Yulia Timoshenko ha despejado en Moscú el fantasma de una nueva guerra del gas. La primera ministra ucraniana ha arrancado a su homólogo ruso un principio de acuerdo que garantiza el suministro de gas a Ucrania en los próximos 3 años. Vladímir Putin ha aprovechado la cita para reprochar públicamente a Kiev una supuesta venta de armas a Tiflis durante el reciente conflicto ruso-georgiano.
Aunque Timoshenko no ha dicho cuánto pagará por el gas ruso, sí ha adelantado que se acercará progresivamente y no de forma inmediata, como exigía Gazprom, al precio de mercado. Actualmente, Ucrania paga casi un tercio de lo que lo hacen otros países europeos. Se rumorea que en la factura va incluido un giro político que, merced al Bloque Timoshenko, devolverá el poder a las fuerzas pro rusas en Ucrania. La primera ministra lo ha negado con vehemencia.
Europa sigue de cerca los pormenores de las negociaciones, pues por Ucrania pasa el 80% del gas que Rusia exporta a la UE. Hace dos inviernos, un conflicto de precios entre Moscú y Kiev dejó tiritando a medio continente.
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