La golpeada economía de Ucrania pone sus miras en la energía atómica y en el dinero del gran vecino ruso, para paliar así su falta de suministro energético.
Los analistas esperan que mañana miércoles, durante la visita del presidente ruso, Dmitry Medvedev, a la capital ucraniana del carbón, Charkov, en el este del país, se cierre entre Rusia y Ucrania un acuerdo económico importante, informó DPA.
Por una parte, Ucrania quiere obtener el gas ruso a precios más bajos; por otra, Rusia desea extender su influencia económica al país vecino. De este modo, el encuentro entre ambos Estados supone una clara señal de su nuevo acercamiento, tras años de disputas políticas.
A punto de cumplirse 24 años de la catástrofe de la central nuclear de Chernobil, sucedida un 26 de abril de 1986, Kiev quiere seguir desarrollando su sector atómico con el apoyo de Moscú.
Esto ha despertado críticas entre algunos sectores en la Unión Europea, como entre los Verdes, cuya jefa en el Europarlamento, Rebecca Harms, censuró que sea precisamente Ucrania la que mire hacia "la altamente peligrosa tecnología de la energía atómica".
En la actualidad, Ucrania ya saca de cuatro reactores nucleares la mitad de su consumo energético.
Para Rusia esto supone una oportunidad para estrechar política y económicamente la relación de entre "pueblos hermanos", aunque el precio a pagar sea alto.
Es por eso por lo que Medvedev y el primer ministro ruso, Vladimir Putin, admiten las exigencias del nuevo presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, de que Rusia reduzca significativamente los 305 dólares por 1.000 metros cúbicos de gas que paga Ucrania.
Posiblemente la reducción será de un importante 25 por ciento del precio, lo que le costará a la empresa estatal rusa Gazprom, según sus estimaciones, unos 3.000 millones de dólares al año (2.200 millones de euros).
Esta estabilidad en las relaciones entre los países alegra a la Unión Europea, que, durante la "guerra del gas" disputada por Moscú y Kiev en 2009, en la que Rusia cortó el suministró a Ucrania, también sufrió las consecuencias del corte, con miles de hogares europeos sin calefacción.
Pero Rusia no tardará en recuperar ese dinero. Por un lado, Yanukovich, considerado hasta ahora prorruso, se muestra abierto a alargar el acuerdo sobre el estacionamiento de la flota rusa del mar Negro en la península de Crimea, que acaba en 2017. Por otro, las compañías rusas podrían hacerse con los proyectos económicos más importantes de Ucrania.
"Hay intereses estratégicos", comenta de manera discreta el vicepresidente ruso, Igor Sechin. Sin embargo, Rusia acaba de anunciar la construcción de dos nuevos bloques en la central nuclear de Chmelniski, en Ucrania, y la financiación con un crédito.
En compensación, las instalaciones deberán ser levantadas por la empresa nuclear estatal Rosatom.
Pero también hay otros puntos de colaboración que se están discutiendo, en el ámbito de la gestión de aguas y de la industria nuclear. Moscú también pide mejores condiciones para sus inversores.
Entre los puntos que se dan por casi seguros está el "traspaso" de algunos depósitos ucranianos de gas a la rusa Gazprom.
Se trata de un "acuerdo temporal", afirmó el periódico moscovita de economía "Vedomosti". Pero el vencedor parece Rusia, por lo que algunos medios ucranianos acusaron a Yanukovich de haber vendido el país al poderoso vecino.
A pesar de ello, el espacio de maniobra del presidente ucraniano es reducido. Kiev aún no ha acordado sus presupuestos nacionales para 2010 porque todo depende del precio del gas ruso.
Un acuerdo bastaría para reducir algo el déficit, una de las condiciones que puso el Fondo Monetario Internacional (FMI), para pagar así la última parte de un crédito millonario.
Así, también a causa de estos costes, Ucrania está mirando decidida a la energía atómica, más barata, mientras que para energías alternativas, como muchos piden en Europa, no hay dinero.
Al tiempo que se construyen nuevas centrales nucleares, el país todavía lucha contra las consecuencias de la catástrofe de Chernobil. Casi un cuarto de siglo después, aún no se ha solucionado el almacenamiento definitivo ni la seguridad del material radiactivo liberado.
El manto de hormigón con el que se recubrió la ruina del bloque IV se resquebraja. Será este mismo año cuando Ucrania comience con la reconstrucción de una cubierta de seguridad que costará unos 800 millones de euros.
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