lunes, 1 de septiembre de 2008

Tras el apoyo verbal a Georgia ¿Hasta dónde llegarán la UE y EEUU?

Después de haber brindado apoyo verbal a Georgia en su conflicto con Rusia ha llegado la hora de la verdad: ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar Europa y Estados Unidos en su respaldo a Tiflis?
"La semana entrante y en particular la cumbre de la UE serán decisivas. Es un momento decisivo para Georgia", afirmó Georgi Jutsishvili, director del Centro Internacional sobre Conflictos y Negociaciones.
"Quedará claro si el mundo está unido contra las acciones de Rusia en Georgia", consideró.
La Unión Europea (UE), a la cual Georgia aspira a adherir, celebrará el lunes en Bruselas una cumbre extraordinaria convocada días atrás por la presidencia francesa. Y el martes, el vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, cumplirá una visita a Georgia, a donde llegarán más barcos estadounidenses con ayuda humanitaria.
Las capitales occidentales condenaron la entrada de tanques rusos en Georgia, el 8 de agosto, al día siguiente de que Tiflis lanzara una operación militar para recuperar el control de la región rebelde georgiana pro rusa de Osetia del Sur.


Rusia sigue ocupando puntos del norte de Georgia y además, la semana pasada, reconoció como Estados independientes a Osetia del Sur y a Abjasia, la otra región rebelde del noroeste de Georgia.
Debido a la dependencia europea del gas ruso y a la necesidad de Estados Unidos de que Rusia lo apoye frente a Irán, Occidente quizá no sea capaz de satisfacer íntegramente las esperanzas georgianas.
Algunos georgianos sienten que se ganaron el derecho a la protección.
Desde que el presidente georgiano Mijail Saakashvili llegó al poder, en 2004, su país de unos cinco millones de habitantes se ha esforzado por integrarse en Occidente y formar parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
"Esperamos que la cumbre de la UE apoye a Georgia, no solamente con palabras, sino con acciones", explicó a la AFP el ministro georgiano para las regiones separatistas de Abjasia y de Osetia del Sur, Temur Yakobashvili.
"No se trata de aislar a Rusia", precisó Yakobashvili "pero esperamos sanciones, no contra la gente, sino contra la élite política" rusa, aclaró.
Yakobashvili también llamó a Europa a ayudar en la reconstrucción de la infraestructura destrozada por los bombardeos rusos y a facilitar visados para los georgianos.
La visita de Cheney a Tiflis, en el marco de una gira que lo llevará a Azerbaiyán y a Ucrania, será otro indicador del apoyo de Occidente a Georgia.
Estados Unidos envió ayuda humanitaria a Georgia por vía aérea y marítima en las últimas tres semanas. Probablemente la semana entrante llegue a la zona el "USS Mount Whitney", un buque de la VI flota.
Estas misiones llevan ayuda a los georgianos, pero también envían un mensaje a las fuerzas rusas, que controlan parte de la costa georgiana, diciendo que no se les permitirá bloquear el país.
Pero no está claro hasta dónde llegará la presión de la saliente administración estadounidense frente a Rusia.
Georgia ha contado con el apoyo del presidente George W. Bush y se supone que el gobierno de Tiflis no será abandonado en estos tiempos difíciles.
El secretario del Consejo Nacional de Seguridad de Georgia, Alexander Lomaia, indicó que Cheney hablará sobre la situación de los gasoductos que cruzan el país, un elemento clave en las relaciones con Occidente desde que elude a Irán y Rusia.
"Pensamos que el principal punto de las conversaciones será la seguridad de los ductos de petróleo y gas", dijo Lomaia.
En todo caso los georgianos de a pie cuentan con el apoyo de Occidente.
Creo que se ha calmado (la situación) porque el mundo entero nos ha apoyado. Rusia ha cometido un gran error", opinó Besik Devdariani, de 34 años.
"Somos un pequeño pueblo y necesitamos que nos defiendan de estos bárbaros. Sólo la UE y Estados Unidos pueden hacerlo", aseguró Ioana Maisaya, de 50 años, en la elegante avenida Rustaveli de Tiflis.

La UE busca una posición común frente a Rusia

Los dirigentes europeos ponen hoy a prueba su capacidad para actuar unidos frente a Rusia en la cumbre extraordinaria convocada por el francés Nicolas Sarkozy, presidente de turno de la UE. Descartadas las sanciones a Moscú, como propugnaban los países de la llamada Liga Norte -Reino Unido, Suecia, Polonia y los tres Estados bálticos-, la mayoría de países de la UE se inclina por una condena "firme" al Kremlin tras el reconocimiento de la independencia de los territorios georgianos de Osetia del Sur y Abjazia.

Descartadas las sanciones, la Unión se inclina por una condena "firme"
La guerra de Georgia puede facilitar el ingreso de Ucrania y Moldavia
La UE exigirá el cumplimiento total del acuerdo de seis puntos alcanzado entre Moscú y Tbilisi a mediados de agosto, que permitió parar la guerra. Uno de los puntos establece la retirada de las fuerzas militares de Rusia "a las posiciones previas al estallido de las hostilidades", aunque prevé que las fuerzas de paz de este país implementen medidas adicionales de seguridad hasta que sean sustituidas por un mecanismo internacional. Los jefes de Estado o de Gobierno debatirán hoy las líneas maestras de este mecanismo internacional.
El Consejo Europeo tiene previsto enviar una misión de observadores a la zona para garantizar el cumplimiento del acuerdo de seis puntos: no recurrir a la fuerza, fin definitivo de las hostilidades, facilitar acceso a la ayuda humanitaria, retirada de las fuerzas de Georgia a sus bases y las de Rusia a sus posiciones antes del estallido y apertura de conversaciones internacionales.
El consejo expresará su total apoyo a Georgia y analizará el nuevo marco de relaciones con la Unión que se está creando tras el conflicto. En este sentido, el ministro de Exteriores sueco, Carl Bildt, manifestó en una entrevista en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, que la UE debería acelerar sus planes por una asociación con las antiguas repúblicas soviéticas.
La crisis puede facilitar el camino a entrar en la Unión a países como Ucrania y Moldavia. Michael Emerson, investigador del Centro para el Estudio de la Política Europea (CEPS) sugiere en un informe que, con ocasión de la cumbre UE-Ucrania del próximo septiembre, "deberían extenderse las perspectivas reales de Ucrania cuando cumpla los criterios de convergencia y un sólido funcionamiento de su democracia y Estado de derecho".
A pesar de la línea dura expresada en los países de la llamada Liga Norte, Sarkozy descarta la vía de las sanciones y apuesta por "un diálogo firme" con Moscú. Con esta misma posición coincidió el ministro de Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier. "Necesitamos un papel de Europa fuerte y sensible para permitir la vuelta a la razón y a la responsabilidad", afirmó.
Frente a este enfoque que prioriza la exploración de soluciones diplomáticas, el primer ministro británico, Gordon Brown, arremetió contra Moscú con una clara advertencia de que no chantajee a Europa con la energía. "No puede permitirse a ningún país el dominio energético de Europa", advirtió en un artículo publicado en The Observer. El líder laborista exigió a Rusia que reconozca "la integridad territorial de Georgia y retire sus tropas".
El dirigente británico llama al Kremlin a aceptar "los mecanismos internacionales para afrontar estos conflictos". A la vista de la respuesta que dé Moscú, Brown considera que la UE debería "revisar completamente" las relaciones con Rusia.
Bruselas y Moscú intentan ampliar el Acuerdo de Asociación, cuyas negociaciones estuvieron suspendidas 18 meses por el veto de Polonia. "Mi mensaje a Rusia es simple", escribe Brown. "Si queréis ser bienvenidos en las cúpulas de organizaciones como el G-8, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y la Organización Mundial de Comercio", precisa, "debéis aceptar que los derechos conllevan responsabilidades". En su opinión, si Rusia tiene una queja sobre un asunto como el de Osetia, "debe actuar multilateralmente por consenso en lugar de unilateralmente por la fuerza".
En su artículo, Brown sitúa la guerra de Georgia en el marco del fuerte crecimiento del poder económico de Rusia, cuyo comercio se ha multiplicado por cuatro por la subida del precio del petróleo. Con el telón de fondo de la dependencia energética, Brown anuncia que presionará a los líderes europeos en la cumbre que celebran hoy en Bruselas para que "aumenten los fondos para un proyecto que nos permita aprovisionarnos energéticamente del mar Caspio y reducir nuestra dependencia de Rusia".

Ucrania, otro tema candente

La invasión de Rusia a Georgia ha convertido en un tema candente la posibilidad del ingreso de Ucrania en la Unión Europea.
Ucrania tiene esperanzas de que una cumbre con la UE en septiembre permitirá que sea reconocida como posible miembro del bloque de naciones europeas. Ucrania exige también una zona libre de comercio y viajes sin necesidad de visa de sus ciudadanos a la UE.
Tales acciones, señala Ucrania y sus partidarios en la UE, ayudarían a sellar vínculos entre la ex república soviética y Europa, y podrían evitar que Rusia intente entrometerse con su vecino occidental.
Sin embargo, las naciones de la UE están divididas. Francia y Gran Bretaña, junto con países nórdicos y del Este de Europa desean incorporar a Ucrania. Pero Alemania, España y Austria se han mostrado renuentes a aceptarla. Los gobiernos de esos países temen una inundación de mano de obra barata.
A raíz de esa reticencia, la UE se ha negado a ofrecer a Ucrania inclusive la posibilidad de una asociación en el largo plazo. En cambio, ha agrupado a Ucrania con países del Medio Oriente y del norte de África en un "programa de vecindad" que ofrece vínculos económicos más profundos, pero ninguna perspectiva de ingreso.
Sin embargo, la invasión rusa a Georgia, luego que Georgia invadió su provincia separatista de Osetia del Sur —siendo rechazada por los rusos de manera fulminante—, ha provocado un reexamen de esa estrategia.

La dependencia europea de Georgia

El conflicto entre Rusia y Georgia ha puesto de manifiesto la valiosa ubicación geoestratégica del pequeño país caucásico. Los oleoductos que atraviesan su territorio son la pieza clave del plan de la Unión Europea para disminuir su dependencia energética de Rusia. Mientras, para Moscú, los puertos georgianos aparecen como una tentadora alternativa para su flota del mar Negro, fondeada ahora en Sebastopol bajo el auspicio de un aspirante a ingresar en la OTAN (Ucrania), y rodeada por las costas de miembros de la Alianza Atlántica.
La debilidad de Georgia ante los tanques rusos ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de los planes europeos de abrir un «cuarto corredor» para el gas natural que abastece los hogares europeos, que sirva como alternativa al que proviene de Noruega, de Argelia y, sobre todo, de Rusia (los tres países producen la mitad del gas que consume Europa).
La necesidad de diversificar las fuentes del abastecimiento energético la situó en el corazón de la agenda comunitaria la entonces comisaria de Transporte y Energía, Loyola de Palacio, con la publicación en noviembre de 2000 de un libro verde sobre seguridad energética. Las cifras que contenía fueron ratificadas por la Comisión Europea en marzo de 2006: «En los próximos 20 ó 30 años, un 70 por ciento de las necesidades energéticas de la Unión se satisfarán mediante productos importados, frente al 50 por ciento actual».
La gran apuesta europea es el proyecto conocido como Nabucco, un gasoducto de 3.400 kilómetros que para el año 2012 debería encaminar el gas de grandes productores como Azerbaiyán, Turkmenistán o Kazajastán a los consumidores europeos sin pasar por suelo ruso. El gasoducto utilizaría las infraestructuras georgianas para conectar Bakú (capital azerí) y Austria vía Turquía, Bulgaria, Rumanía y Hungría. Una ruta mucho más segura que las tuberías rusas, y que en el futuro podría conectarse también con Irán, país que alberga las segundas mayores reservas de gas natural.
Pero su viabilidad ha quedado en entredicho con los proyectiles rusos cayendo a escasos kilómetros del Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC), el único oleoducto en funcionamiento (desde 2005) que lleva el petróleo del Caspio al Mediterráneo sorteando Rusia. «Después del conflicto militar con Rusia, Georgia ya no puede aparecer en los mapas de gas y petróleo como una ruta de tránsito segura», declaraba recientemente Pavel K. Baev, experto del International Peace Research Institute de Oslo.
España, a salvo
El mensaje lanzado por la artillería rusa reitera de manera brutal la voluntad que Moscú ya había mostrado de utilizar el «arma energética» para amedrentar a sus vecinos. En 2006, por ejemplo, interrumpió el suministro de gas a Ucrania, mientras que este verano ha recortado el 50 por ciento del flujo de gas a la República Checa como castigo por la instalación del escudo antimisiles de EE.UU. España parece a salvo puesto que importa su gas de países como Argelia, Nigeria y Trinidad y Tobago, pero el 19 por ciento del petróleo proviene de Rusia. La dependencia del gas ruso es mucho más grave en países como Alemania (36 por ciento), Polonia (47 por ciento), y Eslovaquia y Bulgaria (100 por cien).
La compañía estatal rusa, Gazprom, ha lanzado además con Italia un contraproyecto conocido como South Stream, y ha firmado ya acuerdos con compañías italianas, búlgaras y austriacas. Una estrategia que «hace languidecer los planes de alternativas que circunvalen Rusia», según un reciente estudio de «The Economist».

Estrasburgo se derrumba y Bruselas toma la delantera

Golpe a la sede europarlamentaria de Estrasburgo
Del 1 al 4 de septiembre, la primera sesión plenaria del nuevo curso político se celebrará en Bruselas en vez de en Estrasburgo. Esta decisión excepcional la ha tomado Hans Gert Pöttering, Presidente de la Eurocámara, tras el desplome, el 7 de agosto, de parte del techo del moderno edificio parlamentario de Estrasburgo. Un golpe más a las pretensiones de quienes desean que las sesiones del parlamento europeo sigan dividiéndose entre Estrasburgo y Bruselas.
Europa ante el matón ruso
El prsidente de turno de la UE, Nicolas Sarkozy, junto a dirigente de Georgia, Mijaíl Saakashvili Foto, Presidencia de la UEFrancia, que ostenta la presidencia semestral de la UE, organiza hoy lunes 1 de septiembre una cumbre europea extraordinaria de responsables de Asuntos Exteriores de los veintisiete para ponerse de acuerdo sobre las adoptar sanciones contra Rusia tras su comportamiento en el conflicto de Georgia. A pesar de las duras palabras que Bernard Kouchner, ministro francés de Asuntos Exteriores, ha emitido sobre las posibles intenciones rusas de invadir los países europeos como Moldavia o Ucrania, nadie puede adivinar qué medidas emprenderá la UE contra el gigante que suministra el 80% del gas y el petróleo a la mitad de sus países miembro.
Expreso Ucrania-Europa
El presidente de turno de la UE, Nicolas Sarkozy junto, al presidente de Ucrania, Yushenko Foto, Presidencia de la UEEl 9 de septiembre se desarrollará una cumbre de urgencia entre la UE y Ucrania tras dos años de estancamiento en sus relaciones. El motivo: la disposición de Ucrania a colaborar militarmente con la UE para frenar las ambiciones de Rusia y el interés comunitario en que Ucrania no caiga en el ámbito de influencia rusa, para lo cual es posible que se decida agilizar el inicio de negociaciones de adhesión de Ucrania a la UE. Ucrania tiene 46 millones de habitantes y un PIB inferior al 30% del de la UE.
Medalla de oro para la crisis económica
El ministro español de Ecoomía y ex comisario europeo de Finanzas, ya ha corregido 3 veces su previsión de crecimiento para España en 2008. Foto, Álvaro Sanse / FlickrDe la economía comunitaria puede decirse que tiene una mala salud de hierro. De los cinco grandes países europeos solo España ha tenido un crecimiento positivo en el segundo trimestre del año. Sufrirán en otoño los países que dependen del consumo interno más que de las exportaciones, como Francia e Italia. Los países en los que el sector de la construcción era fuerte, como Reino Unido, Alemania y España, ven como el precio del suelo se hunde y pulveriza inversiones y liquidez bancaria. Eso sí, este verano ha habido poquísimos incendios forestales. Ya no sirve de nada provocarlos

Alemania, Francia y la UE: nada de nuevas sanciones a Rusia

Los dos miembros más influyentes de la Unión Europea no acompañan las presiones norteamericanas y británicas sobre Moscú. Esto y la impotencia ante Irán hacen la Organización del Tratado Nortlántico aún más anacrónica en un mundo multipolar.Mientras el primer ministro Vladyímir Putin acusaba a la UE de “servir los intereses exclusivos de Estados Unidos”, Frank-Walter Steinmeier (ministro alemán de relaciones exteriores) proponía no insistir en sanciones a Rusia por lo de Georgia. Pertinaz, el pequeño ese estado rompió relaciones de todo tipo con Moscú y ahora depende de la asistencia humanitaria –no bélica- aportada por naves norteamericanas.
Por su parte, Francia daba marcha atrás este fin de semana en sus propias sanciones que, en realidad, no había definido. En lugar de medidas concretas, el presidente Nicolas Sarkozy optó por un cauto compás de espera. Gran Bretaña se queda sola con Polonia -y parcialmente Suecia- en su actitud dura.
Paralelamente, se desinfla la iniciativa de la Otán en favor de un escudo nuclear sobre las fronteras occidentales de Rusia y su títere, Byelorrusia. También en ese plano y según “Die Welt”, Polonìa “se queda sola junto a EE.UU. y Gran Bretaña. Varsovia juega con fuego y el grueso de la UE no la acompaña”.
Como recuerdan medios italianos, franceses y checos, la extrema dependencia europea de los hidrocarburos rusos pesa también en el consejo de seguridad de la Naciones Unidas. “En un sentido –apunta un diario sueco-, la UE se equipara a Ucrania y Polonia es menos que un tigre de papel”.
Pero subsisten actitudes contradictorias. Angela Merkel (40% de su gas natural proviene de Siberia) insiste en que la Otan incorpore a Georgia –o cuanto quede de ella-, sin mencionar a Ucrania. La canciller olvida que Alemania es socia de Rusia y terceros en el proyecto de megagasoducto bajo el mar Báltico, que los suecos de pronto objetan por razones técnicas. Detalle al margen: el ducto pasa frente al territorio ruso de Kaliningrado (norte de Polonia, oeste de Lituania) y sus dos bases nucleares.

Líder de Osetia del Sur insiste en que EEUU y Ucrania estén implicados en el genocidio

Tsjinvali, 1 de septiembre, RIA Novosti. Estados Unidos y Ucrania son responsables, junto con Georgia, del genocidio cometido contra el pueblo de Osetia del Sur, declaró hoy el presidente de esta republica caucasiana Eduard Kokoiti. (La vida en Tsjinvali tras la agresión - galería gráfica)
"Estados Unidos y el régimen criminal de Bush, al igual que el presidente de Ucrania, también son responsables junto con Georgia del genocidio cometido contra el pueblo suroseta", afirmó Kokoiti ante periodistas rusos y extranjeros.
El 26 de agosto, el presidente ruso Dmitri Medvédev firmó los decretos sobre el reconocimiento de las repúblicas de Abjasia y de Osetia del Sur, que proclamaron su independencia de Georgia en 1992 y desde entonces existen como Estados independientes sin el reconocimiento internacional.
El reconocimiento por parte de Rusia de las dos repúblicas fue precedido por la invasión de las tropas georgianas a Osetia del Sur el 8 de agosto y la ulterior operación de imposición de la paz lanzada por Rusia en el territorio georgiano.
La operación de imposición de la paz terminó el 12 de agosto y las partes implicadas acordaron un plan de arreglo del conflicto. Rusia anunció que ultimaría el 22 de agosto la retirada de sus refuerzos militares de Georgia pero mantendría el número necesario de efectivos de paz en la llamada zona de seguridad.

Ucrania teme estar en la mira de Rusia, luego de Georgia

Tras el emplazamiento de tropas rusas en Georgia, las autoridades de Ucrania temen que este país, otra ex república soviética, se convierta en la próxima víctima del Kremlin.
Muchos creen que Moscú codicia la estratégica península de Crimea en el Mar Negro, que en cierta época fue la joya del imperio ruso.
Funcionarios aquí y en Occidente temen que Rusia pueda avanzar en sus intentos, frenando la acción de Ucrania para sumarse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) e intentando recuperar el control de Crimea.
Los analistas dudan que pueda ocurrir un conflicto militar entre ambas naciones. En tanto Georgia es un pequeño país de 4,6 millones de habitantes, Ucrania es aproximadamente del tamaño de Francia, con una población de 46 millones de personas.
Rusia además transporta su gas a Europa a través de Ucrania y es su principal socio comercial.
"Es imposible que esos dos países vayan a la guerra", dijo Geoffrey Smith, experto del banco de inversiones Renaissance Capital, en Kiev.
El Kremlin puede usar su poderío económico y militar para presionar al pro-occidental gobierno ucraniano.
Rusia fue muy criticada la semana pasada por parte de Estados Unidos y de Europa, tras su reconocimiento de las provincias separatistas georgianas de Osetia del Sur y de Abjasia, luego de una corta y devastadora

DENUNCIAN "ARREGLOS" EN MUNDIAL DE ALEMANIA 2006

BERLIN, 1 (ANSA)- Los partidos Brasil-Ghana, Inglaterra- Ecuador e Italia-Ucrania, del Mundial de fútbol de Alemania 2006, tuvieron sus resultados acordados anticipadamente por influencias de apostadores asiáticos, según una denuncia publicada por la prensa germana. La sorprendente revelación fue hecha por el periodista canadiense Declan Hill y reproducida por el semanario alemán Der Spiegel. Hill dijo que un "sindicato de juego asiático" acordó los resultados de los partidos con algunos jugadores y dirigentes, quien recibieron dádivas por "su contribución" a lo planeado fuera del campo de juego. Der Spiegel afirmó que se apostaron grandes cantidades de dinero a favor de una victoria de Brasil por al menos dos goles de diferencia y que un ex internacional de Ghana actuó de intermediario con los apostadores. Brasil ganó con facilidad 3-0 ese partido por los octavos de final del Mundial, con goles de Ronaldo, Adriano y Zé Roberto y cada futbolista de Ghana, siempre según la investigación del periodista Hill, habría obtenido 30 mil dólares por "permitir" esa goleada. La empresa de apuestas que acordó los resultados es tailandesa y con asiento en Bangkok. Anthony Baffore, el DT de Ghana durante ese Mundial negó desde su país todas las acusaciones y aseguró que el premio ofrecido por la federación nacional a sus dirigidos por vencer a Brasil, era mayor que la cifra divulgada. "Nadie traicionaría a su país por eso", afirmó el DT Baffore. El intermediario para la manipulación fue identificado por Hill con el ex arquero internacional Abukari Damba, en ese entonces entrenador del seleccionado Sub 17 de Ghana. En tanto, el diario Bild amplió declaraciones de Hill, quien a ese medio le comentó que el triunfo de Inglaterra a Ecuador por 1-0, también en los octavos de final del Mundial 2006, y la goleada de Italia a Ucrania por 3-0, por cuartos de final, estuvo acordada con los apostadores. Un gol de David Beckham le dio la clasificación al seleccionado inglés para los cuartos de final ante Ecuador, de notable desempeño hasta ese momento. A su vez, Italia, que había pasado la ronda anterior con sobresaltos ante Australia (ajustado triunfo por 1-0, con gol de penal de Francesco Totti, a los 93') se despachó con un amplio 3-0 sobre Ucrania, que venía de eliminar a Suiza en definición por penales. Gianluca Zambrotta y Luca Toni, en dos ocasiones, plasmaron la goleada italiana, que llevó a esa escuadra a las semifinales, donde venció a Alemania, antes de jugar la final que le ganó a Francia en definición por penales. Hill obtuvo toda la información de apostadores asiáticos y prometió aportar mayores datos sobre la presunta manipulación en la última Copa del Mundo, ganada por el seleccionado italiano, en un programa de televisión que se emitía esta noche en Berlín. El periodista, que fue investigador de la universidad de Oxford y ha trabajado en diversos países como Bolivia, Irak, Kosovo y Filipinas, es experto en temas de corrupción en organizaciones deportivas. Hill, que acaba de publicar en Alemania un libro sobre la corrupción en el fútbol ("The Fix.Soccer and Organized Crime"), también denunció hechos e corrupción en la Bundesliga en las ediciones de 2004 y 2005. Poco antes del Mundial de Alemania saltaron a la luz los escándalos de corrupción por mafias de apostadores más escandalosos en la historia del fútbol. GAT

domingo, 31 de agosto de 2008

Tras invasión de Georgia, otro tópico candente: Ucrania

BRUSELAS, Bélgica (AP) - La invasión de Rusia a Georgia ha convertido en un tema candente la posibilidad del ingreso de Ucrania en la Unión Europea.
Ucrania tiene esperanzas de que una cumbre con la UE a comienzos de septiembre permitirá que, por primera vez, sea reconocida como posible miembro del bloque de naciones europeas. Ucrania exige también una zona libre de comercio y viajes sin necesidad de visa de sus ciudadanos a la UE.
Tales acciones, señalan el gobierno de Ucrania y sus partidarios en la UE, ayudarían a sellar vínculos entre la ex república soviética y Europa, y podrían evitar que Rusia intente entrometerse con su vecino occidental.
Sin embargo, las naciones de la UE están divididas.
Francia y Gran Bretaña, junto con países nórdicos y del este de Europa desean incorporar a Ucrania. Pero Alemania, España y Austria se han mostrado renuentes a aceptarla. Los gobiernos de esos países temen una inundación de mano de obra barata.

A raíz de esa reticencia, la UE se ha negado a ofrecer a Ucrania inclusive la posibilidad de una asociación en el largo plazo. En cambio, ha agrupado a Ucrania con países del Medio Oriente y del norte de Africa en un "programa de vecindad" que ofrece vínculos económicos más profundos, pero ninguna perspectiva de ingreso.
Sin embargo, la invasión rusa a Georgia, luego que Georgia invadió su provincia separatista de Osetia del Sur, siendo rechazada por los rusos de manera fulminante, ha provocado un reexamen de esa estrategia.
"La discusión sobre el estatus de la candidatura de Ucrania no está en la agenda por el momento", dijo Ollie Rehn, comisionado de asuntos de ampliación de la UE, en un discurso en Helsinki, Finlandia, esta semana.
Pero añadió: "Nunca debemos decir 'nunca' a Ucrania".
Rehn sugirió que el país "podría ser el próximo foco de la presión política de Rusia", y que, para defender la estabilidad de Europa, los gobiernos de la UE deben "ofrecer una clara señal política de que es posible el acercamiento de Ucrania hacia la UE".

Rusia tensiona su 'patio trasero'

Aunque Moscú justifica su intervención militar en Georgia aduciendo que fueron primero ellos quienes atacaron Osetia del Sur, territorio que la ONU reconoce bajo la jurisdicción de Tiflis, la verdad es que las provocaciones las comenzó Rusia mucho antes. Lo hizo manteniendo sus tropas en la zona sin el consentimiento del Gobierno georgiano, concediendo la nacionalidad rusa a surosetios y abjasos, restableciendo los vínculos económicos con las dos provincias georgianas mientras aplicaba sanciones contra Tiflis y efectuando incursiones aéreas de intimidación. En suma, dando un apoyo abierto y descarado a los separatistas de Osetia del Sur y Abjasia.
Una situación muy parecida se da en Ucrania, cuya península de Crimea está habitada mayoritariamente por rusos y en donde se encuentra la base de la Flota rusa del mar Negro (Sebastopol), y en Moldavia, en la provincia separatista de Transdniester. Nagorno Karabaj, región perteneciente a Azerbaiyán, pero administrada por armenios, es escenario de otro de esos conflictos latentes recibidos como herencia de la desaparecida URSS.
Moscú utilizó siempre esos focos de tensión como cuñas para dictar a sus vecinos lo que tienen que hacer. Los estados que claudican evitan ser zarandeados por el oso ruso. Los que no, como Georgia, son hostigados, sancionados, desestabilizados y, si la resistencia continúa, se les invade y fragmenta en trozos.
El Kremlin exige a sus antiguos vasallos soviéticos fidelidad y mantenerse lo más lejos posible de todo lo que tenga que ver con Occidente. A Moscú no le gusta que nadie a su alrededor copie un modelo de democracia que se considera «ajeno», ni participe en proyectos económicos que perjudican a los monopolios rusos y, mucho menos, que se integre en la OTAN. Georgia ignoró todas las advertencias. Su 'revolución de las rosas' (2003) había sentado un precedente que se extendió a Ucrania, país que también aspira a ingresar en la Alianza Atlántica y en la UE.
Ahora, en plena crisis georgiana, el presidente ucraniano, Víctor Yúshenko, ha reiterado una vez más que la base naval rusa de Sebastopol debe ser desmantelada después de 2017, cuando expira el acuerdo que Moscú y Kiev firmaron en 1997. Yúshenko ha pedido a la UE y la OTAN que aceleren la admisión de Ucrania en sus estructuras para «evitar que se repita en Crimea lo que acabamos de ver en Osetia del Sur y Abjasia».
El pasado día 18, en Vladikavkaz, la capital de Osetia del Norte, el presidente ruso, Dmitri Medvédev, respondió a Yúshenko que «no hace falta indicar a Rusia lo que tiene que hacer en Sebastopol» y dijo que existen «tratados internacionales» que permitirían al Kremlin prolongar el arrendamiento de su base en Crimea. Tras la crisis que enfrentó, en 2006, a Rusia y Ucrania por los precios del gas, el entonces primer ministro ucraniano, Yuri Yejanúrov, amenazó con subir el alquiler de la base de Sebastopol e incluso de rescindir el contrato.
Serguéi Ivanov, actual viceprimer ministro y uno de los candidatos que se barajaron en su día para suceder a Putin, advirtió que «si Kiev insiste en echar de Sebastopol a nuestra Armada, Rusia revisará el actual trazado de su frontera con Ucrania». El pasado mes de mayo, el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, exigió en un mitin en Sebastopol que la base naval y toda Crimea, en donde casi el 70% de sus habitantes son de origen ruso, vuelvan a formar parte de Rusia, de acuerdo con lo expresado en una consulta celebrada en la península a comienzos de los años 90.
El caso de Moldavia
La situación en la región moldava de Transdniester se asemeja a los ejemplos surosetio y abjaso. Se autoproclamaron independientes en 1991, hubo una guerra, entre 1992 y 1993, y los líderes separatistas cuentan con el apoyo de Rusia. En esta región se encuentra desplegado el 14 Cuerpo de Ejército ruso, que incluye una fuerza de casi 2.000 efectivos. La región está dirigida desde 1990 por Igor Smirnov, un antiguo 'apparatchik' comunista que decidió mantenerse fiel a Moscú.
El último encuentro de Smirnov con el presidente moldavo, Vladímir Voronin no dio ningún resultado. Voronin, partidario de que su país se adhiera a la UE, pero no a la OTAN, se reunió con Medvédev, quien aseguró que «son buenas las posibilidades para un arreglo del conflicto». Sin embargo, Vladímir Atamaniuk, uno de los líderes separatistas dijo que «lo que desea nuestro pueblo es independizarse».

Ucrania teme ser el siguiente

Para los expertos militares ucranianos, una guerra con Rusia ha dejado de ser un escenario descabellado: tras la invasión rusa en Georgia, la península ucraniana de Crimea podría convertirse en la "próxima víctima del Kremlin". El presidente georgiano Mijail Saakashvili no fue el único en advertir a su colega ucraniano, Victor Yuschenko, del "apetito territorial" de Rusia, tras la pérdida de las regiones secesionistas de Osetia del Sur y Abjasia. En Kiev también se considera la posibilidad de un ataque ruso para el restablecimiento de la antigua Unión Soviética como algo no tan disparatado. Al conmemorar pasado el domingo el día de la independencia de Ucrania y pasar revista a las tropas en el marco del primer gran desfile militar desde 2001, su presidente, Yushenko, exhortó a la Alianza Atlántica para que incorpore a Ucrania lo antes posible a la OTAN. Paralelamente anunció un drástico aumento de los gastos militares. El ministro de Defensa de Ucrania, Yuri Yejanurov, dijo que el año entrante harán falta por lo menos 32.000 millones de grivnas (4.600 millones de euros/6.800 millones de dólares) para modernizar las Fuerzas Armadas. En la península de la Crimea se están multiplicando las voces de quienes desean independizarse de Ucrania, en caso de que la ex república soviética ingrese a la OTAN. "La mayoría de los estados postsoviéticos es de la opinión que el Kremlin está decidido al empleo de la violencia para resolver problemas", expresa la revista ucraniana Korrespondent. Los comentaristas ven un auténtico riesgo para Ucrania, porque el conflicto por Crimea presenta semejanzas con el enfrentamiento entre Georgia y Osetia del Sur. Al igual que en Osetia del Sur, en Crimea también habría alrededor de 170.000 habitantes con ciudadanía rusa. A ellos debe añadirse a los soldados de la Flota del Mar Negro. El despliegue de barcos de guerra rusos normalmente estacionados en el puerto de Sebastopol en el conflicto georgiano también contribuyó a tensionar las relaciones entre Moscú y Kiev. En tanto que aliado de Georgia, Ucrania amenazó temporalmente con la posibilidad de vedar el acceso a los barcos rusos a su base en Crimea. Pero según el contrato, los barcos de guerra rusos pueden permanecer allí hasta el año 2017. Para más adelante, Kiev tiene la intención de rescindir el contrato. El ex líder ruso Nikita Jrushev entregó en 1954 la peninsula de Crimea a Ucrania. Moscú advirtió a Kiev más de una vez de "tendencias antirrusas". Durante la guerra, acusó a Ucrania de haber asistido militarmente en el pasado a Georgia, y de haberle ofrecido ayuda militar durante los enfrentamientos de mediados de mes.Rusia se opone tenazmente a cualquier intento de Ucrania y Georgia por incoporarse a la OTAN, porque vería puesta en riesgo su propia seguridad. Ucrania está profundamente dividida en torno a esta cuestión: las regiones orientales y del sur son prorrusas, mientras que Ucrania occidental es fuertemente nacionalista. En la cuestión georgiana, el país también está profundamente dividido. Mientras Yuschenko se exhibió junto a su amigo Saakashvili en Tiflis, la primera ministra Julia Timoshenko optó por tomar distancia de Georgia y quedarse en casa. Los observadores ven en estas diferencias no sólo una nueva evidencia de las luchas de poder entre los principales responsables de la llamada Revolución Naranja de 2004. No pocos creen que para las próximas elecciones en un año y medio, Timoshenko apostará por acercarse a Moscú para asegurarse los importantes votos en el este y el sur del país. La administración del presidente Yuschenko acusó estos días a Timoshenko de "alta traición

Rusia busca un nuevo orden mundial

Al reconocer la independencia de Osetia del Sur y Abjazia, Rusia se arriesga a un cierto nivel de aislamiento internacional. Pero encastillarse en la soledad no es el fin de la política ejercida por el tándem Dmitri Medvédev-Vladímir Putin. Con pasos como éste o como la suspensión del tratado de armas convencionales en Europa (CFE), lo que Rusia pretende es redefinir las reglas de su relación con Occidente; algo así como rebobinar el tiempo y corregir hábitos de comportamiento arraigados en los años noventa.
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Sombras de la guerra fría


Los rusos creen que Gorbachov y Yeltsin fueron engañados por los occidentales
La propuesta del presidente Medvédev de convocar una conferencia de seguridad paneuropea se inscribe en ese contexto. A su manera, Rusia trata de recuperar las ideas que flotaban en la atmósfera de 1990 cuando los países de la OSCE afirmaron en la Carta de París que "la era de la confrontación y la división de Europa ha terminado". Para que tal cosa sea posible, y también por si no lo es, Moscú aspira a las mismas licencias en el derecho internacional que los norteamericanos se atribuyeron en los Balcanes y en Irak.
Moscú confía en sus recursos para capear el temporal de críticas. Además de hidrocarburos y materias primas, Rusia ofrece a Occidente la colaboración en la lucha antiterrorista en Afganistán, y por eso mantiene abierto el corredor de tránsito para la Alianza Atlántica. Rusia está interesada en el éxito de la operación antiterrorista aliada, porque si fracasa, sufrirá las consecuencias "de forma más aguda" que Occidente, ha manifestado Konstantín Kosachov, el jefe de la comisión de Exteriores de la Duma (Cámara baja del Parlamento), y sus palabras fueron un contrapunto al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, que arremetió contra la política de Washington en Afganistán en presencia de Medvédev y durante la cumbre de la organización de Shanghai. Irán quiere ingresar en este club de Rusia, China y países centroasiáticos en el que es observador, pero Moscú lo mantiene a distancia, pues Teherán, Cuba o Bielorrusia no son del todo cómodas para la élite rusa actual, que tiene sus principales clientes de sus hidrocarburos en Europa; sus empresas, en las Bolsas de Nueva York o de Londres; sus cuentas corrientes, en bancos suizos, y sus hijos en colegios británicos.
Mijaíl Gorbachov y los artífices de la perestroika esperaban fundirse en el abrazo con Occidente que siguió a la caída del muro de Berlín. Pero, en lugar de la Casa Común Europea desde Vancouver a Vladivostok, que integrara a los países antes divididos por la guerra fría, el Kremlin vio cómo sus antiguos aliados del Pacto de Varsovia ingresaban en la Alianza Atlántica, una posibilidad que le estaba vedada, porque ni Rusia aceptaba el papel del Reino Unido y Francia frente a Estados Unidos, ni la Alianza quería que Moscú participara en la redefinición de sus nuevas normas. La actual fase de ampliación atlántica a Georgia y Ucrania incrementa la sensación de acoso y amenaza en Rusia, donde es muy profundo el sentimiento, cierto o no, de que Gorbachov y Yeltsin fueron engañados por los socios occidentales.
Según un sondeo del centro Levada, el 66% de la población cree que Occidente ha apoyado a Georgia para debilitar a Rusia y expulsarla del Cáucaso. Al explicar la posición del Kremlin esta semana, el primer ministro Putin rezumaba resentimiento hacia EE UU. El jefe del Gobierno llegó a acusar a la Administración republicana de haber instigado el ataque georgiano a los pacificadores rusos por motivos electorales (favorecer a John McCain). También contó que durante la inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín se dirigió a George Bush para que éste frenara al presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, pero el amigo norteamericano no respondió. El presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, avaló el relato de Putin.
Los orígenes de la guerra de los cinco días entre Georgia y Rusia, la mayor crisis internacional en el entorno pos-soviético, hay que buscarlos en 1991, cuando la Unión Soviética se fragmentó siguiendo los límites administrativos internos de las 15 repúblicas federadas, que en gran parte eran el producto de la política de corte y confección estalinista para controlar mejor el Estado. Con excepción de Ucrania, Bielorrusia y Rusia, miembros de la ONU desde 1945, las repúblicas ex soviéticas fueron admitidas en Naciones Unidas como Estados soberanos a partir de septiembre de 1991. Georgia fue la última en ingresar en julio de 1992, pero ya antes era un ente problemático con dos regiones sublevadas contra el intento de Tbilisi de privarlas de la autonomía de la que gozaron en época soviética.
La unanimidad de las dos Cámaras del Parlamento ruso en su apoyo a la independencia de Osetia del Sur y Abjazia fue un paso formal escenificado para justificar la decisión. Pero ni siquiera hubiera hecho falta, porque Putin y Medvédev tienen gran margen de maniobra. La popularidad del primero ha pasado del 80% al 83% de julio a agosto, y la del segundo, del 70% al 73%, y dos tercios de la población están a favor de arrebatarle Osetia y Abjazia a Georgia, según Leonid Sedov, del centro Levada (un 46%, por su incorporación a Rusia, y un 30%, por su independencia).
Para Moscú, Saakashvili es el Slobodan Milosevic del Cáucaso, y Abjazia y Osetia tienen tanto derecho a ser independientes como Kosovo. Putin aguijoneó a Occidente al referirse a los pacificadores holandeses que en 1995 dejaron que ocurriera la masacre de miles musulmanes a manos de los serbobosnios en Srebrenica. Putin contrapuso el comportamiento de los holandeses al de los pacificadores rusos que defendieron a los osetios, pero cabe preguntar si los rusos hicieron algo por impedir la venganza de los osetios en los pueblos georgianos de Osetia del Sur. La segregación étnica en Osetia del Sur es un hecho.
La presencia de las tropas rusas en el puerto georgiano de Poti (justificada por Moscú por razones de seguridad para evitar que fondeen buques con armamento) se interpreta en algunos medios occidentales como una prueba de la continuidad de la política imperial de la URSS. Para demostrar que su proceder responde a circunstancias concretas y no es un patrón de comportamiento, Moscú trata de forjar un acuerdo entre Moldavia y los separatistas del Transdniéster, pero Ígor Smirnov, el líder secesionista, se lo pone difícil al pretender el mismo derecho a la independencia que los abjazos y los osetios del sur.
Algunos temen que el próximo objetivo de Moscú sea Crimea, pero conviene tener en cuenta que fue Putin quien se empleó a fondo en abril de 2004 para que la Duma ratificara el acuerdo de fronteras con Ucrania, un documento por el que Rusia reconoce la integridad territorial de su vecino. Y lo hizo con la oposición de comunistas y nacionalistas del bloque Ródina, dirigido por el actual embajador en la OTAN, Dmitri Rogozin, que se negaron a votar. Pero la partida que comenzó en 1991 no ha terminado, y tanto Ucrania como Occidente pueden contribuir aún con sus jugadas al verdadero desenlace de la saga soviética.