No es un aniversario redondo. Pero casi. Ucrania recuerda encogida que tal día como hoy de 1986 el reactor número 4 de la central de Chernobil saltó en pedazos. Dejó emponzoñada durante siglos una zona que sigue acotada y vigilada por las fuerzas del orden, pero donde paulatinamente han ido regresando cada vez más habitantes que no temen la radiación.
El mayor accidente nuclear de la historia afectó a más de dos millones de personas, medio millón de ellas niños, en Ucrania, pero también en las limítrofes Rusia y Bielorrusia, y fue como si hubieran lanzado 500 bombas atómicas como las de Hiroshima o Nagasaki. Los muertos se contabilizan por decenas de miles, probablemente más de 100.000.
Decir Chernobil sigue dando miedo. Pero Pripiat da más. Era una ciudad ucraniana de 40.000 almas, que tuvo que ser evacuada en tres días, porque se encuentra a tan sólo cuatro kilómetros del letal reactor número 4.
En Pripiat se paró el tiempo y ahora es un lugar maldito y abandonado, donde sólo pasan a toda velocidad los camiones que operan en la cercana central nuclear. Aún se ve el parque de atracciones con su noria altamente contaminada. Y los carteles metálicos que anuncian el próximo congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. Y las aceras de hormigón donde crece salvaje la maleza. Entre los edificios, aquí y allá, hay 'manchas' de plutonio o americio que no se desintegrarán ni en cientos de años.
Sin embargo, lo que provoca más espanto es el silencio. Un silencio artificial. No se oye ni el trino de los pájaros. Sólo el rumor del viento que azota las copas de los árboles que han tomado un extraño color amarillento...
No hay comentarios:
Publicar un comentario