domingo, 10 de agosto de 2008

Un juego peligroso

En retrospectiva, las hostilidades entre Rusia y Georgia por la escindida provincia de Osetia del Sur parecieran haber estado absurdamente predeterminadas. Por años, los rusos han advertido que el presidente de Georgia, Mijail Saakashvili, se preparaba para recuperar las disputadas regiones de Osetia del Sur y Abkhazia, y que, en tal escenario, Rusia repelería los esfuerzos georgianos por cualquier medio.
Por su parte, Saakashvili ha descrito a Rusia como una potencia beligerante e implacablemente hostil con sus vecinos democráticos, como Georgia y Ucrania. El mandatario le ha apostado al auxilio de Occidente y ha hecho una intensa campaña para lograr que su país se integre a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Vladimir Putin, ex presidente y actual premier ruso, ha dicho que Rusia jamás aceptará una presencia de la OTAN en el Cáucaso.
En resumen, la frontera entre Georgia y Rusia ha sido una bomba de tiempo; la única pregunta era cuándo estallaría.
Resulta difícil pronosticar cuál será el panorama una vez que los tambores de batalla se calmen. Pero es un hecho que, aunque Rusia tiene la ventaja en cuanto a armas de fuego, Georgia, una nación partidaria del libre mercado y más o menos democrática, tiene de su lado la retórica y la política. Saakashvili ha comparado a su país con la Checoslovaquia de 1938, que confió en Occidente para salvarla de un vecino feroz. “Si Georgia cae”, dijo, “enviará a todos el mensaje de que este camino no funciona.”
Otra analogía que suele hacer es con 1921, cuando los bolcheviques aplastaron el primer —y breve— experimento de Georgia con un régimen liberal.
Los georgianos tienen buenos motivos para temer las ambiciones y la ira de una Rusia rejuvenecida que busca recuperar el poder perdido. Una Rusia renacida y cada vez más belicosa tampoco puede ser un buen augurio para Occidente. Mientras que China aboga y practica en gran medida la doctrina del “auge pacífico”, evitando confrontaciones en el extranjero y enfocándose en el desarrollo nacional, Rusia actúa cada vez más como una potencia expansionista del siglo XIX, utilizando sus recursos petroleros y gasíferos para castigar a los vecinos fríos, como Ucrania, y recompensar a los complacientes, como Armenia.
Pero, a la vez, la administración Bush reconoce que Rusia tiene intereses de seguridad legítimos y que Saakashvili decidió jugar un juego peligroso: provocar al oso ruso. Por lo pronto, la región en donde Georgia se enfrenta a Rusia, con Osetia del Sur y Abkhazia en medio, se ha convertido en la nueva frontera de la guerra fría.

No hay comentarios: