miércoles, 13 de agosto de 2008

La seguridad y la economía de Europa, en jaque

La mediación que emprendió hoy el presidente francés Nicolas Sarkozy en Moscú y Tiflis demuestra claramente la preocupación que suscita el conflicto de Georgia en Europa.
Sarkozy, presidente en ejercicio de la Unión Europea (UE) durante el segundo semestre de 2008, espera obtener un alto el fuego entre Rusia y Georgia, y evitar una posible propagación del conflicto en esa región extremadamente sensible para la seguridad y la economía de Europa.
Desde la perspectiva estratégica, el Cáucaso forma parte de la esfera de interés de la UE: desde el ingreso de Rumania y Bulgaria, en 2007, las "fronteras europeas" llegan hasta el Mar Negro. Ese acontecimiento, altamente significativo, pasó prácticamente inadvertido.
Desde el punto de vista económico, esa región representa la yugular de la economía europea. "Georgia controla una de las puertas del ingreso de petróleo a Europa", resumió Michael Denison, miembro asociado de Chatham House, uno de los principales think tanks británicos de política internacional.
Los oleoductos que transitan por Georgia, Azerbaiyán, Abjazia, Kazajstán y Osetia del Sur permiten a Europa recibir 1,2 millones diarios de petróleo de origen ruso. Por esos explosivos territorios caucásicos también pasan los gasoductos que proveen a Europa de 8.000 millones de metros cúbicos de gas por año.
Moscú preparó cuidadosamente ese conflicto, según la opinión que prevalece entre los expertos occidentales de la OSCE (Organización de Cooperación y Seguridad en Europa) con sede en Viena.
El objetivo del tandem Medvedev-Putin es asestar un golpe definitivo a la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en esa zona que el Kremlin considera vital para la defensa de sus intereses estratégicos. El Cáucaso representa para Rusia lo mismo que significan el Caribe y América Central para Estados Unidos.
Moscú desea neutralizar la adhesión de Ucrania y Georgia a la OTAN, y disipar las tentaciones que pueden tener otros candidatos como Moldavia, Bielorusia, Azerbaiyán o Kazajstán. Otro objetivo del Kremlin es contener los planes norteamericanos de implantar instalaciones de su escudo antimisiles en países que formaban parte de la órbita soviética.
Medvedev y Putin también aprovechan esta ocasión para reafirmar sus intenciones de mantener una "presencia permanente" en el Mar Negro, a pesar de la exigencia de Ucrania. El gobierno de Kiev pretende recuperar en 2017 el control de la base naval de Sebastopol, principal vía de acceso al Mediterráneo y a los "mares de aguas calientes", que constituyen una de las preocupaciones estratégicas de la "eterna Rusia" desde la época del zar Alejandro I.
Rusia no sólo aprovechó el letargo de la opinión pública mundial provocado por los juegos olímpicos de Pekín, sino la debilidad de Estados Unidos debido al vacío de poder provocado por la virtual ausencia de George W. Bush y la elección presidencial. Washington no puede adoptar una posición demasiado fuerte contra Rusia en la crisis de Georgia porque a corto plazo necesitará contar con el vital apoyo del Kremlin en la crisis nuclear de Irán.
Casi 20 años después del derrumbe del comunismo, Medvedev y Putin utilizaron esta crisis para indicarle a Europea y Estados Unidos que Rusia está de regreso en la escena internacional.
Por Luisa Corradini Corresponsal en Francia

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