miércoles, 4 de marzo de 2009

La crisis llega hasta Chernobil

El aeropuerto de Loiu acogerá el próximo verano menos abrazos y muestras de efusividad y cariño que otros años, ya que sólo 340 niños de Chernobil pasarán sus vacaciones estivales en los hogares vascos. No vendrán todos los que quisieran. Treinta menores ucranianos se quedarán en su país sin ver cumplido el sueño de conocer Euskadi por culpa de la crisis. La recesión ha lastrado, en gran medida, las ilusiones de la Asociación Chernobil Elkartea, que promueve desde 1996 la acogida temporal de pequeños residentes en la zona afectada por la mayor catástrofe nuclear de la historia.
La recesión ha obligado a numerosos ciudadanos a apretarse el cinturón y congelar sus gastos. Los niños de la región de Ucrania más castigada por los efectos contaminantes de la fuga radioactiva que se llevó por delante, hace 22 años, la vida de más de 200.000 personas serán los principales damnificados.
Un equipo de especialistas de la organización sin ánimo de lucro se trasladó a finales del pasado agosto a Ucrania para seleccionar a los menores que se beneficiarían de los programas de acogimiento temporal familiar. Los voluntarios se reunieron con algo más de noventa familias para planificar, como vienen haciendo desde su fundación, el «viaje de salud». El principal objetivo de la estancia que se prolonga durante dos meses -de finales de junio a últimos de agosto- es fortalecer el organismo debilitado de estos chavales. Muchos padecen serios trastornos de salud al vivir en un área gravemente contaminada y con elevados índices de leucemia infantil y anemias, ademas de afecciones respiratorias y digestivas.
«Tienen gran necesidad»
Tras la primera selección, los responsables de Chernobil Elkartea realizaron la «criba» definitiva con la elección de medio centenar de niños. Sin embargo, la realidad económica dio al traste con sus pretensiones iniciales, ya que únicamente han conseguido financiar la estancia de 22 menores, que abandonarán por primera vez su país. Juan María Ortega, voluntario de la entidad, reconoce que «sólo» el alto coste del viaje, que sufragan en su totalidad los 'padres adoptivos' y que supera los 600 euros, ha frenado de forma notable el número de acogidas. «A ello hay que añadir luego los gastos de la estancia, comida, vestidos...». Ortega lamenta esta situación, ya que asegura que muchos de estos «niños, de apenas seis años, tienen grandes necesidades físicas». Afirma que «bastantes padres» llevan sin cobrar desde hace, al menos tres meses, a cuenta de la grave crisis que sufre Ucrania. «Y allí, si pierdes el trabajo no comes», se queja.
No obstante, Ortega ha aplaudido el «fuerte esfuerzo» mostrado por las familias vizcaínas, en especial, ya que 13 de los chavales que recalarán por primera vez en Euskadi pasarán sus vacaciones «en hogares de nuestro territorio».
Además, veinte jóvenes que ya han disfrutado de algún verano en el País Vasco no repetirán experiencia este año al rebasar la edad límite -17 años- o bien por «los problemas de integración» que plantean algunas adopciones, con lo que en junio sólo recalarán 340.

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