viernes, 6 de febrero de 2009

Barroso intenta seducir al Kremlin con un desembarco de comisarios en Moscú

La Comisión Europea prácticamente en pleno (el presidente José Manuel Barroso, cuatro vicepresidentes y cinco comisarios) viaja hoy a Moscú, en un gesto que pretende dar un giro a las relaciones tormentosas que hasta ahora mantiene la Unión Europea con Rusia. Como se decía ayer en el entorno de Barroso, el presidente de la Comisión «no da puntada sin hilo» y en este caso ha decidido dar un paso cuanto menos audaz para señalar sus intenciones y comunicárselas al presidente ruso Dimitri Medvédev y al primer ministro Vladimir Putin.
En la Comisión insisten en que este viaje «estaba planificado desde hace tiempo», aunque no hubiera sido posible ni siquiera mencionarlo durante la primera mitad del mes de enero, cuando estaba cerrado el grifo del gas por el conflicto con Ucrania.
También ha llamado mucho la atención el hecho de que en este viaje de la Comisión a Moscú no se haya previsto ni siquiera un papel simbólico de la presidencia de turno, ocupada este semestre por la República Checa. Es imposible pensar que Barroso se hubiera atrevido a hacer algo así sin contar con la presidencia francesa, por ejemplo. Los checos no han dicho nada directamente sobre el viaje, pero para marcar sus distancias con la gestión, ayer por la tarde emitieron una declaración en la que afirman que «la Unión Europea está gravemente preocupada por los planes de Rusia de construir instalaciones militares en las regiones georgianas de Osetia del Sur y Abjasia».
La mención de los checos al conflicto del verano pasado en la víspera de esta visita de la Comisión se ha interpretado como una clara señal de descontento. Uno de los pilares de la presidencia checa es precisamente el llamado «partenariado oriental» para aproximar la UE a los países que se sienten amenazados por Rusia, como Ucrania, Georgia o Moldavia.
Así las cosas, la Comisión dice que ya empleó esta fórmula con China y que les ha ido bien, y Barroso cree que «ha llegado el momento de sacar el mejor partido de esta relación con Rusia, reconociendo nuestras diferencias». Las negociaciones más importantes sobre la mesa son las del acuerdo bilateral de cooperación, pero el presidente de la Comisión no ha querido comprometerse a un resultado.

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