jueves, 28 de enero de 2010

LVIV, Ucrania



He estado en ciudades frías como Moscú, Nizny Novgorov, Helsinki, Tallin, buena parte de Noruega… pero siempre en verano con camiseta corta y, como mucho, una chaquetilla para la noche. De alguna manera sentía que no había conocido la realidad de estos lugares, pues ese buen tiempo solo se aprecia unas pocas semanas al año. Así que como me pude pillar unos días libres, decidí visitar Ucrania en diciembre, un país más grande que Espana y con un número de habitantes parecido. Ha sido víctima de guerras, hambrunas y el mayor desastre nuclear de la historia en 1986. En 1991 Ucrania se independizó de la URSS y hoy en día su economía se está desarrollando, aunque lentamente.


Compré un vuelo con wizzair de Dortmund a Lviv (40€ i/v), comprobé que tenía el pasaporte en regla –no hace falta visado-, me aprendí el alfabeto cirílico y leí un poco sobre Ucrania y las ciudades que iba a visitar. Aunque el haber vivido seis meses con una ucranina me había enseñado mucho. Ha sido un viaje bastante espontáneo, pues hace unas semanas no sabía que Ucrania iba a ser el último y 14° país que visitaría en el 2009 (algunos ya los conocía).
Llegué al aeropuerto de Lviv y estaba todo nevado. Menos mal que iba preparada (leotardos, forro polar, jersey, anorak de esquí…).
Tras una cola interminable me sellaron el pasaporte. Ya me habían avisado de que en este aeropuerto no hay oficina de cambio, así que no se puede conseguir dinero para el bus. Hay que tomar un taxi. Los taxistas no saben inglés pero llevan una calculadora para indicar el precio. Me intentaron timar pidiendo 10€, nunca hay que pagar más de 5€ para llegar al centro. Al taxista le pareció bien mi oferta y marchamos. Llevaba la dirección escrita en ucraniano para no tener problemas. Fui al Retro Hostel Shevchenko (unos 3€/noche) y cambié dinero en una de las muchas oficinas que hay por ahí. Dejé mi mochila en la habitación, bajé a la cocina y me encontré con esto:


Era el dueño del hotel con sus colegas. Me dijo que era professor de esquí en Bukovel y que había estado esquiando en Jaca. Cuando le dije que yo suelo ir a Jaca me hizo sentarme y me puso un vaso de vodka en la mano. Qué decir que no me dejaron marcharme de ahí. Me cantaron muchas canciones, incluso el Bésame mucho en ucraniano y una canción a una mujer, en la que cambiaron el nombre por “Inesa” –como me llamaban-. La comunicación era difícil, no sólo por el nivel etílico sino porque nadie sabía inglés, solo uno sabía un poco de alemán –y por supuesto, nada de español-.
Tras este alarde musical, dejo el un par de canciones para ambientar, de unos grupos ucranianos que me gustan mucho:





Al dia siguiente me levanté pronto, el dueño del hotel me vio y me empezó a dar trozos de manzana pelados a la boca, después me puso un vaso de vodka en la mano. Le intenté explicar que las nueve de la mañana no son horas para beber, pero él se empeñó en que si pensaba salir a la calle con-10°C tenía que meterme algo en el cuerpo. ¡Cómo se las traen!
A las diez me vino a buscar Mariya (23), una chica de Lviv que había conocido en un seminario de Comunicación en Berlín.


Lo primero que hicimos fue ir a un local a comprar el billete del tren nocturno a Kiev, para luego no andar preocupadas. La chica, tan maja ella, me había comprado un libro sobre Lviv en español. Por el camino me di cuenta de que había sido una gran idea aprenderme el alfabeto cirílico, pues hay muchas palabras que entendí como "биГ бургер" “Big Burger”, "Капучино" “ Capuccino”, "туристичні" “Turistichni” o "Банк" "Banco" . También me hizo gracia que escribieran palabras en inglés tal cual, es decir: Hause "Xaуc", para nosotros sería como escribir JAUS. Es como un pasatiempo ir descifrando carteles –yo que no sé ucraniano, ruso, ni ninguna lengua que utilice el alfabeto cirílico-. Durante el día, a pesar del frío, Mariya me enseñó la ciudad.

-Monumento a Shevchenko, no al futbolista, sino al poeta-pintor más importante que ha dado Ucrania.


-La Ópera, con su Mercado de Navidad. Me dijo que la ópera de Kiev es la segunda más grande del mundo, tras la de Viena. (La foto inicial con Ganesh).


-Un mercado de cuadros, pieles, matriushkas, figuritas de cosacos y pieles.


-La iglesia armenia, nunca había visto una iglesia parecida. Me llamó la atención esta pintura tan enigmática en la que salen fantasmas.



-El ayuntamiento y las vistas desde su torre. Más de 400 peldaños hasta la torre. Desde se aquí se ve toda la ciudad, pero lo más cercano es la Rynok Square –La plaza principal-.





-El patio italiano, construido por un rico mercader.


-La Catedral Latina (s. XIV).


-La Iglesia Católica Dominicana (s. XVII). Aquí Mariya se encontró a unos amigos disfrazados que iban a hacer una función para un orfanato.


-La misma iglesia, pero de noche cambia de colores.


-La iglesia Uspenska, construida entre 1591 y 1629.
-Un mercado de libros. Su estatua lo indica.

-Curiosas estatuas por la ciudad.


-La catedral de Saint Yuri.

-La Iglesia ortodoxa de Saint Mikolayi. (Mariya es ortodoxa)


-La fortificación de Arsenal. Un monumento a la arquitectura defensiva de la ciudad.


-El barrio judío. Esto es un bar judío, con su candelabro de siete brazos en la entrada y su cartel en hebreo. Mariya me dijo que no hay carta de precios, sino que tienes que negociar para pagar.


-La Universidad de Lviv y el Palacio de Pototsky, de estilo francés.




También ese día comimos en un gran restaurant autoservicio –los empleados visten trajes típicos-, en donde probé Brosh (una sopa de col roja con queso), Pelmeni (una especie de ravioli) y ensaladillas rusasucranianas. El restaurante se llama ПUЗATA XATA.

Por la noche, como el frío ya no nos dejaba deambular, me llevó a un bar restaurante muy curioso, Kryjivka. Hay que llamar a la puerta y un señor con traje del ejército ucraniano te abre la puerta. Hay que decir las palabras clave: "Slava Ukrayina” (Gloria a Ucrania). El hombre de la entrada te da un chupito de vodka y te deja entrar, si no sabes las palabras clave te tendrá un rato tomándote el pelo. Prohibida la entrada a rusos.
La decoración recuerda a la armada ucraniana (la segunda más grande de Europa, tras la rusa). Cuadros, objetos con los que fotografiarse –como Kalashnikovs-, empleados con uniforme… hasta el café tiene el símbolo de Ucrania.


Seguimos paseando y vimos una pista de patinaje sobre hielo en la calle. Que no sera difícil de mantener, ya que estamos a -10°C.






Lviv me pareció una ciudad muy bonita, cuyo centro histórico nada tiene que envidiar al de Cracovia o Praga. Muy elegante y no del todo reconstruido, en dónde aún es raro ver turistas.

Método de andar por casa para aprender el alfabético cirílico en 20 minutos.
1. Escribe en una hoja en una columna el alfabeto latino y a su derecha, su correspondiente en cirílico. Sobran algunas en cirílico como los sonidos Ж Zhe o Ш Sche. Pero son pocos. Otros símbolos que no hay que olvidar son Ы y Ъ, que indican que el sonido se pronuncia suave o fuerte respectivamente -se suele poner mucho tras la L".

2.Escribe una frase larga en español y escríbela debajo en cirílico mirando la lista.

3. Repítelo pero intentando no mirar la lista. Seguirás mirándola, pero algunas letras ya te saldrán.

4. Seguramente a la 3° o 4° vez ya no necesites mirar la chuleta.

5. Practica escribiendo lo que se te ocurra.

Mis viajes por ahí

KIEV, Ucrania


Tomé un tren nocturno de Lviv a Kiev con una duración aproximada de 8 horas (9€). La diferencia de temperatura entre mi compartimento y el exterior, era como el de una sauna en la Antártida; mientras había estado durmiendo en manga corta –pasando calor y sudando-, de pronto me encontraba a -17ºC.


En el McDonalds de la estación me esperaba mi amiga Hanna (que ya he presentado en la entrada de Mlyniv). Para ir a mi hostal, el Hostelukraine Kiev Backpackers, tomamos el metro. Si 1€ son 12 UAH, el metro cuesta 1.5, baratísimo. Las escaleras mecánicas bajan muchísimos motros, parecía que nos íbamos al centro de la tierra.


Una vez ahí mientras desayunábamos, estuvimos contándonos cotilleos, pues hacía dos meses que no nos veíamos. Es curioso volvernos a encontrar en su terreno, en Ucrania.
Le sorprendió un cartel que había en el pasillo del hostal „Organizamos excursiones a Chernóbil”. Me comentó que es una visita muy interesante, pero que después es posible que te duela la tripa o la cabeza. Tela marinera.



Primero comenzamos en la plaza Maidan Nezalezhnosti –Plaza de laIndependencia- junto a la calle principal de Kiev, la avenida deKhreshchatyk.


Ahí vi el primer edificio de estilo soviético que me encontraba por Ucrania, pues la arquitectura de Lviv es my diferente y no construyen semejantes moles. Éste es el hotel Ukraina, terminado en 1961, fue en su día elprimer rascacielos de Kiev.



Maidan significa en ucraniano „cuadrado“, buen nombre para un a plaza. Se me ocurre que en inglés ocurre lo mismo con “square”. Nezalezhnist(independencia) conmemora la independencia de Ucrania alcanzada en1991 a raíz del colapso de la Unión Soviética.

Y en el centro de la plaza, el monumento a la Independencia, con el arcángel Miguel. Junto a él habían puesto un inmenso árbol de Navidad.



En Maidan Nezalezhnist han ocurrido hechos relevantes, como las protestas políticas más sonadas de Ucrania: la más relevante es laRevolución Naranja . Durante la Revolución Naranja de finales de 2004, Maidan Nezalezhnosti recibió cobertura mediática mundial, mientras cientos de miles de manifestantes se reunieron en la plaza y en calles cercanas. Levantaron tiendas de campaña durante varias semanas, soportando el frío y la nieve. Las protestas contra el fraude electoraldieron lugar a unas nuevas elecciones presidenciales ordenadas por la Corte Suprema de Ucrania, que fueron ganadas por el candidato de la oposición, Viktor Yushchenko. Después de la Revolución Naranja, Maidan Nezalezhnosti sigue atrayendo a los manifestantes políticos, pero en ningún caso se ha acercado a la magnitud de las protestas de la Revolución Naranja.


Ya con el frío helándome la nariz y los dedos de los pies, nos fuimos a ver el símbolo de Kiev, la catedral de Santa Sofía. Está situada en la plazaBodgan Hmelninsky, en cuyo centro está la escultura que representa alcaudillo ucraniano que dirigió la liberación del dominio polaco a mediados del siglo XVII.


La Iglesia de Santa Sofía, construída en 1037 tuvo como modelo la basílica de Santa Sofía de Constantinopla. A parte de seguir aquí el cultoortodoxo, también se coronaban reyes, se daban consejos de Estado y asambleas y fue la sede de la primera biblioteca del país (la foto con la que comienzo este post, con Ganesh posando). Además hay un impresionantecampanario de 76 metros de altura.


Enfrente se encuentra el Monasterio de San Miguel de las Cúpulas Doradas, construida en 1760.


Delante había un cartel de „UEFA Eurocopa 2010 Ucrania“, pues este año se organizará el torneo en Polonia y Ucrania.


Como podéis ver en la foto, en Kiev hay semáforos que indican cuántos segundos quedan para que se ponga en rojo.


Desde aquí se ve el río Dniéper. Según me dijo Hanna, en una orilla se hablá más ruso y en la otra, ucraniano; lenguas que no se parecen tanto como pensaba.
Tomanos una especie de tranvía-teleférico para bajar la colina.


Cuando no podíamos más del frío, nos metimos en un bar a picar algo. Aquí estoy yo esperando a que me atiendan.


Me pedí una ensaladilla ucraniana –que no rusa- de las que tanto me gustan.
¿En serio que le llamáis ensaladilla rusa en Espana? Que sepas que es ucraniana, - me dijo Anna.
Le comenté que también decimos “Montaña rusa” y me contestó que en Ucrania y en Rusia se dice “Montaña Americana”. ¡Qué curioso!
Llegamos en tranvía al Lavra o Monasterio de las cuevas. Pagamos 20 UAH que son algo menos de 2€, sería el ticket más caro que pagaría en Ucrania.




Es un recinto espectacular de 28 ha. lleno de catedrales y museos en donde se pueden ver joyas antiquísimas –incluso del siglo I- y trajes regionales, libros, tesoros, cuadros, etc. No se pueden hacer fotos. También fuimos a unas galerías subterráneas que alberga monjes momificados. Forman dos laberintos de túneles subterráneos, celdas y catacumbas con capillas e iglesias y numerosos nichos que sirvieron de sepultura a los monjes. En término medio ambos laberintos tienen un ancho de 1,5 m y 2 m de altura. Dice Hanna que la llevaron de pequeña aquí y le dio mucho miedo. No me extraña, es un lugar poco iluminado lleno de muertos.

Descubrimos una plaza llena de cúpulas doradas en el suelo, estaban construyendo una nueva iglesia. En total hay diez, no está mal, para este lugar declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.


Desde aquí, se puede llegar andando al complejo memorial de la Gran Guerra Patria de 10 ha. de extensión, visible por su gigantesca estatuta “La madre patria” construida por Yevgeny Vuchetich. Está a 62 metrosde altura sobre el edificio del museo; en total 102 metros y 530 toneladas. La espada en la mano derecha de la estatua es de 16 m de largo y pesa 9 toneladas, además la mano izquierda sostiene un escudo de 13x8m con el símbolo de la Unión Soviética.


Ya habíamos alcanzado los -18°C aunque yo no lo sabía. No distingo -10 o -20°C, para mí el frío es frío.





A parte del museo en el pie de la estatua, el recinto contiene “El callejón de las Ciudades Heroicas” con esculturas que representan la defensa de la frontera soviética de la invasión nazi de 1941, los horrores de la ocupación nazi, la lucha de los partisanos y la batalla de 1943 en el Dniéper.



El museo (3UAH para estudiantes) no sólo alberga muchas fotografías y documentos de la ocupación nazi, sino que también expone muchos objetos como un avión militar estrellado, uniformes, o incluso unos guantes que hicieron los nazis con piel humana de prisioneros.


Hace un mes había visitado el campo de concentración de Buchenwald, que expone los utensilios con los que los Nazis fabricaban este tipo de prendas, pero ver el macabro resultado me impactó aún más.
La planta superior del museo es una sala enorme, el interior del pedestal de la estatua.


Como hacía una rasca de la leche, decidimos pasar unas horas en lasgalerías subterráneas a las que se accede a través del metro de Kiev. Hay muchísimas tiendas y restaurantes. Como si una parte de la ciudad se viviera bajo tierra.
Pero aquí no termina el día. Hanna me llevó primero al Mercado central, en el que se vendía todo tipo de alimentos como caviar, pescado o frutas y flores.



Enfrente de éste hay un museo de arte contémporaneo, la Pinchuk Art Gallery. Un político ucraniano compró este edificio y permite exponer a jóvenes artistas. La entrada es libre, pero hay que dejar la cámara de fotos en el diminuto vestíbulo.
Había obras muy buenas y otras muy locas, como en cualquier museo de arte contemporáneo. Pero algo que no se puede encontrar en cualquier otro es la sección Chernóbyl. Fotos artísticas de gente bajo enormes setas, como la forma de una bomba nuclear; cuadros al óleo de campesinas espantando aliens con una escoba entre sus animales de granja como cerdos y vacas –lo que supongo que quiere decir, que para la gente mayor que vivía en Chernobyl, la energía nuclear era algo desconocido, como los extraterrestres-; o incluso una videoinstalación en la que salía gente practicando sexo en las desiertas calles del lugar de la catástrofe vistiendo trajes metálicos antiradiación. ¡Qué pena no haber podido tomar fotografías!
Volvimos al hostal, ya hacía -20°C y me tenía que tapar la nariz con los guantes porque se me helaba, no sabía si tenía un carámbano de moco colgando porque directamente no la sentía. De vez en cuando, para entrar en calor, nos metíamos en tiendas de ropa. Me sorprendió que a pesar de que en Ucrania los sueldos son muy bajos, la ropa costaba lo mismo que en Espana.


Esa noche dormí muy bien, pues aunque había reservado una cama en una habitación para 16 personas, yo era la única huésped. Es lo que tiene viajar en temporada baja. Esta vez el dueño del hostel no intentó emborracharme.


Al día siguiente fuimos al mercadillo junto a la iglesia de San Andrés.
El tiempo era horrible: -20°C y viento con partículas de hielo. Observamos unos osados chavales grabando una escena en la plaza de Santa Sofía.


En el mercadillo había sobre todo gorros peludos, diversos productos soviéticos y las famosas muñecas matrioshkas. Eso sí, también fabrican las muñecas representando a Michael Jackson, Madonna o políticos varios ucranianos, especialmente la ministra Yulia Tymoshenko, con su conocido peinado de trenzas.


Me compré una camiseta de Che Burashka, una mezcla entre Mickey Mouse, el monigote de Matutano y Che Guevara. En realidad se trata de un dibujo animado ucraniano para niños.


Ya era hora de tomar un minibús a Mlyniv, el pueblo de Hanna. El pasajero de al lado –un hombre como de 50 años- comenzó a contarnos anécdotas, que supongo que se las inventaba, pero eran graciosas.

“El otro día un taxista me dijo que le tenía que pagar 14 UAH, yo llevaba 15, así que dio una vuelta adicional a un árbol para que el viaje costar 15UAH”.
Humor ucraniano, sí señor :)