Galina Nedelko es una joven de 20 años de Sukachi, un pueblo de la región de Chernihiv, al norte de Ucrania, situado a 48 kilómetros de la central nuclear de Chernóbil. Cuando el 26 de abril de 1986 explotó el cuarto reactor, provocando el accidente nuclear más grave de la historia, del que dentro de cuatro meses se cumplen 25 años, Galina no había nacido. Su pueblo, a 10 kilómetros de la zona de exclusión inhabitable por la contaminación, quedó muy afectado por la radiación.
"Me impactó ver el mar e ir a la playa", recuerda la joven ucraniana
La entidad ha ampliado su campaña para captar familias de acogida
Hoy, Galina estudia Filología Ucraniana en la Universidad de Kiev y vive en un residencia para estudiantes. En un perfecto español salpicado de expresiones en euskera que muestran una buena dicción con los idiomas, cuenta por teléfono a EL PAÍS que echa mucho de menos sus veranos en Euskadi. "Me impactó salir de mi país, ver el mar e ir a la playa", recuerda.
Galina no sólo es una joven preparada que ha viajado. Tiene los pulmones más limpios y sus defensas han mejorado. Los últimos 11 años ha pasado los meses de julio y agosto en San Sebastián, conviviendo con la misma familia de acogida. Cuando tenía nueve años llegó por primera vez con la Asociación Chernóbil Elkartea.
Miren, de 66 años, su madre de acogida, no olvida el día en que la conoció: "Fui a agarrarla y me rechazó. Me quedé cortada, pero solo fue el principio. A partir de ahí fue una experiencia preciosa. Hemos estado siempre muy contentos con ella, porque se adaptó muy bien en la familia y se integró en el barrio. Era una niña muy querida".
La historia de Galina es una más de los cientos que se han sucedido a lo largo de los 16 años de vida de la asociación. Desde que se creó en 1996, un total de 3.178 menores ucranianos han conocido Euskadi gracia a ella. Su objetivo es facilitar a los niños afectados por la radiación de Chernóbil una vía de escape para regenerar su sistema inmune.
"La radiación merma sus defensas. Son niños con mucha debilidad y por eso tienen que respirar aire puro y comer sano para afrontar los duros inviernos de Ucrania", explica Miren Izaguirre, presidenta de la entidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que estos niños salgan 40 días al año de la zona contaminada para poder fortalecerse. Estudios realizados por este organismo internacional concluyen que si lo hacen durante cinco o seis años consecutivos resulta suficiente para que el cuerpo haya regenerado sus defensas como para llevar una vida adulta sana.
Galina habla emocionada de sus dos familias, la vasca y la ucraniana. El año pasado, regresó a San Sebastián a cargo de la familia de acogida, pues por edad ya se encuentra fuera del programa de la asociación. "Ahora que no puedo salir de mi país, porque es complicado, me doy cuenta que he sido muy afortunada por convivir con mi familia vasca y por conocer otra cultura. Es una experiencia que se la recomiendo a todos", explica.
Reconoce, eso sí, que no siempre fue fácil. Las dos primeras semanas tuvo que gesticular para poder comunicarse. Ahora, el castellano es su segunda lengua, sigue estudiándola en la universidad para no olvidarla y la practica a través de redes sociales como Facebook en las que contacta con sus amigos.
La Asociación Chernóbil Elkartea se encuentra en plena campaña informativa para captar a nuevas familias de acogida. Desde hace dos años, la mantiene entre octubre y enero porque ha visto que los ciudadanos necesitan tiempo para decidirse. Este año, 220 niños ucranianos repetirán con sus familias y se espera que las nuevas incorporaciones alcancen las 53 de 2010.
El año más solidario fue 2008, cuando llegaron al País Vasco 397 menores, de los que 120 lo hacían por vez primera. "La crisis influye en estos momentos. Hay menos alarmismo, pero la gente esta más metida en la crisis, cuesta dar el paso y eso se entiende", como asume Izaguirre.
Dentro del proceso de selección, los niños ucranianos tienen que cumplir una serie de requisitos para poder entrar en el programa. Entre ellos figura residir en la zona contaminada por la radiación, querer realizar la estancia, dado lo que supone pasar dos meses con unos desconocidos, y que sus familias en Ucrania carezcan de medios económicos para poder sacarlos de la zona contaminada.
"Una de las características de nuestra asociación es que conocemos personalmente a los niños que vienen. Viajamos dos veces al año, cuando vienen y cuando se van, y formamos parte de la selección", explica Izaguirre, quien tiene dos hijos y lleva años acogiendo a tres hermanos ucranianos durante el verano.
El programa
- La Asociación Chernóbil Elkartea ha permitido en los últimos 15 años que un total de 3.178 niños y jóvenes ucranianos pasen los veranos acogidos por familias vascas. Integrada por 50 voluntarios, cuenta con 232 socios. El año pasado, 208 menores ucranianos repitieron y se sumaron 53 nuevos.
- La asociación ha extendido su campaña informativa de octubre a enero para captar a nuevas familias que deseen colaborar en el proceso de acogida. Para ello facilita más información en la página www.asociacionchernobilelkartea.blogspot.com y en el teléfono 670 419 078.
- El objetivo del programa es que los niños ucranianos pasen dos meses de verano fuera de la zona contaminada para que regeneren su sistema inmunológico