martes, 12 de abril de 2011

La memoria viaja de los Piniella de Cádiz a los Piniella de Ucrania

Manuel Piniella, marino gaditano, fue dado por muerto oficialmente en 1942. Su viuda, Isabel, sus hermanos y sus hijos vivieron y crecieron con este convencimiento pero con el misterio de su desaparición en pleno mes de julio de 1936, cuando viajaba como parte de la tripulación del 'Cabo San Agustín' de la Compañía Ybarra. El estallido de la Guerra Civil le sorprendió en alta mar. Las autoridades franquistas firmaron su defunción poco después de acabar la contienda, porque no se dieron razones de él cuando se elaboró el censo. Nunca más volvió. La familia salió adelante como pudo en esos difíciles años, viviendo, como tantas otras, con recuerdos dolorosos, confusos y ocultos entre la esperanza, el miedo y el dolor.

En 1974, sin embargo, a la casa de la abuela Isabel y al Ayuntamiento de Cádiz llegaron dos cartas desde Ucrania firmadas sorprendentemente por Manuel Piniella. No era aquel que desapareciera 38 años atrás, sino uno de los cinco hijos que el marino gaditano tuvo en la Unión Soviética, en una segunda vida lejana, con una familia paralela, con una esposa rusa, Katerina, en una tierra y un país muy diferente, una historia oculta para la familia que quedó en Cádiz. En las misivas les contaba que su padre había muerto varios meses antes, en Nikopol, una ciudad industrial, en lugar incógnito, un enigma para todos.

No era el final de un misterio, sino el principio. Cuando esa carta rompió décadas de incógnitas, uno de los nietos de aquel Manuel, Francisco, tenía solamente 13 años. Hoy, Francisco Piniella es marino como su abuelo, profesor titular de la Universidad de Cádiz, fue decano de la Facultad de Ciencias del Mar y concejal del Partido Socialista en el Ayuntamiento de Cádiz. Entonces, le ocultaron la historia y su inesperado desenlace. Era un niño. "Pero a mí siempre me intrigó el caso de mi abuelo desaparecido y cuando tiene edad, uno empieza a preguntar, y las informaciones empiezan a salir en conversaciones familiares".

Y así se desveló, "aunque quedan muchas incógnitas", la doble vida-muerte que vivió aquel marino que zarpó de Cádiz una semana antes de que estallara la Guerra Civil rumbo a una existencia con parientes en la Unión Soviética y deudos en Cádiz. Francisco Piniella no tenía edad, pero pronto la tuvo, para empezar a entusiasmarse con esta historia "que podría servir de tema para una novela o una película". De momento, ha dado para un libro, La memoria del árbol, publicado por encargo a una editorial a través de internet y que sólo puede adquirirse en la red.

"Hay muchas cosas que siguen sin estar claras -dice Piniella-, ni cuando llegó mi abuelo, se supone que al puerto de Odessa, ni si llegó a estar en algún campo de concentración, y otros muchos detalles, pero sí los sitios en los que trabajó, y que se integró, bien sea por necesidad o por convicción, en el sistema político y sindical comunista". En la casa de Ucrania aún guardan las obras completas de Lenin, así como otras de La Pasionaria y el carnet del sindicato propiedad de Manuel.

Respecto a por qué no volvió nunca a España ni se comunicó con su familia de Cádiz, una de las cartas que "los rusos" intercambiaron con sus familiares españoles desde el primer contacto aclara algo el asunto: "Los hermanos de mi padre le decían que el abuelo no había querido perjudicar a su familia de aquí, bajo el régimen franquista, si se llegaba a conocer que tenían un comunista en Rusia". Tiene lógica. La memoria del árbol indaga en esta historia, que culminó de momento con un viaje épico de los Piniella gaditanos a tierras ucranianas, el pasado verano y cuyo relato también incluye.

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