viernes, 5 de marzo de 2010

Ucrania ante la amenaza de unas elecciones anticipadas

Tras la estancia del nuevo presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich, en Bruselas, la destitución de Yulia Timoshenko del cargo de primera ministra está a punto de hacerse realidad.

El presidente de la Rada Suprema (parlamento ucraniano), Vladímir Litvín, hizo pública hoy la desintegración de la coalición parlamentaria compuesta por el Bloque de Yulia Timoshenko (BYT), la facción Nuestra Ucrania-Autodefensa Popular y el Bloque de Litvín. Esta declaración es importante, simbólica, ya que representa el primer paso hacia una nueva estructuración de la mayoría parlamentaria en la Rada.

La situación es clara, el pasado 3 de marzo, el Parlamento ucraniano aprobó una moción de censura contra el gabinete de Timoshenko. Moción que fue apoyada por 243 diputados, divididos de la siguiente forma: 172 diputados del Partido de las Regiones, 27 del Partido Comunista, 19 del Bloque de Litvín, 15 de la facción Nuestra Ucrania - Autodefensa Popular, siete diputados del Bloque de Yulia Timoshenko, y tres diputados independientes.

Ahora, de acuerdo con la Constitución de Ucrania, la Rada Suprema tiene que formar una nueva coalición y presentar la candidatura de un nuevo primer ministro a Víctor Yanukóvich. Si esto no se hace en un plazo de treinta días, el presidente se reserva el derecho a disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas.

El problema es que el Partido de las Regiones no tiene muchas opciones para establecer una alianza estable en el parlamento, y, conforme a la resolución del Tribunal Constitucional de Ucrania, la candidatura del primer ministro debe ser promovida por el consenso de las facciones parlamentarias y no por la mayoría de los diputados.

El Partido de las Regiones, el Bloque de Litvín y el Partido Comunista tienen en total 219 escaños, lo que es insuficiente para una coalición mayoritaria. El único remedio para salvar el apuro es que el Partido de las Regiones se asegure la mayoría de los votos (37 diputados como mínimo) de la facción Nuestra Ucrania-Autodefensa Popular.

Y ahí precisamente es donde está el quid de la cuestión, en el precio a pagar por el apoyo de Nuestra Ucrania-Autodefensa Popular, y en el riesgo que supone la conocida veleidad de esta facción. Varios representantes de este partido ya han manifestado que la condición principal de su integración en este nuevo pacto sería una posición activa en la elección de la figura del nuevo candidato a primer ministro. Uno de los candidatos es Arseni Yatseniuk, ex ministro de Asuntos Exteriores y antiguo presidente de la Rada. Otro es Yuri Yejanúrov, ex primer ministro (2005-2006) y ex titular de Defensa de Ucrania. Sonó hasta la candidatura de Víctor Yúschenko, pero el Partido de las Regiones nunca pagará un precio tan alto por la nueva coalición.

Además, Nuestra Ucrania-Autodefensa Popular pone sus condiciones de índole ideológica a Víctor Yanukóvich. Destacan la renuncia a otorgar el estatus de cooficialidad al idioma ruso y una decidida intensificación en la política de acercamiento a la OTAN. La penosa coyuntura económica ucraniana necesitada de una ayuda ineludible de Moscú supondrá una barrera insalvable para que estas peticiones prosperen.

La cuestión sobre la capacidad de esta facción para actuar de forma consensuada está en entredicho. Algunos representantes del Partido de las Regiones en el Parlamento anunciaron que se habían asegurado el apoyo de 40 diputados de Nuestra Ucrania. Una estimación muy optimista, que no se confirmó en la votación del pasado 3 de marzo.

El líder de la Autodefensa Popular, Yuri Lutsenko, ex ministro del Interior de Ucrania, declaró que es posible formar un grupo parlamentario de diputados independientes, que podría integrar a algunos diputados de la facción Nuestra Ucrania-Autodefensa Popular.

Según Lutsenko, Yatseniuk tiene pocas posibilidades de ser el nuevo primer ministro.

Por otro lado, la opinión del magnate ucraniano Ígor Kolomoiski, quien dirige el grupo Privat (controla el sector metalúrgico y financiero), seguramente influirá en la postura de Nuestra Ucrania-Autodefensa Popular. Según fuentes no oficiales, entre 10 y 15 diputados de este partido estarían de acuerdo con Kolomoiski quién en los pasados comicios presidenciales no quiso financiar la campaña electoral de Yulia

Timoshenko. La jefa del gobierno ucraniano, por su parte, prometió poner en orden los asuntos de Kolomoisky y anunció la intención de nacionalizar los activos del grupo Privat. Sin embargo, hace unos días, Timoshenko, quién todavía ocupa el cargo de primera ministra, dio luz verde a la adquisición de un paquete accionarial mayoritario en la importante refinería de la ciudad de Kremenchug por parte del grupo Privat.

Los intereses de este grupo han chocado en más de una ocasión con los del bloque del Donbass y las magulladuras de las luchas son todavía visibles, por lo que el Partido de las Regiones tendrá que poner mucho sobre la mesa para conseguir reclutar a Kolomoiski para la causa.

Con el Bloque de Litvín el trato es mucho más sencillo. Su condición principal, y única, para apoyar al Partido de las Regiones es que su líder, Litvín, continúe como presidente de la Rada Suprema. En realidad, Vladímir Litvín y su partido no tienen ningún interés en que se anticipen las elecciones, ya que su bajo predicamento actual entre los votantes le da pocas posibilidades de estar en un nuevo parlamento.

Es más, en caso de que se disuelva el parlamento, Litvín podría abandonar definitivamente el escenario político de Ucrania.

Es un hecho evidente que cualquier coalición con el Partido Comunista es imposible para los diputados de Nuestra Ucrania-Autodefensa Popular. Pero tampoco se les puede dejar de lado, porque el parlamento no puede mantener una estabilidad razonable sin contar con la conformidad de este partido.

Yulia Timoshenko ha intentado una última y desesperada maniobra, al lanzar un llamamiento a la sociedad y a las fuerzas democráticas para que defiendan su gabinete, al que ha calificado la última barricada democrática en el camino hacia la dictadura en Ucrania. Según la primera ministra, la independencia de Ucrania y su afianzamiento como país es uno de los principales logros de su gabinete de ministros. Nosotros hicimos lo más importante, conservando y fortaleciendo la independencia de nuestro país, fueron las palabras de Timoshenko. Sin embargo, es de destacar el significativo silencio de Timoshenko sobre los avances de su administración en el ámbito de la economía.

Según muestran los sondeos de opinión, la mayoría de los ucranianos (81,7%) desearían tener a un primer ministro que se limite a la gestión de la economía y no intervenga en cuestiones políticas. La situación económica es tan catastrófica que exige adoptar medidas urgentes. Según la jefa adjunta del Gabinete de la Presidencia, Irina Akimova, el país está en situación de quiebra técnica. El presupuesto para 2010 todavía no está aprobado.

El Fondo Monetario Internacional ha vuelto a aplazar la apertura de la línea crediticia. El nuevo presidente, Víctor Yanukóvich, está ante una situación dantesca y se va a ver obligado a adoptar mediadas drásticas y dolorosas. Más de la mitad de los ciudadanos (59,1%) creen que sería oportuno ampliar las competencias del presidente para darle más margen de maniobra.

Cómo armonizar las atribuciones del presidente con las del nuevo primer ministro tampoco es un asunto baladí. El líder del Partido de las Regiones, Víctor Yanukóvich, quiere huir de las fricciones y disensiones del pasado y pretende situar en ese puesto a uno de sus hombres, a Nikolai Azárov. Pero la figura de Azárov suscita reacciones dispares entre la elite política y económica de Ucrania.

Pero Víctor Yanukóvich y el Partido de las Regiones ahora se encuentran en la disyuntiva de continuar las negociaciones con los restantes representantes de Nuestra Ucrania y llegar a un pacto inestable y sin futuro o de convocar unos comicios anticipados a la Rada Suprema que podrían tener resultados contraproducentes. En el caso de unas elecciones anticipadas, las siguientes fuerzas políticas ocuparían escaños en el Parlamento: el Partido de las Regiones (con un 35% de votos), la Ucrania Fuerte de Serguei Tiguipko (con un 10 ó 12% de votos), el Frente por los Cambios, de Arseni Yatseniuk (un 7-8%) y la nueva facción de la derecha liberal formada por Víctor Yúschenko podría obtener un 5 ó 6% de los votos.

No es seguro que el Partido Comunista logre ser reelegido al parlamento, pero es muy probable. Con este panorama Víctor Yanukóvich estará en las mismas y volverá a encararse con el mismo problema de formar una coalición. Y el principal candidato para el puesto de primer ministro, probablemente, será Serguei Tiguipko, que ya sonó tras la investidura de Yanukóvich.

El BYT podría esperar un 20 ó 22% de votos con estas nuevas condiciones. Su electorado va disminuyendo paulatinamente gracias a los esfuerzos de Serguei Tiguipko por la izquierda, y de Arseni Yatseniuk por la derecha. Sin embargo, hasta que el parlamento llegue a una nueva correlación de fuerzas, ya sea en su composición actual o después de unas nuevas elecciones, Timoshenko continuará en el cargo de primera ministra de Ucrania. Y sus esfuerzos seguramente estarán dirigidos a poner obstáculos a las actividades de Yanukóvich y no a mejorar la situación económica. A Ucrania le esperan unos meses más de tiempos revueltos...

*Innokenti Adiasov es miembro del Comité parlamentario de Rusia para los asuntos de la Comunidad de Estados Independientes (CEI)

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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