El ex preso ucraniano John Demjanjuk asiste como un martirio a su juicio en Alemania por el asesinato de 27.900 judíos, donde se vio sometido hoy a un "cara a cara" con los hijos de sus víctimas, veinte años después de su primera condena a muerte en Israel, más tarde revocada, por otros crímenes del nazismo.
Postrado en una camilla, bajo su manta y con el rostro oculto bajo una gorra, Demjanjuk escuchó sin decir palabra, a metro y medio de distancia, a los cinco primeros testigos de la acusación particular, hoy jubilados, entonces niños holandeses que perdieron a sus padres en Sobibor, el campo de exterminio donde sirvió.
Marie van Amstel, de 70 años, explicó cómo en julio de 1943 se llevaron a su padre y a su madre, ambos gaseados en Sobibor, según supo ella años más tarde, ya adulta, de la consulta en las listas de la Cruz Roja Internacional. Jacob Simon, de 73, perdió asimismo a los suyos y sobrevivió igualmente refugiado por familias católicas.
Rudolf Salomon, de ochenta años, mostró entre lágrimas la carta recibida por su padre, comunicándole la muerte en Sobibor de su madre. Y David vom Huiden, de la misma edad, contó hasta con ironía cómo sus padres le mandaron irse "a dar una paseo con el perro, un pastor alemán", precisó, mientras los nazis se los llevaban.
Sobrevivieron, escondidos como tantos niños judíos holandeses, de casa en casa entre familias ajenas, en la confianza de que sus padres regresarían, puesto que "la creencia general era que se los llevaban a campos de trabajo", contó vom Huiden en un buen alemán.
Esa fue la gran mentira, siguió. A diferencia de otros lugares, Sobibor era un campo estrictamente de exterminio. Quienes llegaban ahí eran gaseados de inmediato, en cámaras accionadas por "Trawniki" -guardas voluntarios-, como presuntamente fue Demjanjuk.
El procesado, nacido en Ucrania en 1920, reclutado por el Ejército soviético para luchar contra las tropas de Hitler y luego capturado por los nazis, que lo convirtieron en uno de sus verdugos ejecutores, según la fiscalía, no resistió el sexto testimonio, del total de 22 familiares de víctimas presentes en la sala.
Una hora después de abrirse la sesión, segunda de la jornada tras la apertura del juicio ayer, comunicó a su abogado, como siempre a través de su intérprete, que no estaba en disposición de seguir.
El proceso es un segundo martirio para Demjanjuk, había advertido en la sesión de la mañana su defensa, Ullrich Busch, quien solicitó de nuevo la suspensión del mismo.
Alemania no es competente para juzgar a un extranjero, porque "no ha hecho sus deberes con los nazis alemanes", dijo. Según Busch, Demjanjuk fue "deportado a la fuerza" desde EEUU -país al que emigró en 1952-, el pasado mayo, sin atender a su salud y al hecho de que fue absuelto en Israel de los crímenes que ahora se le imputan.
El procesado fue condenado en Israel a la horca como "Iván el Terrible" del campo de Treblinka. Cinco años después se revocó la pena al no probarse que hubiera estado siquiera en ese campo.
El juez muniqués, Ralf Alt, recordó que a Demjanjuk no se le juzga por los 800.000 muertos de Treblinka, sino a tenor del nuevo material inculpatorio sobre Sobibor, entre ellos su hoja de servicios y carné de las SS, con el número 1393, donde consta que fue uno de los temidos "Trawniki" entre marzo y octubre de 1943.
Sobibor no era el campo de trabajo del que los niños holandeses creían que regresarían sus padres, según relató minuciosamente por la mañana el fiscal, Thomas Lutz.
En Sobibor murieron 250.000 judíos, de los cuales 27.900 en los seis meses en que Demjanjuk estuvo ahí. Ahí se deportó a judíos de toda Europa, a los que en cuanto llegaban se les obligaba a desnudarse y dejar su equipaje, supuestamente para ser llevados a las duchas.
Unas pocas horas después de llegar morían hacinados en cámaras de gas de 4 x 4 metros. Los recién llegados no sabían el destino que les aguardaba, pero Demjanjuk sí, enfatizó Lutz.
El preso ucraniano, por entonces de 23 años, recibió instrucción de las SS, sabía cuál era el cometido del campo y que participaba en el plan de exterminio judío. Nunca intentó huir.
De ahí pasó al campo de Flossenbürg y, tras la guerra, emigró a EEUU con el estatus de víctima.
La fiscalía combinó el relato de las atrocidades cometidas por los "Trawniki", de los que hubo 120 en Sobibor, con la del listado frío por grupos de víctimas, a disparos o en cámaras de gas.
Demjanjuk siguió la sesión con la gorra cubriéndole el rostro hasta que dio por terminada la sesión, a través de sus quejas a la intérprete al ucraniano.
"Es un gran actor", comentaba en una pausa Efraim Zuroff, director del centro Simon Wiesenthal de Jerusalén, presente en la Audiencia de Múnich para seguir el juicio
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