jueves, 22 de enero de 2009

El contendio gasífero ruso-ucraniano

Ucrania se equivocó. Pensó que Estados Unidos y la Unión Europea (UE) presionarían a Rusia para impedirle que cortara los suministros de gas que pasa por su territorio hacia las naciones de Europa, mientras Kiev disfrutaba de las bondades de un convenio a menor precio que los del actual mercado internacional

Moscú interrumpió el abasto a Kiev el 1ro de enero por falta de un contrato sobre la compra de la materia prima en 2009, debido a discrepancias sobre el precio y porque acusó a la empresa ucraniana de desviar gas para otros fines.

Aunque al principio Moscú mantuvo los envíos a Europa, durante los siguientes días del diferendo, han ocurrido numerosas altas y bajas que han afectado a Austria, Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Hungría, Italia, Grecia, Macedonia, Polonia, República Checa, Rumania, Turquía y en menor proporción a Francia.

Estas naciones han informado que reciben desde Ucrania entre un 5 y 85 % menos de la norma de entrega de gas ruso. La situación llevó a Eslovaquia a declarar el estado de emergencia y a Bulgaria a anunciar una crisis.

Varias conversaciones han tenido lugar entre los presidentes y los primeros ministros de Rusia, Dmitri Medvedev y Vladimir Putin con sus homólogos ucranianos, Víctor Yushenko y Yulia Timoskenko, respectivamente, no han tenido éxito pese a la mediación de la Unión Europea.

Sin estar resuelto el problema de la deuda, Rusia abrió los grifos pero Ucrania los volvió a cerrar por desacuerdo con las decisiones tomadas. Moscú exige que Ucrania debe cancelar totalmente el monto de esa obligación en el plazo más corto posible y que no “robe” el hidrocarburo despachado hacia la UE, para lo cual Moscú demanda formas de control que incluyan a representantes de las empresas competentes de las dos naciones, observadores de la UE, expertos de compañías auditoras y jurídicas internacionales para defender los intereses de todas las partes.

Kiev adeuda a Moscú una multa cercana a los 600 millones de dólares por impagos del carburante consumido a finales de 2008, y también rechaza pagar 250 dólares por cada mil metros cúbicos importados.

Estas dos condiciones resultaban imprescindibles para la firma del contrato correspondiente al nuevo año.

Serguei Kuprianov, portavoz de empresa rusa Gazprom, dijo que Kiev retuvo ya más de 60 millones de metros cúbicos de gas destinado a clientes europeos.

Mientras tanto, el Kremlin ha buscado vías alternativas, como el paso de gas hacia la UE por Belarús que ha crecido desde el primero de enero hasta alcanzar los 26 millones de metros cúbicos diarios.

Las contradicciones entre Kiev y Moscú comenzaron desde 2004 cuando se realizó la llamada “revolución naranja” con la que prácticamente fue defenestrado el ganador de la primera vuelta electoral, Víctor Yanukovich, que mantenía buenas relaciones con Rusia, y en su lugar llegó al poder el pro occidental Víctor Yushenko.
Desde entonces, Ucrania se convirtió en un aliado de Estados Unidos y la Unión Europea y ha intentado por todos los medios integrarse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), pero su aprobación se ha pospuesto debido a la oposición directa de Moscú que estima ese paso sumamente peligroso para su integridad y seguridad nacional.

Otros aspectos que han conspirado contra esa integración son las distintas posiciones sobre el tema dentro del parlamento ucraniano y los escándalos de corrupción y malversación dentro del gobierno de Yushenko.

Llama la atención de los analistas que el 19 de diciembre último, Ucrania y Estados Unidos firmaron un acuerdo sobre asociación estratégica que incluye un punto sobre el paso por ese territorio del carburante hacia la UE. Washington, que no extrae gas en Europa ni tiene nada que ver con su transportación, rubricó un documento referido al tránsito del hidrocarburo en esta región, denunció la agencia RIA Novosti.

Lo cierto es que EE. UU. y las naciones europeas, envueltos en una profunda crisis económica, que iniciada por Washington se extendió rápidamente al Viejo Continente, no pueden extraer capitales para tratar de ayudar al nuevo aliado que desde 2004 ha visto aumentar su deuda económica y el desempleo mientras disminuyen las atenciones sociales a la población.

Ni corto ni perezoso, el presidente Medvedev en una de las conversaciones telefónicas con Yushenko, según medios de prensa, advirtió que a partir de ahora Ucrania tendría que cotizar esa materia prima a precios europeos (más de 400 dólares), sin subsidios como Moscú se los ofrece a Belarús.

En los últimos días Rusia y Ucrania han mantenido la tirantez, y cuando al parecer, se resolvía el problema, surgieron otros en esta batalla económica-financiera, que aunque pueda tranquilizarse por momentos siempre estará pendiente de un hilo mientras no haya un entendimiento político.

Y es que Ucrania pensó que el panorama ruso con Putin y Medvedev sería igual que cuando se encontraba al frente de la presidencia Boris Yeltsin, pero como dice un viejo adagio, no es lo mismo con violín que con guitarra.

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