La política hostil del presidente ucraniano, Viktor Yuschenko, hacia Rusia y su falta de progreso en los nexos con Occidente hundieron aún más su popularidad, mientras el país vivió en 2009 una campaña electoral anticipada.
Yuschenko, junto a la primera ministra Yulia Timoshenko y el líder del Partido de las Regiones (PR), Viktor Yanukovich, protagonizaron un disputa adelantada por el voto de los ucranianos en las presidenciales pronosticadas para el 17 de enero de 2010.
Todos trabajaron de una forma u otra con ese objetivo, el primero buscó crear más adeptos con el desarrollo de una política hostil con Rusia y de acercamiento a Occidente y sus instituciones que tuvo muy poco éxito y de ello hablan todos los sondeos.
Asimismo, Timoshenko aplicó medidas en la esfera económica aparentemente dirigidas a crear mejores condiciones, con un endeudamiento foráneo extremo al punto de que algunos consideran que el dinero foráneo financió parte del presupuesto.
La jefa de Gobierno jugó la carta de las buenas relaciones con Rusia, mientras consolidaba su posición en las encuestas, a unos 10 puntos de Yanukovich, destacan medios de prensa ucranianos.
Además, en lo interno Timoshenko llegó a negociar con Yanukovich -su histórico rival y con quien en varias ocasiones prometió no reunirse jamás- la posible formación de una mayoría absoluta parlamentaria entre el bloque que lleva su nombre y el PR.
El éxito de esa negociación, con Yuschenko como adversario común, se hizo cada vez menos probable con el acercamiento del inicio oficial de la campaña electoral en octubre pasado en la que cada uno de los tres citados políticos hala para su lado.
De su parte, Yuschenko aplicó una política dirigida a buscar respaldo en el electorado ucraniano o quizás más bien apoyo de Occidente para sus propósitos de reelección.
En este año, el mandatario continuó con la política exterior iniciada en 2005 de confrontación con Rusia, al situarla como ex imperio que amenaza la independencia ucraniana, y de acercamiento acelerado a la Unión Europea (UE) y a la alianza atlántica.
Pero Yuschenko, que apenas llega al tres por ciento de respaldo popular, logró muy poco con esa actitud.
Hasta el momento, Ucrania presenta dificultades para la firma de un acuerdo con la Unión Europea, sobre todo en el aspecto vinculado a la zona de libre comercio, por lo cual solicitó separar el tema político para firmar un documento independiente en diciembre de este año.
Tampoco fructificó el avance para el ingreso a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), después que Kiev y Tiflis quedaron fuera de los planes inmediatos de ampliación de la alianza.
Según una encuesta realizada recientemente, 45 por ciento de los ucranianos desestiman el ingreso a la OTAN, 14,5 más bien está en contra y sólo 8,2 apoya ese paso.
El esfuerzo de los políticos por convertirse en el nuevo timonel de Ucrania lleva a la agudización de los conflictos internos en la medida que se acerca la fecha de la contienda en las urnas, sobre todo entre la presidencia, el ejecutivo y el parlamento.
Aunque Yuschenko y Timoshenko protagonizaron juntos la llamada Revolución Naranja, por la cual el primero fue llevado al poder, tras protestas apoyadas por Occidente, ahora vuelven a ser enemigos con sus respectivas consideraciones y ambiciones políticas.
Contrario a Yanukovich, Timoshenko y el ex presidente de la Rada Suprema (Parlamento), Atseni Yatseniuk, el actual mandatario ucraniano decidió ir en contra de la corriente de acercamiento a Moscú para buscar, sin éxito palpable, una confrontación con un matiz nacionalista.
Yuschenko insistió en la presunta amenaza rusa, la necesidad de buscar la seguridad en la Europa occidental y la revisión de la historia de la Gran Guerra Patria.
Además, el jefe de Estado considera politizados los acuerdos entre Timoshenko y su similar ruso, Vladimir Putin, sobre los suministros de gas y su transporte por los gasoductos ucranianos. El asunto de la salida de la flota rusa del Mar Negro del puerto de Sevastópol, en la Crimea ucraniana, también figura entre los temas de discusión.
A lo largo de este año, el conflicto político por ganar la preferencia del electorado, en una preparación a largo plazo para los comicios presidenciales, se trasladó a la arena internacional para involucrar, sobre todo a Rusia, en los procesos internos.
La eficiencia del funcionamiento del sistema nacional de producción y transportación de gas fue puesta en duda por el mandatario ucraniano que de inmediato lo vinculó al acuerdo, firmado en enero de 2009 para solucionar una nueva crisis sobre ese combustible entre Kiev y Moscú.
Otro tema que se hizo fuerte en el último trimestre de este año fue la epidemia de gripe que costó a la vida a cerca de 400 personas. Tanto Yuschenko, como Yanukovich o Timoshenko halaron para su lado cualquier indicio de éxito en el combate a la enfermedad.
La agudización de la crisis que dejó muy mal parado al sector metalúrgico y la escasez de recursos para pagar el combustible suministrado por Rusia también reforzó la confrontación y las acusaciones mutuas entre la elite política ucraniana.
Un asunto delicado que también desembocó en un debate nacional y la apertura de una pesquisa parlamentaria fue el suministro de armas ucranianas a Georgia en el conflicto con Osetia de Sur y Abjasia.
Desde que en agosto de 2008 las tropas georgianas atacaron Osetia del Sur y mataron a unas mil 500 personas, incluidos unos 80 pacificadores rusos con el consiguiente contraataque de Moscú, el Kremlin acusó a Kiev de suministrar equipos bélicos a Tiflis.
Las acusaciones de Moscú persiguieron a Yuschenko hasta una conferencia con la UE en el último trimestre de este año donde defendió el derecho de su país a la venta legal de armas, aunque los diputados consideran que la operación fue secreta.
En lo interno, la oposición encabezada por el ex primer ministro Yanukovich bloqueó por varias semanas la tribuna del legislativo para obligar al ejecutivo a adoptar medidas dirigidas a aumentar los salarios y las pensiones en medio de la crisis global.
A mediados de año, Ucrania vio devaluarse a la mitad a la grivna, una de las monedas más estables en el espacio pos-soviético, en medio de la caída del precio del petróleo, condicionada por una drástica contracción del consumo en el orbe.
Por otro lado, el electorado ucraniano asiste a las urnas para elegir de entre las mismas figuras políticas de los últimos años que varían con mucha facilidad sus posiciones y en consecuencia cuentan con un electorado con similares características.
Al finalizar el año, Yuschenko dio el toque final a la crisis política interna al amenazar con disolver la Rada si fracasa en aprobar, antes de enero venidero, un proyecto de Constitución que la oposición considera le restituye poderes al jefe de Estado.
Para el año 2010 Ucrania necesita hallar un timonel capaz no sólo de sacar al país de la crisis económica y política de los últimos meses, sino de saber conjugar tres vectores de su política exterior: el ruso, el europeo y el estadounidense.
(*) El autor es corresponsal de Prensa Latina en Rusia.
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