viernes, 8 de agosto de 2008

Rusia, Ucrania, Panamá, Chile y el Valle de Mena compartieron escenario durante la inauguración oficial


Villasana vibraba con luz propia. Ni las gotas que empezaban a caer al comenzar la noche impidieron a las más de mil personas presentes en la plaza San Antonio acudir a la inauguración oficial de la novena edición del Festival Internacional de Folclore que tuvo lugar el miércoles al acabar el día.Los grupos internacionales ya se habían hecho con las gentes durante la jornada anterior con sus talleres y sus danzas al aire libre. Pero en esta ocasión, Chile, Panamá, Ucrania, Rusia y el propio Valle de Mena dieron lo mejor de sí en unas actuaciones llenas de colorido, sonidos y cantos que provocaron un gran silencio de admiración, que sólo fue interrumpido por los aplausos. Los primeros en estrenar el escenario principal fueron los miembros de la Compañía Folclórica Millauquén, que desde Chile traían los sonidos más tradicionales conseguidos a través de los instrumentos regionales más típicos. Con sus bailes rendían honor a la Virgen del Carmen. Un llamativo espectáculo en el que convirtieron a las luces en protagonistas. Tras ellos, llegó el turno a los anfitriones del Festival: Ecos del Valle. El grupo, con más de 27 integrantes de todas las edades, consiguió unos efusivos vítores tras su Danza de las Espadas, una jota burgalesa y un baile de cosecha propia creado en 2005, donde el repicar de las castañuelas no cesó.El público esperaba ansioso a los siguientes participantes. Fue entonces cuando más de cien bailarines, divididos en tres categorías, mostraron las danzas de Ucrania mezcladas con música que evocaba a los sonidos de la naturaleza. Unión especialLas acrobacias de los bailarines fueron los momentos más álgidos, junto a los cánticos tradicionales, que también estuvieron presentes en la actuación del Grupo de Danza Apelsin. El país ha estado durante más de ocho años unido de una forma especial al Valle de Mena gracias al aporte y a la dirección artística de Dimitry Nazarenko.Ya saltando en el mapa se llegó hasta Panamá. Atenay Batista nos hizo recordar a los salones de la época colonial gracias a sus vestidos que, con un gran vuelo, conseguían movimientos con un gran impacto visual.La actuación estelar corrió a cargo de la Compañía Nacional de Canto y de Danza de República de los Komis. Los rusos impactaron con sus canciones populares y con el sonido calmado de cascabeles y panderetas, que más tarde desembocarían en un espectáculo lleno de movimiento y saltos imposibles.Todos ellos formaron parte de una ceremonia que no era sino el comienzo de lo que estos días llena las calles de la localidad. El esfuerzo de los organizadores y de los cerca de 70 voluntarios hacen posible este proyecto cada año. Destaca un equipo humano entregado para que tanto los más de doscientos artistas que participan en el Festival como los visitantes que disfrutan de él se sientan satisfechos con lo que se ofrece.No deja de ser un intercambio cultural y de hermandad que tiene pilas para rato. El sábado a las diez de la noche se despedirán de todos en el acto oficial de clausura pero, en cualquier caso, sólo lo harán hasta el próximo año.

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