viernes, 16 de enero de 2009

Los búlgaros sucumben al frío y al caos de un Gobierno ineficaz

Dos años después del ingreso en la UE, Bulgaria, el país más pobre de la Europa comunitaria, sigue sin solucionar los problemas heredados del pasado comunista y en algunos aspectos empeorados por el capitalismo de corte mafioso que impera en este Estado balcánico. El Gobierno de Sergey Stanishev está políticamente paralizado y las mafias económicas, que controlan sectores importantes de los aparatos del poder, son los amos del país. Tanto es así que Bruselas se ha visto en la obligación de frenar su ayuda financiera porque Bulgaria «no es capaz de obtener los plenos beneficios de esta asistencia por la crítica debilidad de su capacidad administrativa y judicial».
Por si fuera poco, la guerra del gas entre Rusia y Ucrania afecta dramáticamente a Bulgaria y demuestra lo frágil que es en lo económico y político y su dependencia del gigante ruso. El país se ha hundido literalmente en el caos. Unas 200 empresas han tenido que cerrar por falta de combustible, que en Sofia se ha reducido en un 70%. Las autoridades han llegado a cortar el gas en hospitales, escuelas, oficinas y la calefacción ha desaparecido en decenas de miles de hogares. El próximo martes podrían haberse agotado las reservas.
Pero lo más grave del asunto es que ha muerto gente de frío, sobre todo ancianos. Es difícil de determinar la cifra exacta, pero según los cálculos más rigurosos entre 30 y 40 personas, quizá más, han perecido. Aunque la causa del fallecimiento no sea, oficialmente, el frío, «a nadie se le escapa que el verdadero culpable es la falta de gas y de calefacción», dice Bojan Stanislavski, un joven sindicalista búlgaro afincado en Varsovia desde hace varios años. 

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