domingo, 23 de mayo de 2010

Una ex base de submarinos en Ucrania esconde sus secretos de la Guerra Fría

BAHÍA DE BALAKLAVA, Ucrania, 23 Mayo 2010 (AFP) -

Los pies chapotean en el agua de un oscuro pasillo subterráneo de la ex base de submarinos de la era soviética de Balaklava, en el sur de Ucrania, que a pesar de haber sido transformada en un museo, está lejos de librar todos sus secretos.

La construcción de esta fortaleza subtarránea en los suburbios del puerto de Sebastopol en Crimea fue lanzada en el punto más álgido de la Guerra Fría.

El poder soviético de entonces no había escatimado en recursos: el complejo, de una superficie de 15.000 m2, fue cavado en la roca, a un centenar de metros de profundidad para resistir a un ataque nuclear. La obra titanesca fue terminada en 1961 luego de ocho años de trabajos ininterrumpidos.

La elección del sitio no fue al azar. La bahía de Balaklava, de agua color turquesa, es invisible desde el mar abierto por el zigzagueo de los montes de Crimea.





Esta base secreta albergaba el arsenal de la flota soviética del Mar Negro, incluso sus ojivas nucleares así como los talleres de reparación para los submarinos, que ingresaban en el complejo a través de un canal de 600 metros cavado en la montaña.

Equipada con sistemas de purificación de aire, importantes almacenes para alimentos y medicamentos, la ciudadela podía albergar hasta 3.000 personas con la capacidad de permanecer autónomas durante un mes.

Pero los tiempos cambiaron y los militares cedieron el lugar a los turistas. Unos 100.000 visitan cada año el sitio, transformado en museo en 2003.

"En esta base se almacenaban unas sesenta ojivas nucleares en contenedores especiales", comenta la guía, Ksenia Liajovska, mostrando el segmento de un túnel. "Hoy no queda nada", precisa para tranquilizar a los presentes.

Con la desaparición de la Unión Soviética en 1991, Ucrania heredó parte de su arsenal nuclear, armamento al que renunció para transferirlo a Rusia.

Luego de décadas de vivir en el mayor de los secretos, la partida de los submarinos permitió a los habitantes de Balaklava tener una vida normal. En tiempos de la URSS, hasta el nombre de esta localidad había sido borrado de los mapas.

"Incluso nosotros, habitantes de Sebastopol, que también era una ciudad cerrada, no podíamos ir a Balaklava sin un salvoconducto especial", recuerda el director del museo, Olexandre Politov.

Cuando se desmembró el bloque soviético, la base sufrió de lleno el caos político y social. Los habitantes de las localidades vecinas la saquearon de arriba a abajo.

"Cuando comenzamos a preparar el museo era un desastre. Todo lo que se podía mover fue robado: tubos, cables... No había más electricidad, los muros estaban negros por el humo", comenta Liajovska.

Lo que se expone es un tanto modesto, armas de la época soviética, pedazos de submarinos, objetos personales de militares, pero el espíritu de la época sigue presente, resumido por una amplia inscripción en una pared: "Preserve el secreto de Estado".

Y la base parece guardar sus misterios. Los habitantes de la región cuentan una leyenda según la cual esta fortaleza sería "cuatro veces más grande" de lo que se conoce. Los responsables del museo reconocen que no cuentan con todas las informaciones.

"Todo lo que realizamos lo logramos en base a los testimonios de ex militares. ¡No tenemos ningún documento!", cuenta el director.

Sus colaboradores descubrieron un pasillo, con la entrada sellada, cuyo destino exacto aún no se conoce. Y no pueden excluir la existencia de otras galerías aún escondidas.

"Los documentos sobre la base todavía permancen clasificados en los archivos de la flota soviética de San Petersburgo, y Rusia no quiere divulgarlos", explica Liajovska.