Comunicas.- Tras la desintegración de la URSS, en 1991 Ucrania se encontraba entre los países más desarrollados del mundo. Por cierto esto es algo que reconocen los propios nacionalistas burgueses. Teníamos unas prestaciones sociales extraordinarias, que a menudo la gente no valoraba. Educación gratuita y un sistema de salud de calidad y sobre todo gratuito. Las previsiones del partido apuntaban a que para el año 2000 todos debían tener su propia vivienda gratuita. Los precios de los principales productos de alimentación, los gastos derivados de la vivienda, el precio del transporte público, seguían siendo los mismos desde hacía 50 años. Los gastos comunales, las tarifas del gas y la electricidad, apenas suponían unos céntimos. La gente consumía productos naturales. Qué era eso del desempleo, la inflación, la vida sin techo, los despidos, el impago de depósitos, los créditos al 30% de interés etc., era algo que conocían solo, los que no vivían en la URSS.
Para la generación actual todo esto es ciencia ficción. En el 2009 es imposible imaginar que todo esto sea posible.
Éramos 52 millones. No solo teníamos armamento nuclear (el tercer arsenal en el mundo, después de Rusia y EEUU), sino un ejército de un millón de efectivos, capaz de defender a la población de cualquier enemigo. El país vivía y se desarrollaba. Estábamos orgullosos de él. Pero de un modo inconcebible, en apenas 20 años, lo que equivale a cuatro planes quinquenales soviéticos, nos convirtieron en uno de los países más atrasados, no solo de Europa, sino del mundo. El más retrasado e indefenso a todos los niveles. Por increíble que parezca, la traición y el capitalismo hicieron lo suyo.
Todo comenzó con la puesta en marcha de las reformas de mercado y la sustitución del sistema social socialista por el capitalista. Todo empezó con Gorbachov. Tras la caída de la URSS, los antiguos ideólogos del comunismo comenzaron a construir el capitalismo salvaje en cada uno de sus países, cambiando sobre la marcha la hoz y el martillo por el dólar. Nosotros tuvimos a Kravchuk, los rusos a Yeltsin, los georgianos a Shevardnadze, etc.
Ocurre, que por aquel entonces, a principios de los 90, la gente todavía creía en sus gobernantes. Cada ciudadano del país sabía que los dirigentes del país, los diputados, el partido y los funcionarios, por definición debían trabajar por el bien del pueblo y del estado. Pero por desgracia la gente no tuvo en cuenta un detalle importante: los llamados demócratas y patriotas de crianza europeísta, tenían como único objetivo el lucro, hacerse con inmensa fortuna, a costa de los simples mortales.
Todas las reformas de mercado perseguían el mismo fin: apropiarse de la propiedad estatal, destruir las haciendas colectivas y en lo sucesivo implantar un régimen liberal que beneficiase a los grandes propietarios. Por desgracia todo esto que favorecería el éxito de una minoría y conduciría al empobrecimiento de la mayoría fue llevado a la práctica.
Todas las desgracias de nuestro país, son obra de los Kravchuk, Kuchma, Yushenko y de todos aquellos que estuvieron en el poder los últimos 20 años. Hay que entender, que nadie le preguntó al pueblo si quería optar por la vía capitalista. Todo se hizo a escondidas, bajo la apariencia de un supuesto amor por Ucrania y la nación, con la excusa de la democracia y el humanismo europeo.
Como resultado de la contrarrevolución capitalista, el pueblo de Ucrania perdió el poder y el control sobre todo lo que afecta al país. Hoy una minoría gobierna a la mayoría. 50 personas poseen la tercera parte del PIB del país. Los ricos cada vez son más ricos, y los pobres más pobres.
Se nos ha venido encima la crisis económico-financiera y los capitalistas pretenden sacarnos de ella a costa de la gente sencilla. El gobierno de Timoshenko ha endeudado a todo el pueblo. Los “naranjitos” continúan dedicándose a revender las empresas y a pedir créditos. Y además se enorgullece de su política.
Este “garante” (Yushenko. N de la T.) en sus intervenciones recalca continuamente, que se dirige solo a una de las nacionalidades de Ucrania. Le hace coro en este sentido la otra “politicastra”, armada de ideología pro-fascista para atraer al electorado.
Pero el caso es que con cada día que pasa, con estos “pseudo patriotas” en el poder, van quedando menos de aquellos a los que se dirigen. Esto también se puede aplicar a la gente que ellos catalogan como “nacionalidades ajenas”…En general, en Ucrania sufrimos y nos extinguimos todos por igual.
Por lamentable que sea, debemos constatar que la composición de la “nación” que han moldeado se podría resumir en las siguientes cifras:
Quedamos alrededor de 46 millones, de los cuales:
- Cerca de 10 millones viven bajo el umbral de la pobreza.
- Más de 3 millones están en paro.
- Cerca de millón y medio pasa hambre.
- Cerca de 10 millones de jubilados reciben la pensión mínima.
- Cerca de 190 mil ucranianos enferman cada año de cáncer. De cada 1500 enfermos, 900 mueren.
- Según cifras del Ministerio de Salud, hay 700 mil enfermos de tuberculosis.
- Hay 440 mil personas infectadas con el virus del VIH.
- En las cárceles hay 150 mil reclusos.
- Cerca de 900 mil personas son alcohólicos crónicos.
- Según la estadística del ministerio del Interior, a día de hoy oficialmente hay 500 mil drogodependientes.
- En Ucrania casi 200 mil niños viven en la calle.
- En Ucrania hay cerca de 1 millón de vagabundos.
- En Ucrania hay 19 millones de fumadores. El 66% de los hombres y el 20% de las mujeres.
Si sumamos a esto el creciente analfabetismo, la degradación moral de la juventud, el cuadro resultante es muy triste.
Hay que exigir responsabilidades a esos políticos de la derecha, liberales, que han aplicado y siguen aplicando las reformas capitalistas de mercado. Están en el gobierno. No hay diferencia entre ellos. Son los mismos capitalistas de distinto pelaje.
Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, cada ciudadano se debe hoy preguntar para qué en su día dio su voto a los millonarios y si lo va a seguir haciendo. Y lo principal: esforzarse en encontrar una respuesta lógica.
Denis Necheporuk
Vía Rebelión
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