domingo, 28 de junio de 2009

La guerra del gas acecha de nuevo


La guerra del gas acecha de nuevo
PACO SOTO VARSOVIA
La crisis del gas entre Rusia y Ucrania, que el pasado mes de enero golpeó a buena parte de Europa, sobre todo a los países poscomunistas, podría a volver a estallar en julio. Cabe la posibilidad de que las industrias, hospitales y transportes públicos de Rumanía, Bulgaria, Hungría, Serbia y Croacia se paralicen y miles de ciudadanos de estos países vuelvan a cocinar con leña y a ducharse con agua fría.
El 7 de julio, Kiev tiene que pagar a Moscú sus importaciones de gas y no dispone ni de liquidez suficiente ni de créditos internacionales que le permitan hacer frente a sus obligaciones. Moscú ha advertido de que si no hay dinero cortará el grifo del suministro y la UE se prepara para capear el temporal.
Hace casi siete meses Moscú, como ya había hecho en enero de 2006, suspendió el suministro de gas a Kiev. Según la versión oficial rusa, Vladimir Putin dio la orden de cerrar el grifo al presidente de la empresa estatal Gazprom, Alexei Miller, para impedir el robo de gas ruso por parte de Kiev, una acusación que los dirigentes ucranianos rechazaron.
Tras tres semanas de conflicto, Moscú y Kiev llegaron a un acuerdo sin base sólida y duradera, porque choca con las estructuras económicas oligárquicas de Rusia y Ucrania, y la falta de unidad y debilidad política de la UE, que importa de la Federación Rusa el 42% de sus necesidades energéticas. «Se dan las condiciones para una nueva guerra del gas entre rusos y ucranianos, y si ocurre afectará sobre todo a los países más pobres del Este de la UE», advierte el analista polaco de política internacional Andrzej Szeptycki.
El 80% del gas ruso, tan necesario para la economía y la vida de millones de europeos, transita por territorio ucraniano. Países como Eslovaquia, las repúblicas bálticas y Finlandia dependen totalmente de las importaciones de gas ruso. Polonia, Chequia, Hungría y Rumanía, además de Austria y Grecia, compran el 60% de este hidrocarburo a Moscú.
Los grandes países de la UE como Alemania, Francia e Italia también necesitan del gas ruso. España dejará de ser uno de los pocos Estados comunitarios que no lo compre porque el pasado mes de abril el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y su homólogo ruso, Dimitri Medvédev, firmaron en Madrid un acuerdo en materia energética que abre las puertas del mercado ruso a las empresas españolas.
«Esta realidad demuestra que Europa está en manos de Rusia en materia energética», asegura Szeptycki. Los dirigentes rusos lo saben y preparan el terreno para lo que pueda ocurrir en julio.
En la cumbre entre la UE y Rusia de Khabarovsk, el pasado mes de mayo, Medvédev manifestó que no descarta una nueva crisis del gas con Ucrania porque pone en duda la capacidad de este país para pagar sus importaciones energéticas. Después, Vladimir Putin, en una entrevista con el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, planteó que si la UE no ayuda a Kiev corre el riesgo de hacer frente a otra interrupción del suministro de gas ruso.
Frente a esa amenaza, la CE envió a Moscú y Kiev un equipo de ocho funcionarios para estudiar los factores que podrían desencadenar una nueva guerra gasística. La UE, que en marzo pasado firmó un acuerdo con Ucrania para modernizar la red de gas de la ex república soviética, contempla la situación con preocupación, según reconoció hace unos días Durao Barroso.
De momento, Bruselas sólo se ha comprometido a estudiar los medios para ayudar a Ucrania a pagar sus facturas de gas ruso. Moscú asegura que Kiev necesita de unos 5.000 millones de dólares para comprar gas suplementario a Gazprom antes de que llegue el invierno, pero Bruselas no tiene dinero para esta partida, aunque Ucrania es la ex república soviética que mayor nivel de cooperación mantiene con la UE. Por todo ello. Putin hizo saber esta semana que no está dispuesto a socorrer a Ucrania, que ya está en manos del Fondo Monetario Internacional (FMI), porque «carecemos de recursos para este fin y tenemos que realizar nuestros propios objetivos».
El pasado mes de marzo, Moscú ya amenazó a Kiev con cortarle el suministro de gas si no pagaba la factura por dicho combustible. Los dirigentes ucranianos, que luchan entre sí por el control del poder económico y político en el país, cumplieron con su compromiso y evitaron males mayores. Nada indica que lo puedan conseguir el 7 de julio.

La 'Dimensión nórdica' desembarca en la UE

Este miércoles, Suecia asume la presidencia de la Unión Europea y lo hace en momentos de considerable dificultad para la organización. Un país con experiencia limitada en los asuntos comunitarios y una vocación europea escasa -se adhirió en 2005 porque su sistema productivo no soportaba mantenerse por más tiempo al margen del mercado único, pero aún no forma parte del euro y su identificación con el proyecto común es superficial-, va a tener que gestionar la entrada en funciones del Tratado de Lisboa si, como parece indicar, los irlandeses lo refrendan a comienzos de octubre.
Se trata de una tarea ingente porque los cambios institucionales previstos en el nuevo documento generarán tensiones políticas y confusiones inevitables en la escena continental. En este sentido, dos de sus actores principales, la Comisión y la Eurocámara, estrenarán mandato en su transcurso o inmediatamente después. La designación del nuevo presidente de la UE y de su ministro de Exteriores -que preservará la denominación de Alto Representante para la Política Exterior y que se convertirá automáticamente en vicepresidente de la Comisión- constituyen cometidos políticamente delicados que la presidencia sueca deberá gestionar.
Y por si esa tarea no fuera suficiente, al país escandinavo -que será sucedido por España en enero de 2010- le va a corresponder pilotar la salida de la UE de la crisis económica; ser la cabeza visible de los Veintisiete en las difíciles negociaciones sobre el post-Kioto en la cumbre que tendrá lugar en Copenhague el próximo diciembre; orientar las aspiraciones de Turquía a la integración en la UE y comandar los últimos esfuerzos para facilitar el acceso de Croacia, y quizás Islandia, a la Europa comunitaria. Todo ello, además, en el marco de una agenda internacional muy densa, que comprende, entre otras, cumbres bilaterales con Rusia, Ucrania, India, China y Sudáfrica.
Carl Bildt, el ministro sueco de Exteriores, y Cecilia Malmström, responsable de la cartera de Relaciones con la UE en el Gabinete del conservador Fredrik Reinfeldt, decían ser conscientes de las dificultades con las que Estocolmo se va a topar durante su mandato al frente de la UE, que hace el segundo de su historia en la Europa comunitaria. La crisis económica, en particular, distorsiona alguna de las prioridades continentales de los últimos años, como la lucha contra el cambio climático. Hay abierto un debate en la UE sobre la conveniencia de mantener la agenda y los objetivos ya definidos, en vista de los titubeos que se detectan en otras grandes economías mundiales, como la de EE UU. La nueva presidencia comunitaria, sin embargo, no quiere secundar esa discusión.
Ejemplo energético
En marzo, Suecia presentó una agenda nacional para reducir un 40% las emisiones de gases de efecto invernadero no comprendidos en el mecanismo europeo de intercambio de derechos de emisión en 2020, y lograr con ello una economía neutral en vertidos de carbono para mediados de la década. Las inversiones en eficiencia energética son fundamentales en el planteamiento y Estocolmo espera difundir su ejemplo entre los demás socios comunitarios.
Toda presidencia europea tiene sus sensibilidades y la sueca no lo iba a ser menos. La que se denomina 'Dimensión nórdica' de la UE va a ser potenciada por Estocolmo, que verá la manera de dinamizar la Asociación Oriental a través de la cual los países de la zona, con Suecia y Polonia a la cabeza, pretenden favorecer la aproximación de Ucrania a la UE, entre el recelo de los demás, de Alemania en especial. «La nueva estrategia para el mar Báltico», enunciada por el Gabinete de Reinfeldt, busca precisamente eso: desplazar el peso de la UE hacia el noreste.

Ucrania: el partido de Yuchenko quiere abandonar coalición con Timochenko

El partido del presidente ucraniano, Víctor Yuchtenko, llamó el sábado a sus diputados a abandonar la coalición gubernamental pro-occidental con la primera ministra, Yulia Timochenko, cuyas relaciones con el jefe de Estado son muy tensas, informó la agencia Interfax.

Algunos parlamentarios estiman que esta decisión podría desembocar en la descomposición total de la alianza gubernamental, mientras que otros lo niegan.

"Ordenamos a los diputados miembros del partido, retirar sus firmas de la declaración sobre la creación de la coalición", estipula la resolución adoptada durante un congreso del partido presidencial Nuestra Ucrania el sábado en Kiev. No tiene, sin embargo, ningún valor obligatorio.

"No estamos de acuerdo con las actividades populistas y no profesionales de la primera ministra", agrega el documento, citado por Interfax.

La coalición gubernamental pro-occidental fue formada por el bloque Timochenko y el grupo parlamentario compuesto por el partido presidencial y la formación Autodefensa Popular. A continuación, el pequeño bloque Volodymyr Lytvyne se sumó.

Actualmente, sólo los diputados de Nuestra Ucrania forman parte de la alianza gubernamental.

"La coalición fracasará debido a la decisión del partido" Nuestra Ucrania, preconizaba esta semana una de sus diputadas, Ksenia Liapina.

Sergui Michtchenko, del bloque Timochenko, pensaba lo contrario. "Un congreso de Nuestra Ucrania no es suficiente para que este partido abandone la coalición", subrayó.

El abandono debe ser votado por la mayoría de los diputados del grupo parlamentario del que forma parte Nuestra Ucrania, algo difícil de lograr, según él.

Yuchenko y Timochenko se aliaron durante las tumultuosas presidenciales de 2004 que les llevó al poder. Desde entonces se han convertido en grandes enemigos y ambos son candidatos a los próximos comicios presidenciales previstos en enero de 2010.