miércoles, 12 de enero de 2011

Hasta el próximo verano

Nadie tiene dudas. Las oportunidades para desarrollar un futuro más alentador se dan con mayor frecuencia en España que en Ucrania. Cambios de Gobierno, mayores luces de esperanza, pero “allí jugamos con desventaja y que los niños conozcan la realidad de un país como España es sin duda positivo para ellos”. Así lo conciben padres de acogida y responsables de las entidades que hacen que sea posible “un sueño para todos estos niños hecho realidad”. Ayer visitaban la ciudad e intercambiaban opiniones sobre la acogida en Ceuta. “Estupenda”, explicaba la presidenta de la ONG de Niños de Ucrania, Lola Pérez Vázquez.
Ucrania es un país rico “pero necesita un empuje”, explica uno de los padres ceutíes que abre las puertas de su hogar a niños de allí desde hace años. Se irán tras disfrutar con ellos las fiestas navideñas y volverán en verano. Hay que mojarse. El que piense que es cruel ofrecer la posibilidad de conocer un mundo más acomododado a un niño y devolverle al sitio de partida se equivoca. “Entonces si te invitan a comer a un buen restaurante no vayas, porque luego vuelves a tu casa y la comida no es así”. El ejemplo es sencillo. Como lo es el ser solidario. En Ucrania comen dos veces al día caldo con tocino, manzana y si es fiesta, les toca chocolate y un plátano y apenas tienen ropa de abrigo con temperaturas por debajo de los 30 grados. “Con el dinero que antes adquirías fruta o carne, ahora compras harina o aceite, cosas esenciales”, explica la directora de uno de los orfanatos que colaboran con Ceuta, Luba Shamento, que ha visitado la ciudad para comprobar el desarrollo de la estancia de los niños y las relaciones con sus padres. “Están felices y luego allí hablan en español, tratan con cercanía a estas personas que antes eran extraños para ellos”. Rosa es una de las madres de acogida. Recomiendo “sin dudarlo” la experiencia. A los padres que piensan que luego devolverlos a la cotidianeidad de las paredes del orfanato les dice que “cuando les acojes les llamas una vez a la semana, sienten que tienen aquí una familia y ellos están más felices”. Lola recuerda las palabras de uno de los niños que una vez explicaba que “antes cuando se acostaba a dormir en el internado en Ucrania soñaba en negro y desde que tiene familia de acogida sueña en colores, el color de la playa, de las caras de sus padres de acogida, de sus amigos,...”. A su lado, la directora de uno de los orfanatos que colaboran con la entidad, asiente. Conoce muy de cerca a los niños. Todos pueden ser acogidos pero algunos nunca lo han probado por falta de padres. Hacen un llamamiento.
Las partes implicadas en el proceso coinciden: “es maravilloso. No hay que dejar de hacer las cosas por miedo por ejemplo a pillarles cariño”, comenta la presidenta de Digmun, Maribel Lorente. Esta vida es para vivirla y ofrecer a los que no tienen posibilidades las cosas buenas que se presentan. Hay mucha gente solidaria. Ayer, la tienda ‘Caprichos’ entregó regalos a todos los huérfanos que siguen en Ceuta de visita navideña con sus familias. Digmun lo agradece. Los niños también. Sueñan mejor.

“Es evidente que los niños de allí juegan con desventaja”

Responde sin dilación a las críticas de los que creen que “es necesario ayudar a los de aquí antes que a los de allí” y explica que “aquí duermen calientes, comen bien, en las casas de acogida existen asistentes sociales y personal especializado. En Ucrania hay menos medios y el desastre de Chernobyl sigue trayendo consecuencias”. La ONG no ceja en su empeño de mejorar las condiciones de vida de los niños cuando están allí. Tras colaborar en las reformas y acondicionamiento de un internado con los 5.000 euros recaudados en Ceuta a través de Digmun, ahora se afanan en buscar una familia para que una niña estudie. “Siempre hay gente dispuesta a ayudar”.

“Venir les permite desarrollarse física y psicológicamente”

Luba Shamento es la directora del Internado de Lutugino en la provincia ucraniana de Lugansk. Sabe muy bien lo que significa para los 154 huérfanos, la posibilidad de ser acogidos temporalmente. “Se desarrollan tanto físicamente con la riqueza gastronómica del lugar, como psicológicamente porque contar con el cariño de una familia que también está presente en la distancia les ayuda mucho”, explica. Los niños de su orfanato llevan viniendo a Ceuta desde hace seis años y si bien es chocante “la libertad que tienen los niños españoles en comparación a los ucranianos, no hay más diferencias entre ellos lejos también de las mejores oportunidades de desarrollarse laboralmente”.

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