miércoles, 20 de agosto de 2008

El retorno de Rusia

Ayer comenzó el repliegue de las tropas rusas en Georgia para cumplir con el pacto de alto el fuego promovido por la Unión Europea. Aún está por verse qué tan completa será esta retirada, pero ya es claro que surge un nuevo equilibrio geopolítico, no solo en el Cáucaso, sino a nivel global. La primera incursión militar de Moscú más allá de sus fronteras desde el colapso de la URSS -en respuesta al ataque lanzado por el presidente georgiano, Mijail Saakashvili, contra la región independentista de Osetia del Sur- indica que el Kremlin está decidido a recuperar el estatus de potencia perdido, al menos en sus fronteras. La operación ha tenido amplias repercusiones. Polonia dio expedita aprobación a una base de misiles de E.U. en su territorio luego de 18 meses de negociaciones. Ucrania mira lo sucedido con preocupación. Y, por primera vez en más de 15 años, el tono de E.U. cambia frente a Rusia: de la proclamada "alianza estratégica" se ha pasado a confrontaciones verbales que recuerdan las de la Guerra Fría.Hablar de un regreso al enfrentamiento político y militar entre Washington y Moscú que marcó la segunda mitad del siglo XX es desconocer los cambios geopolíticos de estos 20 años. El surgimiento de potencias como China e India y de amenazas globales como el terrorismo ha alterado el campo internacional después de la caída del Muro de Berlín. Empero, es claro que Rusia quiere un nuevo papel en la posguerra fría y que la condición hegemónica de E.U. cada vez está más resquebrajada.Desde los años 90, el libreto de Washington para Rusia combina introducir reformas capitalistas, fortalecer la democracia y reducir su capacidad de desequilibrio militar, con el apoyo a líderes pro occidentales en Georgia y Ucrania, la instalación de bases militares (Uzbekistán) y la de un escudo de misiles en antiguas naciones de la Cortina de Hierro (República Checa y Polonia). A ello se suman la construcción de oleoductos para conectar el Caspio con los mercados europeos sin pasar por territorio ruso; el impulso a la incorporación a la Otan de países como los bálticos o Georgia, y la reciente independencia de Kosovo en detrimento de Serbia, aliado histórico de los rusos. Si el ataque a Osetia del Sur fue una desatinada provocación de Saakashvili, la fulminante respuesta de Moscú deja perfectamente claro que Rusia no está dispuesta a actuar por más tiempo según ese libreto de E.U. Luce decidida a retomar la batuta de lo que pasa en sus antiguas zonas de influencia, y a los ex soviéticos les envía el obvio mensaje de los costos que tendrá para ellos aliarse con Occidente. Estados Unidos pasa por un momento de indecisión. Sus recursos militares están ocupados en Irak y Afganistán; la confianza ciudadana en la economía y la administración Bush está por el suelo. En esta crisis, ha sido elocuente la incapacidad de Washington de proteger a Georgia, ensalzada por Bush como "faro de libertad" en el Cáucaso.La crisis georgiana se convierte en una prueba de fuego para E.U. y Rusia, y en la apertura de un probable cambio del equilibrio de poderes internacional. No será, quizá, un retorno a la bipolaridad, pero a Washington (y a la vieja Europa) les tocará lidiar, en adelante, con una Rusia mucho más asertiva, en particular en lo que Moscú llama su "extranjero cercano". La invasión de Georgia es apenas el comienzo de un mano a mano entre Washington y Moscú que marca el fin del sueño estadounidense de una Rusia neutralizada o, lo que era más iluso, de una Rusia aliada.

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