martes, 29 de junio de 2010

INAUGURADA Y CONSAGRADA LA PARROQUIA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

28-06-2010
Coincidiendo con el primer aniversario de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, ayer domingo, festividad de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Torrevieja vivía otro momento importante y especial sobre todo para los vecinos de Las Torretas. El obispo de la diócesis de Orihuela-Alicante, Rafael Palmero, consagró la nueva parroquia de San Pedro y San Pablo. Centenares de vecinos no quisieron perderse este acto que contó con la presencia entre otros del obispo greco-católico del Vaticano, Dionísio Lachovic, y el alcalde de la ciudad Pedro Hernández Mateo.
En la tarde de ayer las puertas de la nueva parroquia de San Pedro y San Pablo ubicada en la calle Los Jazmines, se llenaban de vecinos, para poder vivir de cerca la inauguración, bendición y consagración de la nueva parroquia. Presentes en este acto se encontraba el alcalde de Torrevieja Pedro Hernández Mateo, así como otros miembros de la corporación municipal del PP, el arquitecto del edificio, Fernando Gómez, la Reina de la Sal y sus damas de honor, representantes de la Junta Mayor de Cofradías y el escultor Víctor García, autor de la las tallas y pinturas de la parroquia.

Entre las autoridades eclesiásticas en primer orden se encontraba el obispo de la diócesis de Orihuela -Alicante, Rafael Palmero Ramos, y el obispo greco-católico procedente del Vaticano, Dionísio Lachovicz. Acompañándoles el párroco de la Inmacula, Manuel Martínez Rocamora, encargado de la construcción de la parroquia, y otros párrocos de Torrevieja y sacerdotes polacos.

Tras la firma de las las actas de dedicación de la nueva iglesia ante la presencia del obispo de la Diócesis, Rafael Palmero Ramos, junto con el resto de sacerdotes, se procedió al inicio del acto bajo la atenta mirada de público asistente.

La comitiva en procesión, realizó un pequeño recorrido hasta la puerta principal de la iglesia donde el obispo Rafael Palmero y el alcalde de la ciudad dedicaron unas palabras. Después las autoridades eclesiásticas procedieron al interior portando las reliquias de los Mártires San Inocencio y San Iluminado que se guardarán bajo el nuevo altar.

Con la iglesia llena por completo el obispo de la Diócesis de Orihuela -Alicante procedió al inicio del rito de dedicación de la Iglesia y Consagración del Altar, cantado por el Orfeón Municipal Ricardo Lafuente, bajo la direccion de Mario Bustillo y concelebrado por más de 10 sacerdotes.

En el transcurso de la celebración tuvieron lugar los ritos propios de la dedicación de un nuevo templo, como son la bendición y aspersión del agua, la sepultura de las reliquias de los Mártires San Inocencio y San Iluminado junto con un ejemplar del acta de la dedicación de este templo, la crismación del Altar y los muros, así como el de la incensación y la luz, finalizando la Eucaristía con la reserva solemne del Santísimo por primera vez en la nueva Iglesia.

Una iglesia muy especial porque será atendida por sacerdotes polacos, pero contará también en el ala derecha, con una capilla para el culto de los ucranianos greco-católicos.

Tanto el obispo Rafael Palmero, como el obispo Dionísio Lachovicz y los sacerdotes polacos y ucranianos destacaron éstas características, señalándola como la parroquia del tercer milenio, abierta a todos los ciudadanos, al rito católico y al rito bizantino. Cabe destacar el gesto que durante el rito tuvo el obispo greco-ucraniano para con el obispo Rafael Palmero regalándole un icono de la Virgen original de Ucrania. El obispo de la diócesis de Orihuela- Alicante lo cedió al instante a la nueva parroquia con el fin de que permanezca en un lugar visible.

Una vez concluída la ceremonia recogíamos las primeras impresiones y valoraciones de los presentes, la gran mayoría vecinos de Las Torretas que esperaban con anhelo la llegada de este momento.

Cabe destacar que el templo ha sido edificado sobre unos terrenos municipales cedidos por el Ayuntamiento de Torrevieja de 6.000 metros cuadrados, ocupando la parroquia casi 1.000 metros cuadrados. Un templo que cuenta con una nave central para el rito católico y dos naves laterales una para el rito bizantino y otra para la reserva solemne del Santísimo. Y en su interior dos tallas en madera, una del cristo crucificado y otra que corresponde a una réplica de la Inmaculada Concepción. También dispone de dos pinturas frente al altar de San Pedro y San Pablo y una tercera de otro cristo en un lateral. Todas ellas obras del escultor torrevejense Víctor García Villalgordo. Una parroquia esperada que cubrirá a partir de ahora las necesidades espirituales y religiosas de cientos de vecinos.

El obispo Rafael Palmero, y el obispo Dionisio Lachovicz, junto con el párroco Manuel Martínez Rocamora, nos daban también sus impresiones de la llegada de esta nueva parroquia tan esperada.

Con ilusión, emoción y devoción a la que será la nueva parroquia vivieron estos momentos los cientos de vecinos tanto torrevejenses como polacos y ucranianos que a partir de ahora formarán comunidad todos juntos. A partir de mañana el nuevo templo ya ofrecerá misas en distintos horarios para el rito católico y el bizantino convocando ya a los fieles el martes 29 de junio a la eucaristía en honor a la celebración de la onomástica de San Pedro a las 20:30 de la tarde.

Años de guerra de Vasili Grossman

En artículos aparecidos en Rebelión he reseñado las novelas de Vasili Grossman (1905-1964) que han ido apareciendo recientemente en castellano (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=62253 y http://www.rebelion.org/noticia.php?id=80512). Se trata de un autor clave de la literatura soviética y con una trayectoria compleja que arranca con sus primeros relatos cortos publicados en los años 30, sigue con las crónicas elaboradas durante la II Guerra Mundial, en la que fue uno de los corresponsales más considerados y leídos, y culmina con sus últimas novelas, críticas con el estalinismo y que no pudieron ser editadas en la URSS. Galaxia-Gutemberg acaba de poner en las librerías precisamente una recopilación de sus trabajos escritos desde el frente, con el título Años de guerra y recogiendo una vieja traducción publicada por Ediciones en lenguas extranjeras de Moscú en 1946. Es un libro de enorme interés que contiene una crónica detallada de la lucha en la Gran Guerra Patria, con textos que abarcan desde la resistencia desesperada ante la acometida de la operación Barbarroja en 1941 hasta la gran ofensiva que lleva al Ejército Rojo a internarse en territorio alemán en 1945.

El libro arranca con El pueblo es inmortal , una novela que obtuvo el premio Stalin y publicada por entregas en el verano de 1942, pero que describe acontecimientos de 1941. Se trata de un vibrante relato de guerra que nos muestra Ucrania ardiendo y al Ejército Rojo en retirada. No obstante, cuando el batallón al mando del comisario Bogariov queda cercado, éste resiste la tentación del derrotismo y sabe organizar sus fuerzas con rigor y disciplina. Así consigue colaborar eficazmente desde la retaguardia alemana con una ofensiva planificada de forma magistral que logra romper el frente. Se nos presenta el momento de la esperanza después del derrumbe, cuando todo el dolor de la tierra mancillada estalla en un grito de coraje perfectamente expresado por el título de la obra.

El primer texto recogido de 1942 es una novela corta El viejo profesor , que nos describe la vida en Ucrania bajo la ocupación alemana. Son episodios de rapiña y explotación, con jóvenes deportados al oeste para trabajar en las fábricas, y mutilados y viudas que conviven con los colaboracionistas. Al final del relato, los judíos son convocados para un viaje que resulta ser el asesinato masivo de hombres, mujeres y niños. Es una inmersión estremecedora en el corazón del horror que preludia algunas páginas de Vida y destino , la gran novela de Grossman.

Se presentan a continuación las crónicas escritas desde el frente para el periódico Estrella roja , boletín oficial del ejército soviético, relatos breves con experiencias de combate y retratos de tipos de todas las Rusias hermanados en el fragor de la lucha. Entre estos textos, de aliento épico y con descripciones detalladas del armamento y las técnicas bélicas, son especialmente interesantes los que corresponden al asedio de Stalingrado, que nos dan una visión de primera mano de la lucha casa por casa y la peculiar combinación de todas las armas y estrategias que caracterizó aquella batalla crucial. Ésta supuso el paso de la defensa desesperada a la ofensiva gloriosa y se concluye que tal vez la clave de todo esté en la impotencia de la altísima tecnología de guerra alemana al enfrentarse a una tecnología también extraordinaria, pero arropada sobre todo por el heroísmo desesperado de una infantería dispuesta a todo para liberar su tierra. Hay semblanzas de los principales mandos soviéticos que intervinieron en la batalla.

El último texto de 1942 recogido es La vida , una novela corta que describe cómo un destacamento de soldados rojos cercado en la estepa del Donetsk busca refugio en una mina abandonada ante la arremetida imparable de los alemanes y se hace fuerte en ella doce días sin apenas provisiones. Los asaltantes vuelan el pozo, pero al final ocho de los veintisiete hombres consiguen escapar gracias a la ayuda de un viejo minero que decide unirse a ellos. Es un relato de heroísmo extremo y resistencia más allá de cualquier consideración lógica.

Las crónicas desde el frente correspondientes a 1943 reflejan sobre todo la alegría después del enorme esfuerzo que consiguió colocar al Ejército Rojo a la ofensiva. Son las impresiones felices de la llegada al Dniéper y la recuperación de Ucrania, pero se transmite también el espanto ante los crímenes nazis que se van descubriendo, la destrucción sistemática de pueblos y ciudades, el exterminio de gran parte de la población y la esclavitud de los supervivientes. Como no podía ser menos, hay un recuerdo emocionado para los guerrilleros que lucharon contra la retaguardia alemana.

Los fragmentos de 1944 comienzan con la descripción de la temprana ofensiva de ese año, sobre una tierra aún encharcada, que arremete contra las defensas establecidas por los alemanes en el curso bajo del Dniéper, cerca de Níkopol. Se invierten aquí los papeles y las mismas tropas que sufrieron el asedio en el Volga, se preparan ahora para asestar el golpe definitivo al VI ejército atrincherado en el Dniéper. El ataque concentrado en un sector favorable consigue romper el frente, y con una profundización rápida corta la retirada al enemigo, que es aniquilado. El éxito conseguido es aprovechado ágilmente a pesar de las dificultades de movimiento del ejército y el éxito es fulminante, alcanzándose las fronteras de la URSS. Estos textos contienen también un lamentable llamamiento al exterminio de todos los combatientes alemanes, que sería después considerado por el propio Grossman un grave error. Se nos presenta luego la ofensiva en el norte para reconquistar Bielorrusia. Aquí otra penetración profunda en un sector escogido, seguida de un brusco giro hacia el sur, permite cerrar la bolsa de Bobrúisk a la orilla del mismo Bereziná que tan desastroso resultó también para la Grand Arméenapoleónica en 1812. Los alemanes perdieron en esta acción 70000 combatientes entre muertos y prisioneros.

Otro texto de 1944 recogido es El infierno de Treblinka , en el que conocemos los dos campos de este nombre, situados a 60 km largos de Varsovia, el nº 1, un campo de trabajo como muchos otros, y el nº 2, un campo de exterminio al que durante 13 meses llegaron trenes desde los cuatro puntos con víctimas para las cámaras de gas. Grossman ofrece los primeros datos y testimonios sobre las infames rutinas en las que en la actualidad se calcula que unas 850000 personas fueron asesinadas, principalmente judíos, pero también gitanos y polacos. Se descubre también cómo después de la derrota de Stalingrado, Heinrich Himmler vuela a Treblinka para ordenar personalmente que todos los cadáveres sean incinerados. Es emocionante el relato de la exitosa rebelión organizada en agosto de 1943 que hizo que el campo que dejara de funcionar trece meses antes de su liberación por el Ejército Rojo. En otro texto de este año, La fuerza creadora de la victoria , se discuten los problemas estratégicos y de coordinación de fuerzas enfrentados por los soviéticos en su acometida.

Los artículos de 1945 describen la Polonia recién liberada, con Varsovia como un mar de escombros y ruinas al que los supervivientes regresan lentamente. Es el avance imparable contando cada día los kilómetros que quedan para Berlín, mientras se dan a conocer las condiciones de esclavitud a las que los nazis habían sometido a la población polaca. La travesía del Oder supone la entrada en territorio alemán y superar el último obstáculo fluvial importante. Es el momento en que Grossman escribe: “Sentí el deseo de gritar y de llamar a nuestros hermanos combatientes que yacen en las tierras rusas, ucranianas, bielorrusas, polacas, a los combatientes que duermen el sueño eterno sepultados en los campos de batalla: -¡camaradas! ¿Nos oís? ¡Hemos llegado!”

Termina describiendo la atmósfera de adoctrinamiento que se vivía en Alemania y la esclavitud de los trabajadores secuestrados en Europa oriental. Son las horas de la capitulación, con los ciudadanos alemanes llevando brazaletes blancos, y también las de la peregrina cantinela: nadie sabía nada de nada, todos fueros obligados a colaborar con el régimen nazi.

Estamos, en resumen, ante un conjunto de textos de gran interés, construido con datos, testimonios y emociones de primera mano, que recogen la epopeya del pueblo ruso desde la amargura de las derrotas iniciales, hasta la gesta épica de Stalingrado y la larga ofensiva que permitió la liberación de gran parte de Europa del yugo nazi. Años de guerra nos ofrece, por otra parte, una oportunidad para conocer al Grossman más identificado con el poder soviético, un corresponsal de guerra plenamente imbuido del valor que sus escritos podían tener como armas a sumar en la lucha desesperada por la liberación de la patria invadida.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons , respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

La lección magistral de Herta Müller

Ahormados por otros premios Nobel, sumergidos en la excelsitud de su pluma y la trascendencia de la literatura como motor del mundo, se hizo raro - y agradable-que la escritora germano-rumana Herta Müller, premio Nobel de Literatura 2009, fuera tan poco inclinada a la grandilocuencia ni a la gravedad que acompaña a los relatores de la tragedia europea del siglo XX. "La vida no es vivida para ser contada y hace bien". La memoria, el recuerdo de lo ocurrido - aunque sea tan dramático como la deportación de poblaciones enteras de minorías alemanas vendidas a Ucrania tras la Guerra Mundial-sólo es materia prima para que con ella el escritor produzca literatura. "Desde ese punto de vista, cualquier frase es una obra de arte". Correspondiendo a una identidad híbrida como la suya - miembro de una minoría alemana en Rumanía, "socializada en rumano" y luego absorbida por la cultura germana-rechazó, en su coloquio con la prensa auspiciado por el Instituto Goethe, cualquier atisbo de puritanismo literario. "No es posible transformar una lengua en otra, de modo que hay que traducir la literatura, y en ese proceso, se pierden matices de la lengua de origen, pero se ganan otros propios de la lengua final. Cuando he consultado traducciones de mis libros para ver cómo solucionaban algunos de los giros casi siempre me ha gustado más la solución del traductor que mi texto". ...