jueves, 12 de noviembre de 2009

LOS OOPARTS (Objetos Fuera De Su Tiempo)

Igual de irresoluble que el misterio del cuadro de Montalcino son otros objetos y pinturas diseminados alrededor del mundo que parecen demostrar que, o bien somos unos perfectos desconocedores de nuestro pasado, o bien que ha habido "interferencias temporales" en uno u otro momento. Y nos estamos refiriendo a hechos, no a especulaciones. Por lo prolijo de esta clase de objetos (muchos de ellos menos demostrativos que el legado de Salimbeni) apenas nos detendremos en algunos de los más significativos ooparts (out of place artifacts) u objetos fuera de su tiempo.

De todos ellos el más sorprendente es -sin duda- la máquina de Antikythera, descubierta en 1900 por unos pescadores de esponjas griegos que faenaban en las inmediaciones de una isla del mismo nombre. El objeto en cuestión, descubierto entre los restos de un naufragio de un barco griego de casi dos mil años de antigüedad, presenta un insólito cuadro de ruedas dentadas -una veintena, a decir de Valerios Stais, del Museo Nacional de Atenas, quien examinó por primera vez la máquina en 1902-.



Después del análisis minucioso del resto de los materiales recuperados de aquel naufragio, se dató en tomo al año 65 d.C. la fecha del desgraciado incidente marino. Lo que, de por sí, convierte a aquel mecanismo dotado de una compleja red de ruedas dentadas en algo anacrónico. No obstante, las inscripciones halladas en los metales del extraño mecanismo no contradicen esa fecha, sino que corroboran que la máquina pertenece a los primeros momentos del siglo I. La inscripción más larga que se conserva sobre los restos de metal hallados es extraordinariamente similar a un calendario astronómico elaborado en el año 77 d.C.

Hasta Abril de 1974, en que la revista Scienttfic American publicó un articulo del profesor Derek J. de Solla Price, de la Universidad de Yale, el objeto sólo fue un tema más de discusión entre los amantes de las anomalías históricas. Price, gracias a este trabajo y a otros que vinieron después, redimensionó el problema de Antlkythera. Reconoció haber comenzado a restaurar la máquina a primeros de los años cincuenta y haber sometido a rayos X, en 1972, el todavía amasijo de metal rescatado en Antikythera; resolviendo, tras sus observaciones, que se trataba de una especie de computadora astronómica bien precisa. Construida con ruedas de cobre, la máquina debía de haber contenido alrededor de treinta ruedas dentadas, con sus correspondientes diferenciales, y pudo haber estado dentro de una cala cubierta de inscripciones. Su descubrimiento puso de manifiesto algo que puede extenderse a posteriores hallazgos: fuera, probablemente, del uso común de los contemporáneos de la época helénica, hubo una casta de hombres que manejaron una tecnología que -en el caso del objeto de Antikythera- no volveremos a encontrar hasta bien entrado el siglo XVI. ¿De nuevo el Tiempo nos vuelve a jugar malas pasadas?



Tan polémica como la máquina de Antikythera es el extraño cráneo de cristal hallado en 1927 por Anna Mitchell-Hedges, hija adoptiva del polémico explorador británico Frederik Mitchell-Hedges, en las ruinas mayas de Lubaantun, situadas en los bosques tropicales de Belice, en la Guayana británica. El cráneo, perfectamente tallado en cristal de roca, presentaba un alto grado de dureza (siete sobre diez, en la escala de Mohs, para ser precisos), de lo que se deducía que sólo mediante fundición del mineral y utilizando un molde, o mediante el uso de un diamante por un hábil orfebre, podría obtenerse algo parecido. Pero los mayas no poseían la suficiente capacidad técnica -desde la óptica arqueológica tradicionalmente admitida- como para enfrentarse a semejante empresa artística. Treinta y ocho años antes, un soldado mexicano descubrió en su país una calavera similar, que -a diferencia de la de Lubaantun- no podía mover su mandíbula. Posteriores análisis del hallazgo de Mitchell-Hedges, conducidos en 1970 por la compañía norteamericana Hewlett-Packard, contribuyeron a avivar la polémica sobre su fabricación, ya que demostraron que se confecciono en una sola pieza, y que sobre su superficie no existe ni una sola muesca de las herramientas presumiblemente empleadas. Hewlett-Packard concluyó sus apreciaciones sobre el objeto asegurando que se necesitarían al menos tres siglos de trabajos manuales ininterrumpidos, en época maya, para obtener un resultado así

Penden sobre estos dos cráneos acusaciones de fraude. Es decir, la presunción de que no fueron elaborados -tal y como se pretende- por las culturas en cuyas ruinas se hallaron. Pero ninguna de las acusaciones, hasta el momento, ha podido ser demostrada como cierta. Ooparts de singulares características pueden hallarse en todos los rincones del mundo, casi como si quisieran demostrar, en silencio, que algunos planteamientos modernos de la Física teórica sobre la posibilidad de viajar en el tiempo, son validos. Huellas de zapatos encontradas en estratos geológicos de hace dos o tres millones de años, como las que se rescataron en la prisión estatal de Carson City (Nevada, EE.UU.) en 1882, o la huella de zapato descubierta a mediados del siglo pasado en el desierto del Gobi por un equipo de paleontólogos, en un estrato fechado en unos doscientos millones de años de antigüedad, nos obligan a replanteamos los conceptos de linealidad del tiempo. El propio Stephen Hawking. ante las especulaciones que la Física ha formulado en estos últimos años sobre la variabilidad de la continuidad del Tiempo, aseguró en Octubre de 1987 en Madrid que: «algún día será posible viajar por el Tiempo. Si hace un año me lo hubieran preguntado, hubiera contestado que era imposible».

Hace algunos años la revista rusa Aura-Z publicó un artículo por el investigador ruso Vladimir Rubtsov acerca de un hallazgo de alta extrañeza: un artefacto misterioso conocido únicamente por el apelativo "la bola negra" y cuyo origen era supuestamente extraterrestre. La esfera había sido sometida a la consideración de especialistas de gran prestigio de la Academia Rusa de Ciencias, el Instituto de Ingeniería Física de Moscú, y la Asociación Industrial y Científica Soyuz.

El descubrimiento del aparato fue producto de un accidente afortunado. En 1975, durante la realización de excavaciones rutinarias en una cantera en el sur de la Ucrania, los obreros dieron con el objeto a una profundidad de 8 metros. Uno de los trabajadores quedó sorprendido por la configuración casi perfecta del objeto y la extrajo, llevándola a su hogar como una novedad para su hijo.

Con el paso del tiempo, la capa de arcilla que cubría el objeto comenzó a desmoronarse, revelando una esfera de consistencia parecida a la obsidiana. Un maestro llevó la extraña formación al museo comarcal, en dónde permaneció por muchos años antes de llegar a las manos de Boris Naumenko, académico adjunto al Instituto de Ciencias Terrestres. Naumenko y sus colegas habían oído relatos sobre el supuesto origen "extraterrestre" del objeto y sus poderes "psíquicos", así que se lanzaron a realizar una investigación científica del objeto para averiguar su composición y origen.

Las pruebas iniciales ensayadas sobre la "bola negra" revelaron que pesaba entre cuatrocientos y seiscientos gramos, tenían un diámetro de 18 pulgadas, y estaba revestida de una capa amarillenta de depósitos varios. No fue posible determinar su edad, aunque el descubrimiento se había producido en una capa de arcilla de diez millones de años de edad, tomando en cuenta la posibilidad de que el objeto pudo haber sido depositado allí posteriormente. Sin embargo, resultó posible estimar que las partículas que rodeaban el objeto tenían varios millones de años de edad

El investigador Rubtsov pasa a decir en su artículo que se practicaron varias radiografías al objeto y se descubrió que tenía un núcleo cuya densidad era menor que cero. La superficie vidriosa del objeto no guardaba parecido alguno con las sustancia vítreas conocidas, y la antigüedad del objeto eliminaba la posibilidad de que el objeto fuese manufacturado por civilizaciones humanas.

Y si resultaba cierto que el objeto era artificial, representaba la tecnología de una sociedad no humana y posiblemente extraplanetaria. La masa negativa del núcleo del objeto llevó a varios sabios a pensar que se trataba de un envase que contenía antimateria: parte del sistema de propulsión de una posible astronave. Rubstov comenta que la única manera de determinar el contenido del objeto era perforándolo, con resultados que bien pudieran ser catastróficos.

Parecería ser que otros objetos extraños (conocidos en inglés como OOPARTS, out-of-place-objects u objetos fuera de sitio en el lenguaje de la investigación forteana) también fueron descubiertos en la antigua Unión Soviética. En 1993, se encontró un objeto de forma espiral en una mina de los Urales. Las pruebas metalúrgicas comprobaron que se trataba de un artefacto hecho de wolframio y molibdeno y cuya edad podía fecharse entre veinte mil y trescientos mil años de edad.

La extraña bola de la familia Betz
Pero mucho antes de que se descubrieran objetos extraños en Eurasia, una familia en la ciudad de Jacksonville (Florida, EE UU) había descubierto un artefacto que desafió todos los intentos realizados por clasificarla.

Según una noticia de Prensa Asociada del 12 de abril de 1974, Antoine Betz y su esposa Gerri encontraron un objeto de forma esférica que pesaba unos 9 kilogramos y cuyas dimensiones eran menores que las de una bola de jugar a los bolos. El extraño artefacto parecía estar hecho de un metal altamente pulido y fue hallado justo en medio del patio delantero de la casa de los Betz.

La "bola Betz", como se le llegaría a conocer, era capaz de realizar proezas verdaderamente asombrosas, como rodar hacia un lugar determinado por su propia cuenta y regresar a la persona que la había hecho rodar; vibraba y zumbaba como respuesta a los acordes de una guitarra. El interés por la esfera la convirtió en la sensación del momento, llegando a atraer la curiosidad de la Marina de Guerra de EE UU, que la pidió prestada a los Betz para someterla a una serie de pruebas. Los escépticos no demoraron en presentarse, alegando que la milagrosa esfera de metal no era más que una válvula de retención de una fábrica de papel, y la curiosidad del público se extinguió después de dicha aseveración.

Sin embargo, el investigador Bill Baker llegó a establecer que la "bola Betz" era tan increíble como se había pensado originalmente. Presentando los datos producidos por las pruebas oficiales, Baker comprobó que el objeto parecía albergar cuatro objetos distintos en su interior y que contaba con tres polos magnéticos no lineales: una anomalía científica. Si se le golpeaba con un martillo, el objeto producía sonidos como una campana; si se le colocaba sobre una mesa de vidrio, el objeto parecía ir "en busca" de la orilla de la mesa para luego alejarse de ella; si se inclinaba la superficie de vidrio, el objeto se desplazaba -asombrosamente- en el sentido contrario. La especulación sobre la verdadera naturaleza del objeto misterioso iba desde una sonda alienígena hasta un dispositivo antigravitatorio extraído de un OVNI derribado.

El "fichero de delincuentes" de los objetos extraños
Los objetos artificiales de alta extrañeza como la "bola negra" en Rusia o la "bola Betz" difícilmente pueden considerarse como únicos en su clase. Se tratan, sencillamente, de añadiduras modernas a una colección de dispositivos de alta extrañeza que han sembrado la superficie de nuestro mundo durante siglos. Después de su descubrimiento, estos objetos son analizados, escudriñados y evaluados antes de caer en el olvido, o desaparecer por completo, a menudo de manera extraña.

El más famoso -y controvertido- de ellos lo es, sin duda, el cubo de Gurlt.

Este cubo o paralelepípedo de color plomizo, con caras ligeramente convexas, se descubrió en una veta carbonífera en Austria en 1865 cuya edad era de varios millones de años. Los estudiosos alemanes y austriacos que examinaron el dispositivo no dudaron que era artificial ni que había sido depositado en la veta en épocas más recientes. Cuando no fue posible adelantar los estudios sobre el objeto, el cubo (bautizado con el nombre de uno de los investigadores, el Dr. Gurlt) fue puesto a la vista del público en el museo de Salzburgo.

Algunos científicos opinaron que el objeto, hecho de acero al carbón, era de origen meteorítico y que había sido "reprocesado" hasta alcanzar su forma cúbica, dejando sin contestar la interrogante más significativa: ¿qué o quién era capaz de reprocesar metales durante la era de los dinosaurios?

El extraño objeto aparentemente fue destruido durante el bombardeo de Salzburgo en la Segunda Guerra Mundial, pero cuando un periodista ruso visitó el museo de dicha ciudad en la década de los años 70 con miras a escribir una nota sobre el objeto anómalo, el conservador del museo le informó que "no existían pruebas normales" sobre la existencia del objeto: se habían perdido todos los archivos del museo desde 1880 hasta 1910. El periodista tachó el cubo de Gurlt de fraude, y así se le considera como tal hasta el día de hoy.

Aunque resulta conveniente para todas las partes en el asunto descartar el artefacto como fraudulento, el fallecido autor francés Jacques Bergier, escribió sobre estos objetos detenidamente en su obra Las visitas extraterrestres desde el pasado prehistórico hasta el presente (Signet, 1975). Bergier sugirió que los artefactos anómalos representaban los sofisticados métodos de recopilación de datos de una civilización extrahumana, agregando que tales objetos serían capaces de albergar una gran cantidad de informacion mediante el grabado en los átomos de hierro. Bergier consideraba que un cubo o cilindro con las dimensiones del desaparecido objeto estudiado por Gurlt podría contener diez millones de años en datos, añadiendo que radiaciones sutiles invisibles a nuestra tecnología podrían "alimentar" dichos objetos hasta ser recuperados por sus dueños... quienesquiera que sean.

Pero el peso de la carga no descansa sobre el desaparecido cubo de Gurlt. Las selvas centroamericanas, por ejemplo, albergan enormes esferas de piedra cuyo propósito se desconoce, a pesar de numerosas teorías que las caracterizan como representaciones de sistemas solares extraterrestres, dispositivos de recaudación de energía y otras posibilidades.

Si estos enigmáticos objetos representan la evidencia más concreta de una presencia extraterrestre en el planeta Tierra, sería posible entonces sugerir que la misión de muchos de los "aterrizajes de OVNIs" consiste en recuperar tales dispositivos de recolección de datos, que habrían sido depositados, lógicamente, en lugares de acceso difícil o dónde la civilización humana aún no habría llegado. Sin embargo, los escépticos se quejarían que de ser así, seguramente sería posible coger desapercibido a un alienígena con las manos en la masa, por así decirlo.



en las fotos podeis ver las piezas originales de la makina,una reconstruccion de ella y la famosa calavera



Fichero adjunto: tecnologia_antigua6.jpg
Subida el: 16/Sep/2003 02:55 GMT+1
Tamaño: 6.6 KB, Resolución: 200x99 px
Tipo de imagen: JPEG
Descargas: 0
Fichero adjunto: cronovisor7.jpg
Subida el: 16/Sep/2003 02:55 GMT+1
Tamaño: 9.2 KB, Resolución: 175x229 px
Tipo de imagen: JPEG
Descargas: 0
Fichero adjunto: rompecabezas_del_pasado4.jpg
Subida el: 16/Sep/2003 02:55 GMT+1
Tamaño: 6.5 KB, Resolución: 150x160 px
Tipo de imagen: JPEG
Descargas: 0

No hay comentarios: