Moscú, 26 de abril, RIA Novosti. El acuerdo con Rusia que "canjea" descuentos para el gas por la base naval rusa en la ciudad ucraniana de Sebastopol, se convirtió en el primer gran éxito del presidente de Ucrania, Víctor Yanukovich, escribe hoy el diario ruso Vedomosti.
Si además logra la ratificación del acuerdo por la Rada Suprema (parlamento nacional), este éxito será tridimensional, al poder atribuirse a la política interior, exterior y económica,
La estratégica decisión de permitir que la Armada rusa se quede en Sebastopol un cuarto de siglo más fue adoptada con una rapidez y maña que hacen posible hablar de un gran peso administrativo logrado por el nuevo presidente. Es quien controla, en una medida considerable, los flujos mediáticos. En los tiempos del anterior presidente Yúschenko, un plan de tamaña envergadura se hubiera filtrado a la prensa y la oposición hubiera podido sabotearlo.
El impredecible parlamento y el neutral Tribunal Constitucional, dos organismos que la oposición podía aprovechar antes para al menos aplazar la resolución de este asunto, ahora ya no cuentan. El TC renunció a ocuparse del tema, y en cuanto a la Rada, el presidente, al poseer mecanismos para presionar a los diputados, confía en una ratificación simultánea con la Duma rusa.
Si todo va según el plan de Yanukovich, la democracia ucraniana acabará siendo igual de "controlada" que la rusa.
Al mismo tiempo, el presidente privó a la oposición de un argumento importante, los desventajosos contratos de compra del gas ruso. Gracias al descuento conseguido, la nada despreciable suma entre US$ 3.000 y 4.000 millones extra pasará a engrosar las arcas del Estado anualmente.
Por último, Yanukovich no tuvo que pelearse con Occidente (que se abstuvo de criticar su acuerdo con Rusia) para conseguir que Moscú sea su gran aliado, hasta el punto de convertirse en el contertulio preferido de su homólogo ruso.
Otra cosa distinta es que la oposición pueda, en un futuro, aprovechar el canje para acusar a Yanukovich de "vender Ucrania". Lo cual, no obstante, no quita que el cuarto presidente ucraniano haya arrancado más fuerte que su antecesor.
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