viernes, 5 de marzo de 2010

La Novena Compañia: Una pelicula pacifista rusa de gran actualidad

No se que suerte de atavismo me hace disfrutar inevitablemente de las películas de guerra, y me confieso seguir de ellas aunque mi ética, pacifista, me condene.

Es por ese instinto, mas interesado en ver los soldados combatir, luchar y morir con honor, mas no retenerme en el desguace, el cual no me interesa, que nunca pude llevarme mal del todo con el cine soviético, donde el cine guerra de diversas épocas históricas, ocupó un espacio fundamental.

Fue un cine que creó escuela, un estilo, y una técnica narrativa que ha sido rescatada en peliculas relativamente recientes como Enemy at the Gates (2001), donde nos parece retornar, y ver una vez mas las tantas veces contada segunda guerra mundial, por los directores de Moskfilm.



Así fue que vi mucha guerra en la pantalla, reconstruida por los realizadores de Rusia y las repúblicas adyacentes que conformaban la antigua URSS, lo que nunca había visto fue dentro de este cine que, si bien magnificaba los sufrimientos, nunca llegaba a tocar fondo en el pacifismo, una crítica a la guerra desde la perspectiva del propio ejercito rojo, al estilo del mucho cine norteamericano que condenaba la guerra de Vietnam, con algo mas que el crimen del Vietcong.

Pero nunca es tarde si la dicha es buena, y es así que ha caído en mis manos “9 rota” ( La Novena Compañía), una coproducción del 2005, realizada entre Rusia, Finlandia y Ucrania , que describe con la dureza propia del mejor cine de guerra, la intervención soviética en Afganistán, narrándonos una historia que muy probablemente se esté repitiendo ahora mismo, en el mismo sitio, mas no con soldados de la URSS, sino con esas tropas aliadas que no logran meter en cintura al Talibán, empantanándose en ese país agreste como ya se habían empantanado los soviéticos.

La película es exelente, realmente su Director Fyodor Bondarchuk, se merece un Oscar, y no menos su guionista Yuri Korotkov , por haber concebido una historia tan humana y conmovedora, aún cuando esta se base en hechos reales.

Tenemos pues concentradas en una sola píldora, la acción, el drama, la Guerra -que tanto nos gusta ver, pero en la que no querríamos participar y sobre todo el retrato psicológico y sociológico de los últimos hombres soviéticos, es decir de aquellos jóvenes reclutas, que voluntariamente, fueron enviados por del ejército soviético a una la guerra sangrienta, que no ganaba sentido ni en las consignas internacionalistas aprendidas de memoria, la de Afganistán.

Lo interesante de esta película, es que en ella ocurre todo lo contrario de Enemy, por lo iluminación, por la música, no digamos ya por los efectos, nos resulta difícil reconocer la vieja escuela rusa, ella si sobrevive en la escuela actoral, que tanto debe a al viejo Constantín Stanislavski.

Estamos en aquella URSS de 1988 donde en la agenda de la restructuración impulsada por Gorbachov aún no le había llegado el turno a la presencia soviética en Afaganistán, aquella guerra que enlutó tantos hogares soviéticos y afganos, por no hablar de su repercusión en los Juegos Olímpicos de 1980 celebrados en Moscú, al que unos 60 países se negaron a asistir.

Y es aquí donde encontramos un grupo de jóvenes en el proceso de alistamiento, todos muy distintos entre si, con alias tan simpáticos como el de Gioconda, que le endilgan al intelectual del grupo, uno de los jóvenes que además de pintor, resulta el mejor tirador, hasta el de Pinochet, que se lleva otro evocando la propaganda que años atrás se había hecho en aquella Unión Soviética con respecto al dictador chileno, y que servia para ocultar el autoritarismo interno.



Los jovenes, de apariencia diversa, como diverso son los pueblos que poblaban la URSS, de orgien, eslavos, mongoles, germanos, etc son enviados a un campamento en Fergana, Uzbekistán, donde chocan con las durezas de su entrenador militar el sargento Dygalo, una versión rusa de esos entrenadores de marines norteamericanos, medio perturbados que ya hemos visto en el cine de este genero. Es un retrato evidente de lo que fue y tal vez siga siendo ese ejército donde la baja oficialidad actúa con códigos carcelarios en la formación de sus soldados, donde el puñetazo y la amenaza completan el rol ideológico del comisario.

Así seguiremos el funcionamiento de una escuela dura, en la que no faltan momentos de humor como cuando Gioconda, aprovechándose de la miopía del profesor le da forma de pene y testículos a la reproducción en plastilina de un arma objeto de la clase.

Es la historias de unos jóvenes soviéticos más, de sus sueños de entonces, de sus descubrimientos en esa etapa tan vital de la vida, como es el del sexo, en la joven Blanca Nieves, una putita local, quizás medio tarada, que satisface las necesidades colectivas del grupo en ese terreno y a la que, un poco en broma un poco en serio, terminan adorando como una diosa del amor.

Mas tarde, al terminar su formación los jovenes, cuya amistad se ha fortalecido, a pesar de sus diferencias de caracteres y origenes son enviados a la base de Bagram en Afganistán, donde se unirán a la 9 ª Compañía.

Es en la llegada a esa base donde la película se luce en los efectos reproduciendo el derribo de una avión en el que se retiraban los soldados que terminaban su misión, una lección clara de que nunca se esta seguro el soldado en zona de guerra.



La novena compañía será destinada a la provincia de Khowst, a 3234 m de altura en sus agrestes montañas afganas, con la misión de defender los convoyes de suministros.

Allí deberán enfrentarse a un pueblo que, como se les había enseñado nunca pudo ser conquistado, donde hasta los niños combaten.

Sin duda alguna la imagen del combatiente musulmanes, no es menoscabada en esta película, se les presenta como bravos y peligrosos combatientes, en lo que parece un guiño al presente, una explicación de porqué no acaban de solucionarse el problema afgano.

Por supuesto son otros tiempos, donde los superpoderes se ven obligados a respetar la población civil. Como charlaba en estos días con mi amigo Carlos Viamontes, filólogo especializado en lengua rusa, en tiempos de Estalin, con sus métodos de represión colectiva, Afganistán habría terminado convertida en una república más, como lo fue Azerbaishan.

No menos heróica es la actuación de estos jóvenes quienes al precio de su vida cumpliran la misión de defender el puesto, una misión sin sentido teniendo en cuenta que se avecinaba la retirada soviética de Afganistán, en resumen, es la historia, tantas veces repetidas de un sacrificio inútil de la que tal vez podamos sacar lecciones.



Esta película reactiva en mi viejos recuerdos, a principios de los años ochenta me encontraba estudiando en la Facultad de Filosofía de Moscú cuando establecí amistad con uno de los tantos soldados pasados por Afganistán, y a los que en premio se les concedía un ingreso a la facultad, pasando por alto sus calificaciones. Recuerdo que por alguna razón mi nombre Carlos, lo asociaba con Italia, quizás con algún “Carlo” y me llamaba “mafioso”, no era un personaje muy inteligente, mas bien dogmático y aunque despertaba cierto recelo en mi por ese maximalismo comunista, siempre nos tratábamos bien y hasta bromeabamos de vez en cuando con el juego de la Mafia.

Pero mas interesante que eso fue haber conocido un grupo de afganos que se formaban, separadamente, igual que el grupo de cubanos al que pertenecía yo en la carrera de filosofía, grupo en el que solo había una mujer, a diferencia del nuestro donde éramos partes iguales. En este caso, aunque nunca tuve conflictos personales con ninguno, en sentido general hay que decir que no se llevaban muy bien que digamos con los cubanos, la palabra “afgano” era pronunciada con cierto tono de enemistad entre mis compatriotas recuerdo.

Supongo que esto se debería, no solo a choques culturales, sino incluso clasistas, aquellos afganos pertenecían a la élite burguesa convertida al prosovietismo de la noche a la mañana, mientras que mis compañeros en general venían de procedencia muy humilde, obrera o campesina, a los que solo se les exigía un profundo grado de adoctrinamiento para poder estudiar la carrera, y adoctrinamiento es lo que se sobraba por entonces en la juventud cubana.

Fue pues la Ocupación soviética de Afganistán, también conocida como Guerra Afgano-Soviética, tema de esta película la que nos hizo convivir a un grupo de caribeños y centro asiaticos en la misma residencia estudiantil y compartir por entonces los mismos maestros en la Universidad Lomonosov.

Hablo de un conflicto armado que duró nueve años y al que el cine norteamericano sacó partido mucho antes que el ruso, con aquel famoso Rambo, que por cierto se menciona en la película.

Se inició de manera similar a la guerra cubana en Angola, con la implicación del Ejército Rojo, en apoyo al gobierno prosoviético del Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA) contra los fundamentalistas islámicos insurrectos, los celebres muyahidines, apoyados por Estados Unidos de América, Arabia Saudita, Pakistán.

Ese fue el Vietnam de la URSS, a cuyos caídos que esta película rinde homenaje y no está mal recordar que, aunque la retirada fue mucho más honrosa, Cuba también tuvo el suyo en Àfrica. Ojalá mas temprano que tarde se rinda aunténtico homenaje a los cubanos que allí cayeron, no con series de propaganda en favor de nuestro gobierno actual, sino con películas descarnanda, realistas y buenas en todos los aspectos como es esta 9 Compañia

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