expresado en una consulta celebrada en la península a comienzos de los años 90.
El caso de Moldavia
La situación en la región moldava de Transdniester se asemeja a los ejemplos surosetio y abjaso. Se autoproclamaron independientes en 1991, hubo una guerra, entre 1992 y 1993, y los líderes separatistas cuentan con el apoyo de Rusia. En esta región se encuentra desplegado el 14 Cuerpo de Ejército ruso, que incluye una fuerza de casi 2.000 efectivos. La región está dirigida desde 1990 por Igor Smirnov, un antiguo 'apparatchik' comunista que decidió mantenerse fiel a Moscú.
El último encuentro de Smirnov con el presidente moldavo, Vladímir Voronin no dio ningún resultado. Voronin, partidario de que su país se adhiera a la UE, pero no a la OTAN, se reunió con Medvédev, quien aseguró que «son buenas las posibilidades para un arreglo del conflicto». Sin embargo, Vladímir Atamaniuk, uno de los líderes separatistas dijo que «lo que desea nuestro pueblo es independizarse».

Ucrania teme ser el siguiente

Para los expertos militares ucranianos, una guerra con Rusia ha dejado de ser un escenario descabellado: tras la invasión rusa en Georgia, la península ucraniana de Crimea podría convertirse en la "próxima víctima del Kremlin". El presidente georgiano Mijail Saakashvili no fue el único en advertir a su colega ucraniano, Victor Yuschenko, del "apetito territorial" de Rusia, tras la pérdida de las regiones secesionistas de Osetia del Sur y Abjasia. En Kiev también se considera la posibilidad de un ataque ruso para el restablecimiento de la antigua Unión Soviética como algo no tan disparatado. Al conmemorar pasado el domingo el día de la independencia de Ucrania y pasar revista a las tropas en el marco del primer gran desfile militar desde 2001, su presidente, Yushenko, exhortó a la Alianza Atlántica para que incorpore a Ucrania lo antes posible a la OTAN. Paralelamente anunció un drástico aumento de los gastos militares. El ministro de Defensa de Ucrania, Yuri Yejanurov, dijo que el año entrante harán falta por lo menos 32.000 millones de grivnas (4.600 millones de euros/6.800 millones de dólares) para modernizar las Fuerzas Armadas. En la península de la Crimea se están multiplicando las voces de quienes desean independizarse de Ucrania, en caso de que la ex república soviética ingrese a la OTAN. "La mayoría de los estados postsoviéticos es de la opinión que el Kremlin está decidido al empleo de la violencia para resolver problemas", expresa la revista ucraniana Korrespondent. Los comentaristas ven un auténtico riesgo para Ucrania, porque el conflicto por Crimea presenta semejanzas con el enfrentamiento entre Georgia y Osetia del Sur. Al igual que en Osetia del Sur, en Crimea también habría alrededor de 170.000 habitantes con ciudadanía rusa. A ellos debe añadirse a los soldados de la Flota del Mar Negro. El despliegue de barcos de guerra rusos normalmente estacionados en el puerto de Sebastopol en el conflicto georgiano también contribuyó a tensionar las relaciones entre Moscú y Kiev. En tanto que aliado de Georgia, Ucrania amenazó temporalmente con la posibilidad de vedar el acceso a los barcos rusos a su base en Crimea. Pero según el contrato, los barcos de guerra rusos pueden permanecer allí hasta el año 2017. Para más adelante, Kiev tiene la intención de rescindir el contrato. El ex líder ruso Nikita Jrushev entregó en 1954 la peninsula de Crimea a Ucrania. Moscú advirtió a Kiev más de una vez de "tendencias antirrusas". Durante la guerra, acusó a Ucrania de haber asistido militarmente en el pasado a Georgia, y de haberle ofrecido ayuda militar durante los enfrentamientos de mediados de mes.Rusia se opone tenazmente a cualquier intento de Ucrania y Georgia por incoporarse a la OTAN, porque vería puesta en riesgo su propia seguridad. Ucrania está profundamente dividida en torno a esta cuestión: las regiones orientales y del sur son prorrusas, mientras que Ucrania occidental es fuertemente nacionalista. En la cuestión georgiana, el país también está profundamente dividido. Mientras Yuschenko se exhibió junto a su amigo Saakashvili en Tiflis, la primera ministra Julia Timoshenko optó por tomar distancia de Georgia y quedarse en casa. Los observadores ven en estas diferencias no sólo una nueva evidencia de las luchas de poder entre los principales responsables de la llamada Revolución Naranja de 2004. No pocos creen que para las próximas elecciones en un año y medio, Timoshenko apostará por acercarse a Moscú para asegurarse los importantes votos en el este y el sur del país. La administración del presidente Yuschenko acusó estos días a Timoshenko de "alta traición

Rusia busca un nuevo orden mundial

Al reconocer la independencia de Osetia del Sur y Abjazia, Rusia se arriesga a un cierto nivel de aislamiento internacional. Pero encastillarse en la soledad no es el fin de la política ejercida por el tándem Dmitri Medvédev-Vladímir Putin. Con pasos como éste o como la suspensión del tratado de armas convencionales en Europa (CFE), lo que Rusia pretende es redefinir las reglas de su relación con Occidente; algo así como rebobinar el tiempo y corregir hábitos de comportamiento arraigados en los años noventa.
Osetia, Kosovo y las trampas de un mundo sin reglas
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Sombras de la guerra fría


Los rusos creen que Gorbachov y Yeltsin fueron engañados por los occidentales
La propuesta del presidente Medvédev de convocar una conferencia de seguridad paneuropea se inscribe en ese contexto. A su manera, Rusia trata de recuperar las ideas que flotaban en la atmósfera de 1990 cuando los países de la OSCE afirmaron en la Carta de París que "la era de la confrontación y la división de Europa ha terminado". Para que tal cosa sea posible, y también por si no lo es, Moscú aspira a las mismas licencias en el derecho internacional que los norteamericanos se atribuyeron en los Balcanes y en Irak.
Moscú confía en sus recursos para capear el temporal de críticas. Además de hidrocarburos y materias primas, Rusia ofrece a Occidente la colaboración en la lucha antiterrorista en Afganistán, y por eso mantiene abierto el corredor de tránsito para la Alianza Atlántica. Rusia está interesada en el éxito de la operación antiterrorista aliada, porque si fracasa, sufrirá las consecuencias "de forma más aguda" que Occidente, ha manifestado Konstantín Kosachov, el jefe de la comisión de Exteriores de la Duma (Cámara baja del Parlamento), y sus palabras fueron un contrapunto al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, que arremetió contra la política de Washington en Afganistán en presencia de Medvédev y durante la cumbre de la organización de Shanghai. Irán quiere ingresar en este club de Rusia, China y países centroasiáticos en el que es observador, pero Moscú lo mantiene a distancia, pues Teherán, Cuba o Bielorrusia no son del todo cómodas para la élite rusa actual, que tiene sus principales clientes de sus hidrocarburos en Europa; sus empresas, en las Bolsas de Nueva York o de Londres; sus cuentas corrientes, en bancos suizos, y sus hijos en colegios británicos.
Mijaíl Gorbachov y los artífices de la perestroika esperaban fundirse en el abrazo con Occidente que siguió a la caída del muro de Berlín. Pero, en lugar de la Casa Común Europea desde Vancouver a Vladivostok, que integrara a los países antes divididos por la guerra fría, el Kremlin vio cómo sus antiguos aliados del Pacto de Varsovia ingresaban en la Alianza Atlántica, una posibilidad que le estaba vedada, porque ni Rusia aceptaba el papel del Reino Unido y Francia frente a Estados Unidos, ni la Alianza quería que Moscú participara en la redefinición de sus nuevas normas. La actual fase de ampliación atlántica a Georgia y Ucrania incrementa la sensación de acoso y amenaza en Rusia, donde es muy profundo el sentimiento, cierto o no, de que Gorbachov y Yeltsin fueron engañados por los socios occidentales.
Según un sondeo del centro Levada, el 66% de la población cree que Occidente ha apoyado a Georgia para debilitar a Rusia y expulsarla del Cáucaso. Al explicar la posición del Kremlin esta semana, el primer ministro Putin rezumaba resentimiento hacia EE UU. El jefe del Gobierno llegó a acusar a la Administración republicana de haber instigado el ataque georgiano a los pacificadores rusos por motivos electorales (favorecer a John McCain). También contó que durante la inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín se dirigió a George Bush para que éste frenara al presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, pero el amigo norteamericano no respondió. El presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, avaló el relato de Putin.
Los orígenes de la guerra de los cinco días entre Georgia y Rusia, la mayor crisis internacional en el entorno pos-soviético, hay que buscarlos en 1991, cuando la Unión Soviética se fragmentó siguiendo los límites administrativos internos de las 15 repúblicas federadas, que en gran parte eran el producto de la política de corte y confección estalinista para controlar mejor el Estado. Con excepción de Ucrania, Bielorrusia y Rusia, miembros de la ONU desde 1945, las repúblicas ex soviéticas fueron admitidas en Naciones Unidas como Estados soberanos a partir de septiembre de 1991. Georgia fue la última en ingresar en julio de 1992, pero ya antes era un ente problemático con dos regiones sublevadas contra el intento de Tbilisi de privarlas de la autonomía de la que gozaron en época soviética.
La unanimidad de las dos Cámaras del Parlamento ruso en su apoyo a la independencia de Osetia del Sur y Abjazia fue un paso formal escenificado para justificar la decisión. Pero ni siquiera hubiera hecho falta, porque Putin y Medvédev tienen gran margen de maniobra. La popularidad del primero ha pasado del 80% al 83% de julio a agosto, y la del segundo, del 70% al 73%, y dos tercios de la población están a favor de arrebatarle Osetia y Abjazia a Georgia, según Leonid Sedov, del centro Levada (un 46%, por su incorporación a Rusia, y un 30%, por su independencia).
Para Moscú, Saakashvili es el Slobodan Milosevic del Cáucaso, y Abjazia y Osetia tienen tanto derecho a ser independientes como Kosovo. Putin aguijoneó a Occidente al referirse a los pacificadores holandeses que en 1995 dejaron que ocurriera la masacre de miles musulmanes a manos de los serbobosnios en Srebrenica. Putin contrapuso el comportamiento de los holandeses al de los pacificadores rusos que defendieron a los osetios, pero cabe preguntar si los rusos hicieron algo por impedir la venganza de los osetios en los pueblos georgianos de Osetia del Sur. La segregación étnica en Osetia del Sur es un hecho.
La presencia de las tropas rusas en el puerto georgiano de Poti (justificada por Moscú por razones de seguridad para evitar que fondeen buques con armamento) se interpreta en algunos medios occidentales como una prueba de la continuidad de la política imperial de la URSS. Para demostrar que su proceder responde a circunstancias concretas y no es un patrón de comportamiento, Moscú trata de forjar un acuerdo entre Moldavia y los separatistas del Transdniéster, pero Ígor Smirnov, el líder secesionista, se lo pone difícil al pretender el mismo derecho a la independencia que los abjazos y los osetios del sur.
Algunos temen que el próximo objetivo de Moscú sea Crimea, pero conviene tener en cuenta que fue Putin quien se empleó a fondo en abril de 2004 para que la Duma ratificara el acuerdo de fronteras con Ucrania, un documento por el que Rusia reconoce la integridad territorial de su vecino. Y lo hizo con la oposición de comunistas y nacionalistas del bloque Ródina, dirigido por el actual embajador en la OTAN, Dmitri Rogozin, que se negaron a votar. Pero la partida que comenzó en 1991 no ha terminado, y tanto Ucrania como Occidente pueden contribuir aún con sus jugadas al verdadero desenlace de la saga soviética.

Ucrania, bocado principal en la ofensiva del Kremlin

El conflicto entre Rusia y Georgia por Osetia del Sur puede abrir la Caja de Pandora en el Cáucaso y el Mar Negro. El más grave sería con Ucrania, en cuya península de Crimea, de población mayoritariamente rusófona, se encuentra el puerto de Sebastopol, sede de parte de la Marina rusa y que Ucrania quiere recuperar. El conflicto divide también a Ucrania. El presidente Viktor Yuschenko dijo que Ucrania debe cortar lazos con Rusia y adherirse a la OTAN. La Ucrania rusófona, casi la mitad de la población, no está de acuerdo. Sus palabras, en un desfile militar para celebrar el 17º aniversario de la independencia de Ucrania nunca habían sido tan claras: "debemos acelerar los esfuerzos para ser parte del sistema europeo de seguridad y aumentar las capacidades defensivas de nuestro país, sólo estos pasos garantizarán la seguridad y la integridad de nuestras fronteras".Tras varios días de misión en las costas georgianas, los cruceros lanzamisiles rusos Moskva, Miraj y Tourbinist volvieron el pasado sábado a su base de Sebastopol en una ceremonia emitida en directo por la teve rusa en la que se veía a miles de personas con banderas rusas esperando la llegada de sus "héroes", como decía el locutor. Todo eso en territorio ucraniano.Instalada en Sebastopol desde hace 225 años, la flota rusa del mar Negro podría perder la base que le da acceso al Mediterráneo. El gobierno ucraniano no quiere renovar el acuerdo firmado en 1997 entre Moscú y Kiev que autoriza la presencia rusa en Sebastopol hasta 2017. Yuschenko atacó la acción de los barcos rusos en el enfrentamiento con Georgia e incluso amenazó con impedirles volver a puerto. Y repitió su intención de unir su país a la OTAN, lo que automáticamente supondría la salida de los rusos de Crimea.Yuschenko, recuperado del envenenamiento que hace cuatro años casi le lleva a la muerte -las sospechas, sin probar, recaen sobre los servicios secretos rusos- quiere romper amarras con Moscú y dirigir a Ucrania a la Europa occidental. Pero su intención de no renovar el acuerdo que da acceso a los rusos a Sebastopol sería casi un "casus belli" para Moscú y no tiene, ni mucho menos, consenso entre los otros dos principales líderes políticos ucranianos, Yulia Timoschenko -aliada o rival de Yuschenko según se suceden las crisis políticas- y el rusófono Viktor Yanukovich.Sebastopol, fundada por la zarina Caterina II, fue tierra de cosacos, aguerridos guerreros rusos, que formaron entonces la guardia personal de la zarina. Actualmente viven en ella miles de marinos rusos con sus familias. Todavía hoy existe una organización paramilitar prorrusa formada por descendientes de cosacos que pretende garantizar la permanencia de Crimea como tierra rusófona, a pesar de ser territorio de Ucrania desde hace casi 20 años tras la desintegración de la URSS. Su objetivo es que Rusia recupere Crimea y con ella el puerto de Sebastopol. Crimea, de población 80% rusófona, sería según el deseo de muchos de sus habitantes, el próximo Kosovo, la próxima Osetia, el próximo conflicto, esta vez contra Ucrania.Rusia podría verse tentada a recuperar el "regalo" de Nikita Kruschev. Crimea fue rusa hasta 1954, cuando el entonces líder de la URSS la regaló a la República Soviética de Ucrania como gesto de buena voluntad. El alcalde de Moscú pidió a los ucranianos que "devuelvan lo que no es suyo". Hasta ahora no hubo problemas porque Ucrania se plegaba a los deseos de Rusia, pero la victoria electoral de Yuschenko en 2004 tras la "revolución naranja" desatada contra el pucherazo electoral que daba el poder al rusófono Yanukovich, cambió las prioridades de Ucrania, que huye despavorida del "oso ruso".Ucrania, claro, pierde opciones de entrar en la OTAN tras la crisis ruso-georgiana. Ser miembro le asegura la solidaridad militar de los socios en caso de ataque exterior. Nadie en Europa -por mucho que griten polacos, bálticos y suecos- se ve defendiendo con las armas pequeñas regiones del Cáucaso ante un eventual avance de las tropas rusas. Y nadie quiere que Rusia le corte el grifo del petróleo.

Rusia y Alemania acuerdan bajar tensión por Georgia

Moscú. AFP. Rusia y Alemania coincidieron ayer en la necesidad de “poner fin a los intentos” de usar el conflicto en Georgia para “subir la tensión” en Europa, afirmó la Cancillería rusa en un comunicado.
Así lo acordaron los ministros ruso y alemán de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov y Frank Walter Steinmeier, respectivamente.

Ambos criticaron la especulación “sobre amenazas que no existen sobre otros países (exsoviéticos)”, indicó la Cancillería rusa.
El texto alude a declaraciones hechas días atrás por el ministro francés de Relaciones Exteriores, Bernard Kouchner, quien dijo que que, después de Georgia, Moscú podía tener “otros objetivos” como “Crimea, Ucrania y Moldavia”.
En una entrevista al canal de televisión alemán ARD, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, rechazó tal posibilidad.
En Crimea (sur de Ucrania), “no hubo un conflicto étnico” y “desde hace tiempo hemos reconocido las fronteras ucranianas”, dijo Putin.
Lavrov y Steinmeier hablaron también de la “posibilidad” de que representantes de la Unión Europea (UE) participen en la “vigilancia de las zonas de seguridad en torno a Osetia del Sur y Abjasia”, las regiones georgianas separatistas prorrusas cuya independencia reconoció Moscú la semana pasada.
Las declaraciones se producen tras el conflicto armado entre Georgia y Rusia, del 8 al 13 de agosto, por Osetia del Sur.

Los georgianos cometieron genocidio en Osetia del Sur

El diplomático ruso ha justificado el ingreso de las tropas de su país en territorio georgiano. Afirma que fue para ayudar a la región separatista de Osetia del Sur que sufría la ofensiva militar del ejercito de Georgia, el cual –asegura– pretendía recuperar el control de esa región y realizar una limpieza étnica por medio de asesinatos.Iván Munayco Imunayco@epensa.com.peCorreo: Europa y Estados Unidos (EEUU) han criticado duramente a Moscú por reconocer la independencia de dos regiones separatistas georgianas.Mijail G. Troyansky: La Organización del Atlántico Norte (OTAN) y EEUU seguramente consideran que bombardear Yugoslavia o apoyar la separación de Kosovo de Serbia no se puede hacer en otro lugar a pesar que las situaciones son parecidas. En Kosovo se trataba de proteger a su gente de las limpiezas étnicas dizque producidas por lo serbios. Georgia ha cometido genocidio contra el pueblo de Osetia del Sur y pronto lo hará contra el pueblo de Abjasia. Estas acciones criminales son impulsadas por el gobierno georgiano encabezado por el presidente, Mijail Saakashvili, quien a mi parecer es un semifascista y loco. C: ¿Su país movilizó sus tropas para proteger a los osetos o el gas que pasa por Georgia, el cual es de importancia estratégica tanto para Moscú como para Occidente?MGT: En cuanto a los recursos energéticos, considero que no es necesario explicar que Rusia tiene una gran cantidad de hidrocarburos y el poder de exportarlo de este a oeste. Un gasoducto más un gasoducto menos, por favor, para nosotros no es problema. Consideramos el gasoducto que menciona como un asunto de Georgia, Azerbaiján y Turquía. C: Sin embargo, Moscú se enfrentó militarmente con los georgianos por intentar recuperar el control de su provincia. MGT: Aquí hay que comprender que dentro de la sicología nacional de muchos georgianos los abjasos y osetos son ciudadanos de segunda categoría y por eso siempre han intentado realizar limpiezas étnicas contra esos pueblos para quedarse con el territorio. Cuando los militares georgianos entraron a Osetia, comenzaron a liquidar a los viejos, niños y a las mujeres, fue un genocidio. Entonces comenzó el grito de socorro de ese pueblo y fuimos a su ayuda porque no tenían otra esperanza.C: El gobierno francés ha denunciado que los próximos objetivos de Rusia son Ucrania –que también busca adherirse a la OTAN–, Crimea y Moldavia.MGT: No tenemos como objetivo ningún conflicto armado en el perímetro de las fronteras de la ex Unión Soviética. Ninguno de estos países tiene personalidades como Saakashvili que pretenden jugar con el fuego. En Moldavia se sigue el camino diplomático que nosotros apoyamos para crear un estado federativo unitario, porque allá también hay diferentes problemas étnicos como es el caso de su región separatista de Transnistria. En cuando a Ucrania, lo consideramos nuestro hermano y antes de hablar de las aspiraciones del actual gobierno de Kiev para adherirse a la OTAN, hay que preguntarle a su pueblo si está de acuerdo (el 70% no considera conveniente entrar a la alianza atlántica). C: ¿Considera que ya se está ejecutando una nueva Guerra Fría?MGT: Mi país no ha escogido el camino para esta nueva Guerra Fría. Este conflicto anteriormente preveía la existencia de dos ideologías opuestas que ahora no existen debido a que Rusia es el país del libre mercado, democrático y multipartidario. Lo que sí existe es la defensa de los intereses nacionales de mí país. Nosotros no construimos escudos antimisiles o amenazamos con buques de guerra en el Mar Negro que supuestamente llevan ayuda humanitaria a Georgia. Siempre escuchamos cuando nos dicen que el escudo antimisiles de EEUU en Europa es para defenderse de Corea del Norte o Irán. Por favor, por qué piensan que somos tan estúpidos y no entendemos lo que está sobre la mesa y contra quién está dirigido todo esto. C: ¿Cómo queda el derecho internacional después de Kosovo y Georgia? MGT: Los casos son diferentes y cada uno se tiene que ver de acuerdo con la realidad concreta, histórica y nacional política. Es difícil responder esta pregunta, pero lo que puedo decir es que ellos (EEUU y la OTAN) abrieron la caja de Pandora con Kosovo y ahora vamos a ver cuáles serán las consecuencias.