jueves, 22 de enero de 2009

LOS TRES FONDOS DE LA CRISIS DEL GAS

MOSCU. Después de haber hundido a una veintena de países europeos en una parálisis enrgética sin precedentes, Ucrania y Rusia finalmente se reconciliaron por los precios del gas y por su tránsito, pero los daños son bien reales.

MOSCU. Bastó una noche de negociaciones entre el primer ministro ruso, Vladimir Putin, y la primera ministra ucraniana, Yulia Timoshemko, para que volviera a circular el gas hacia Europa pero, ¿habrá terminado la crisis? El Viejo Continente no está al abrigo de una nueva conflagración entre los dos vecinos eslavos, que están en desacuerdo por el gas, por el trazo de su frontera, por el estacionamiento de la flota rusa en Crimea ... en desacuerdo por la historia.

Después de haber hundido a una veintena de países europeos en una parálisis enrgética sin precedentes, Ucrania y Rusia finalmente se reconciliaron por los precios del gas y por su tránsito, pero los daños son bien reales. Seis meses después de haber servido de mediadora en el conflicto ruso-gerogiano, la Unión Europea se enroló en una guerra, "sin misiles y sin blindados, pero guerra de todos modos", según el politólogo ucraniano Vadim Karassev. Dependiente en 25% del gas ruso, Europa deberá hacer de la energía su principal prioridad. Poco inclinados hasta ahora a hacer frente común ante este tema, los estados europeos tendrán que renunciar al "cada quien para su santo", elaborar una verdadera estrategia de diversificación del abasto y esforzarse por hacer más transparente el mercado del gas.

La buena noticia es que el nuevo acuerdo concluido entre Putin y Timoshenko excluye a RosUkrenergo, la opaca sociedad que servía de intermediaria entre Kiev y Moscú para el comercio del gas. Con sede en el paraíso fiscal del cantón de Zoug, en Suiza, RosUkrenergo -- propiedad en 50% de Gazprom y en 50% de oligarcas ucranianos -- funcionaba según una "regla del mercado" muy apreciada en tiempos soviéticos: privatización de los beneficios y socialización de los gastos.

Extrañamente se eligió un modelo semejante para el gasoducto Nord Stream, que se encuentra en calidad de proyecto. Una vez construido bajo aguas del Báltico, conectará directamente a Alemania y Rusia. En el apogeo de la crisis ruso-ucraniana, el Kremlin consideró que ese ducto sería una solución alterna al tránsito por Ucrania. El inconvenientes es que el consorcio encargado de su construcción, el Nord Stream AG -- Gazprom y las compañías alemanas BSF, E.ON-Ruhrgas y Gasunie -- también está domiciliado en Zoug. El 75% del financiamiento será aportado por Alemania y los beneficios irán a Zoug.

Con la crisis se afectó la imagen de Gazprom como proveedor confiable y de Ucrania como país seguro para el tránsito. En este asunto se pasó por alto el interés de los consumidores europeos, que pagan su gas a tiempo y a precios altos. Ahora bien, es con Gazprom, no con Ucrania, con quien tienen contrato las empresas europeas de distribución de gas. Kiev fue acusado por Moscú de robar gas. Pero ese pretxto para cerrar las llaves no se sostiene.

Ciertamente, el argumento de la gigantesca gasera rusa, deseosa de imponer un precio de mercado por su gas, es totalmente aceptable. Pero los métodos empleados para lograr su meta resultan una táctica más militar que comercial. El poeta ruso Fiodor Tiuchev decía que es imposible "comprender a Rusia con la razón". La "guerra del gas" en la que se enfrentaron Rusia y Ucrania es un ejemplo de esas palabras. Constituye un verdadero desafío al entendimiento para quien la perciba como una simple disputa comercial.

La opción "nuclear" de cerrar las llaves del gas destinado a Europa, anunciada por Vladimir Putin el 7 de de enero, ciertamente acabó de convencer a los telespectadores rusos de que el primer ministro no carece de mano dura, pero le hizo perder a esa empresa pública 1,200 millones de dólares, provocando así el cierre de un centenar de pozos. Para entenderlo, hay que recordar que "la guerra del gas tiene doble o hasta triple fondo", como explica el analista ucraniano Leonid Fessenko. Lo que está en juego es el control de la red de gasoductos que atraviesan Ucrania. Construidos en la era soviética, esos ductos y estaciones de bombeo ven pasar 80% del gas destinado a Europa.

Público en 50.1%, controlado por el"clan de los peterburgueses" fieles a Vladimir Putin, el gigante ruso -- 300,000 empleados, 153,000 kilómetros de gasoductos, 20% del presupuesto nacional -- se ha convertido en el instrumento de la nueva política del Kremlin. "El papel de Rusia en los mercados energéticos mundiales determina en gran medida su influencia geopolítica", los sectores del petróleo y del gas, pues, son "los instrumentos de su política interna y externa", subraya la doctrina energética rusa, elaborada en 2003.

Avido por controlar toda la cadena gasera, desde la extracción hasta la distribución, Gazprom trata desde hace mucho de comprar la red de gasoductos ucranianos, como hizo en Armenia y en Bielorrusia. En tres ocasiones durante la crisis, Vladimir Putin hizo alusión a ello. "Pero, ¿quién ha dicho que nuestra red está en venta?", se preguntó el viceprimer ministro ucraniano, Grigory Nemyria.

Consciente de que necesita modernizar su sistema de transporte, nacionalizado en 2007, Ucrania busca patrocinadores en Occidente. Washington, que firmó con Kiev un acuerdo de alianza estratégica el 19 de diciembre de 2008, se comprometió a echar mano a la cartera. "Y la Unión Europea tiene previsto convocar a una conferencia de donadores en marzo de 2009", afirmó el viceprimer ministro ucraniano.

El tercer fondo de la crisis del gas es político. En Kiev, donde ya comenzó la campaña con miras a la elección presidencial, el politólogo Vadim Karassev está seguro: "Uno de los objetivos del conflicto gasero es no dejar que se reelija el presidente Víktor Yuschenko. La ´revolución naranja´ que lo llevó al poder en 2004 fue una humillación para Rusia, tanto como el deseo de Ucrania de ingresar en la OTAN, así como el apoyo que dio a TIflis durante la guerra ruso-georgiana", en agosto de 2008.

Ivan Lozovy, director del Instituto de la Democracia y el Derecho en Kiev, va aun más lejos: "La única cosa susceptible de satisfacer a Rusia es ver que Ucrania deje de existir como estado." Durante la cumbre de la OTAN en Bucarest, en abril de 2008, Vladimir Putin reveló el fondo de su pensamiento: "Pero, ¿qué es Ucrania? íNi siquiera es un estado! Una parte de su territorio es Europa central; la otra parte, la más importante, es la que nosotros le dimos."

No hay comentarios: