domingo, 21 de septiembre de 2008

Atentado con coche bomba en Ondarroa deja al menos siete heridos

Un coche bomba ha explotado en la comisaría de la Etrzaintza, sin que hubiera aviso previo. Otro vehículo estalló a medianoche frente a la sede de Caja Vital de Vitoria, tras una llamada en nombre de ETA, sin causar heridos

¿Cuánto sufrirán los países emergentes?

Desde hace un tiempo "los BRIC" simbolizaron a los países emergentes. En la globalización fueron identificados como las nuevas potencias económicas, unidas por una voluntad común de protagonismo internacional. En verdad, el sesgo económico asimiló realidades diferentes que los mercados unificaron al solo efecto de imaginar destinos para las inversiones, siempre ávidas de nuevos horizontes. Más tarde, cuando el hegemonismo americano encontró sus límites en Irak, los BRIC recrearon las expectativas de quienes imaginaron un mundo más horizontal, construido sobre nuevos polos de poder.Pero el voluntarismo de estos teóricos multipolaristas no pudo resistir una lectura realista de la política internacional, que siempre ha enfatizado el peso de los intereses por sobre las ideologías y las dificultades que encuentran las alianzas forjadas en coincidencias circunstanciales. En agosto pasado las diferencias quedaron al descubierto. China apostó fuertemente a las Olimpíadas, para consolidar la imagen atractiva de una potencia lanzada detrás de la idea de un ascenso pacífico apoyado en el éxito económico.El mensaje de Beijing al mundo es claro: no somos ni la Prusia del siglo XIX ni la Alemania del XX. En otras palabras: somos confiables. En cambio Rusia, en verdad una potencia reemergente que busca heredar la imagen y el protagonismo soviético, aprovechó el error del presidente georgiano M. Saakashvili, quien intentó recuperar Abjazia y Osetia del Sur, y apeló a los tanques para mutilar Georgia reabsorbiendo a esas dos entidades territoriales, que integraron la URSS como Estados seudoindependientes.En otras palabras el mensaje de Moscú también es claro: estamos lanzados a reconstruir el viejo imperio, el de los zares y el de Stalin. Obviamente este retorno no es pacífico y está envuelto en incertidumbres, ya que esa empresa política supone violar una convención básica de las relaciones internacionales: nos referimos al principio de la integridad territorial. En otras palabras: el dúo Putin/Medvedev está redefiniendo las fronteras. Reorientada la política exterior rusa hacia el "extranjero próximo", los fantasmas decimonónicos reaparecen con vigor, particularmente la geopolítica de las esferas de influencia. Algunos países bálticos, Ucrania y Moldavia no ignoran el poder desestabilizador de las minorías rusas que allí habitan, ya que atraídas y manipuladas por Moscú, con el argumento de protegerlas, pueden convertirse en disparadores de otras crisis. Concretamente en Kiev es donde existen los mayores temores, asociados al irredentismo ruso que nunca aceptó la donación que le hiciera Nikita Kruschev a Ucrania: la península de Crimea donde aparca la flota rusa del Mar Negro. En otros países con memoria, como Polonia, la República Checa, Finlandia y Hungría, los sucesos de Georgia los hacen demandar más integración europea, más OTAN y menos dependencia del gas ruso. La nueva Rusia confirma la vocación expansiva del autoritarismo de Putin. Obviamente su proyecto está en sintonía con una vieja cultura política que razona en términos de una enorme masa geográfica, que históricamente requirió de un Estado fuerte y que beneficiada de los altos precios del gas ambiciona un liderazgo ligado a circunstancias que bien pueden evolucionar. ¿Acaso en los 80 la URSS no cayó en coma cuando el gas y el petróleo cotizaban en baja? ¿Acaso su protagonismo militar no es tributario de una lógica de continuación en vez de apoyarse en la innovación tecnológica?.La soledad diplomática que rodeó a Moscú en su aventura militar en el Cáucaso habla por sí misma: la apoyaron Cuba; Nicaragua; Venezuela y Bielorrusia. Obviamente Pekín tomó distancias, a nadie más que a China le interesa la supervivencia del principio de la integridad territorial para lograr que Taiwán, Tibet y las minorías chino-islámicas estén contenidas en un mismo Estado. Mientras tanto los otros BRIC también tomaron distancia de Rusia y se concentraron en sus intereses. Cachemira y el Amazonia son pesadillas en Nueva Delhi y en Brasilia, de manera que allí está prohibido hablar de revisar fronteras. Además la India acaba de lograr una victoria diplomática notable: ha ingresado al club nuclear sin participar del Tratado de No-Proliferación.En efecto, con el decisivo padrinazgo de Washington, la India obtuvo el acuerdo del Grupo de Proveedores Nucleares (NSG) que le permite acceder a los beneficios de la tecnología nuclear civil. Simultáneamente Brasil, lanzado en un Plan Estratégico Nacional de Defensa que implica un verdadero salto cualitativo en el gasto militar pensado para el Amazonia y el Atlántico, al optar por un socio estratégico para su industria de defensa eligió a Francia, país con el cual firmará, en diciembre próximo, un acuerdo estratégico que rubricarán los presidentes Lula y Sarkozy.A la luz de estas nuevas realidades, donde se yuxtaponen intereses en pugna y efectos no pensados, tal vez haya nacido un nuevo espacio estratégico: los BIC, desde donde Brasil, India y China puedan llegar a entablar un diálogo con Washington, si las urnas obligan a replegarse a los unilateralistas 'neocon'. Pero todo tendrá un giro después de la crisis financiera. Los BRIC nacieron en el mundo todavía optimista de la globalización (recordemos que la denominación fue propuesta por Jim O'Neill, economista global de Goldman Sachs). Ahora todo será distinto, y cada cada país lo procesará a su manera. Rusia, con la caída de los precios energéticos. Brasil y China verán resentida la afluencia de capitales, que serán reabsorbidos por los EE.UU. Y la India también, en menor medida.En definitiva, los "BRIC" se muestran como una categoría circunstancial que juntó fuertes heterogeneidades. Cuando suceden estas crisis, los países emergentes también sufren los problemas y hay que saber leer bien dicho impacto en cada caso, para no seguir espejismos o rumbos equivocados.