sábado, 7 de enero de 2012

Rusia estrecha el cerco sobre los gasoductos ucranianos


29-12-2011 / 14:51 h

Arturo Escarda

Moscú, 29 dic (EFE).- Regalo para Rusia e incienso para Ucrania: de Oriente llegan los Reyes Magos y de Oriente le llegó a Rusia el regalo en forma de la autorización de Turquía para trazar su gasoducto South Stream por el fondo del mar Negro, un duro golpe para el cuasimonopolio ucraniano sobre el transporte del gas ruso.

El gasoducto ruso South Stream, ideado para unir Rusia con el sur de Europa sin pasar por Ucrania, "es un proyecto político", declaró hoy el ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Konstantín Grischenko.

En la actualidad, el 80 % del gas que compra la Unión Europea a Rusia (el 25 % de todo lo que consume) llega a los Veintisiete a través de territorio ucraniano (el 20 % restante lo hace vía Bielorrusia).

Con la puesta en marcha del segundo ramal del gasoducto Nord Stream (el primer funciona desde noviembre), Rusia abastecerá el norte de Europa con 55.000 millones de metros cúbicos de gas sin pasar por Ucrania, mientras que el South Stream podrá bombear hasta 63.000 millones de metros cúbicos a los países del sur de Europa.

Con las dos infraestructuras, Rusia podrá transportar a los países europeos un volumen de gas equivalente al que exporta en la actualidad a través de los gasoductos ucranianos.

Por otro lado, la puesta en marcha de las dos "corrientes", la Norte y la Sur, reducirá considerablemente el valor estratégico, pero también monetario, de los gasoductos ucranianos, indispensables en la actualidad para el tránsito del gas ruso a la UE.

Aunque el Kremlin, de cara a la galería, insiste en que el sistema de transporte ucraniano es insuficiente para la creciente demanda europea, no es menos cierto que otro fin es privar a Ucrania del papel estratégico que desempeña ahora como territorio de tránsito.

De hecho, si Ucrania deja de ser una pieza clave en las transacciones de gas entre Moscú y los Veintisiete, el precio que ahora paga Kiev por el gas ruso, considerado aún así desorbitado por las autoridades ucranianas, podría elevarse aún más.

Con la luz verde para lanzar el South Stream tras la decisión de Turquía, Moscú cuenta con aún más elementos a su favor para obligar a Ucrania a vender sus gasoductos a Rusia, una viejo anhelo del monopolio estatal de gas ruso Gazprom.

Así se lo han hecho saber una y otra vez a los ucranianos tanto las autoridades rusas, con el presidente, Dmitri Medvédev, y el primer ministro, Vladímir Putin, a la cabeza, como los directivos de Gazprom, a la hora de responder a la exigencia de Kiev para renegociar los precios que paga Ucrania por el gas ruso.

Aunque Rusia señala que uno de sus objetivos es evitar a Ucrania como territorio de tránsito para curarse en salud en caso de que estalle una nueva "guerra del gas" entre Moscú y Kiev, como en 2006 y 2009, con el consiguiente corte de los suministros a Europa, otro es estrechar el cerco sobre los gasoductos ucranianos.

Minutos después de conocerse la autorización de Turquía, el presidente de Gazprom, Alexéi Miller, reiteró que la capacidad del nuevo gasoducto dependerá de la disponibilidad de Ucrania para negociar con Rusia: dicho de otra forma, según los analistas, la disposición de Kiev a renunciar a sus propios activos.

Tras la decisión de Turquía, "South Stream está aún más atado a Ucrania", dijo Miller, en unas declaraciones que sólo pueden tener una interpretación si se tiene en cuenta que el gasoducto no pasará por territorio ucraniano: Rusia ajusta la soga sobre el cuello de Kiev para obligarle a vender.

Ucrania, mientras tanto, se ve atrapada entre dos gigantes, porque mientras Rusia la calienta con su gas a precios astronómicos, la UE, su amigo más deseado, la presiona para que modernice sus gasoductos, pero sin venderlos a Gazprom.

Europa tiene sus propios intereses, en los que de ninguna manera encaja que el tránsito por Ucrania acabe en manos de los rusos, porque lo que quieren los Veintisiete es precisamente reducir su dependencia energética de Rusia.

Ucrania tiene cada vez menos margen para maniobrar, un poco más alejada de Europa, que aunque engatusa a Kiev con un acuerdo de libre comercio, le niega la perspectiva de la plena integración, y un poco más cerca de Rusia, que tiene en sus manos la llave para aliviar la maltrecha economía ucraniana si baja el precio del gas.

También a la UE le ha tomado delantera Rusia con el paso adelante del South Stream, porque el proyecto ruso es competidor del europeo Nabucco, que pretende reducir la dependencia europea del gas ruso con un gasoducto de 4.000 kilómetros desde el mar Caspio hasta Austria, pasando por Turquía, Bulgaria, Rumanía y Hungría.

Y es que a pesar de la participación en South Stream de gigantes energéticos europeos (la italiana Eni, la francesa EDF y la alemana BASF), es Nabucco el que cuenta con el apoyo oficial de Bruselas, preocupada por la independencia energética de Europa. EFE

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