El Shakhtar impone el talento de sus jugadores brasileños y se adjudica la Copa de la UEFA al marcar en la prórroga
En una discreta final con marcado acento brasileño, el Shakhtar fue más fiel a su estilo alegre y ofensivo que el Werder Bremen, se impuso en la prórroga y logró así dos hitos: dar el primer título continental a Ucrania desde la desmembración de la Unión Soviética y ser el último campeón de la Copa de la UEFA antes del cambio de formato, ya que el curso próximo pasará a ser una especie de 'Champions' de segunda.
Con cinco brasileños en su once tipo, el Shakhtar trató de manejar la final a través de la técnica frente a un adversario más físico pero sin llegar a ser tampoco el típico martillo pilón alemán. El Werder Bremen no es un club campeón pero sí uno de los pocos equipos teutones que puede presumir de jugar bien. Practica un fútbol más directo que los ucranianos, busca constantemente al peruano Pizarro, pero no renuncia a la combinación. El problema es que esta vez le faltó por sanción Diego, próximo fichaje de la Juventus. Mucho más que una baja.
La notable banda derecha de los ucranianos se impuso en el arranque. El croata Srna y el brasileño Ilsinho vencían una y otra vez la tenue resistencia alemana. No había ocasiones pero el gol estaba más cerca del Shakhtar. Sus chispazos podían provocar un incendio. Lo causó Luiz Adriano con un toque sutil. Parecían ahogados los chicos de Shaaf, que cumple una década al frente del Bremen, pero los alemanes tienen más vidas que los gatos. Igualaron sin hacer apenas nada. Una falta lejana y un buen disparo de Naldo, otro brasileño, que se comió el portero por intentar ser elegante en lugar de meter los puños.
El Shakhtar es un Guadiana en versión futbolera. Carece de continuidad. Quizá es un pecado de juventud, de inexperiencia. No gobierna los partidos. Tan pronto toca y toca como el polaco Lewandowski agarra un trallazo brutal que desvía 'in extremis' Wiese o se echa atrás y deja crecer al Bremen, superior sólo en los balones parados. Lo dejó patente en una falta lateral que cabeceó Pizarro y permitió a Pyatov redimir su error. Poquito más en una segunda mitad anodina. Nadie asumía riesgos.
Medina Cantalejo
Sin embargo, los del rumano Popescu emergieron con fuerza en la prórroga. Les faltaba profundidad de banquillo, estaban quizá más cansados, pero estos hándicaps se superan si manejas el balón. Una jugada muy bien trenzada preludió el gol de Jadson, otro brasileño que protagonizó la final de Estambul. No le pegó muy bien al balón, pero el efecto sorprendió a Wiese, bien hasta entonces. El Werder lo intentó sin éxito hasta el final y se quejó de Medina Cantalejo.
En su despedida aplicó el ideario UEFA y se tragó un claro penalti a favor de los germanos. Al menos acertó al ver la falta de Pizarro en una postrera acción que terminó en gol anulado. Seguro que en Bremen trinan hasta sus viejos músicos, los de los cuentos de los Hermanos Grimm.
