sábado, 12 de abril de 2008

Rusia aboga por conflictos territoriales

Durante toda la historia de Europa la lucha por los territorios, escondidas en ocasiones por razones religiosas, ha sido una constante. Una porción de tierra ha llevado a naciones a la guerra. Una franja terrestre ha ensalzado imperios y ha destruido dinastías. Sobran los ejemplos de las guerras que se sostuvieron durante los reinados de Felipe II (España), Isabel I (Inglaterra), Pedro I, Catalina, Alejandro II (Rusia), Napoleón (Francia), o las Guerra de las Rosas, las Carlistas, etc. Ahora una porción, o dos porciones de territorios puede que afecten el futuro de Ucrania y Georgia.
En la pasada Cumbre de la OTAN a estos dos países se les aplazó la invitación debido a diversos motivos. Georgia tiene dos cuentas pendientes con las repúblicas autónomas de Abjasia y Osetia del Norte, donde las tropas de Moscú permanecen desde 1992 y los dirigentes de esas regiones buscan anexarse a Rusia. El gobierno de Georgia no busca una salida militar a la crisis, como bien hicieron los rusos con Chechenia, pues saben que es difícil y muy costosa una solución bélica. Osetia del Sur, a diferencia de su vecina Osetia del Norte, siempre estuvo subordinada a Tbilis. Los dos casos son similares en orden jurídico al chechenio, solo que en este caso, las armas, el exterminio y el terrorismo no han sido elementos de uso en la política.
Con la independencia de Kosovo, los rusos han visto una posibilidad de influenciar sobre sus vecinos que tienen focos de secesionismo. Las tropas rusas se mantienen allí, bajo el título de Fuerzas de Paz y Georgia no puede entrar en la OTAN, aunque a diferencia de Ucrania ya hizo un referéndum sobre la entrada que fue apoyado por la mayoría de la población. A Moscú le queda solo jugar la carta del separatismo y los conflictos territoriales para impedir ese anhelo georgiano. La Duma se lanzó al ruedo con el pedido oficial al presidente para considerar el reconocimiento de ambos territorios. El canciller ruso Serguei Lavrov hizo igual maniobra. Los consulados rusos en Abjasia y Osetia del Sur han repartido pasaportes rusos a cualquiera que dice ser de origen ruso, o tener un abuelo o tatarabuela rusa. La medida lleva a que la mayoría de los 280 mil abjasios y 75 mil osetas tengan en la actualidad doble ciudadanía. El rublo ruso es la moneda oficial de esas regiones, quizás para mejor desempeño de los soldados rusos.
En Ucrania ocurre algo similar. La península de Crimea fue conquistada por las tropas rusas a las tropas otomanas en 1783. Estuvo dentro del imperio ruso desde entonces y pasó a ser parte de la Federación Rusa cuando se formó la URSS en 1922. En 1954 el entonces gobernante soviético Nikita Jruschev, usando las prerrogativas constitucionales le regaló el territorio a Ucrania, por el 300 aniversario de la unidad entre rusos y ucranianos. Nadie pensaba que la URSS desaparecería un día. En época de Stalin los nativos de la península, los tártaros de Crimea fueron deportados a la Siberia, sin derecho a regresar a su patria. Solo con la desaparición de la URSS pudieron regresar a su tierra natal, ahora repoblada por rusos y ucranianos. En los puertos de Crimea están las bases navales de la flota rusa del Mar Negro. Los rusos son el 60 por ciento de la población, el 25 ucranianos y solo un 12 por ciento son tártaros de Crimea.
La Duma rusa se ha encargado en los últimos días de hacer del tema de Crimea la piedra angular de sus relaciones con Ucrania y lo ven como un buen pretexto para impedir que el vecino estado pueda integrarse en la Unión Europea y en la Alianza Atlántica. El Kremlin busca argumentos, y escarba en el pasado, para ver si aparece algún pretexto: histórico o político, ya eso es secundario. Igual derecho podría tener entonces Turquía sobre esa península. Las fronteras de la extinta URSS quedaron inalterables, a pedido del Kremlin en especial, cuando desapareció el imperio.
Rusia es la que debe temer por sus territorios, y porque algunos nacionales empiecen a reclamar independencia, mas allá de los chechenios, ingushetios, daguestaníes, etc. Prusia Oriental no están en el mapa porque Rusia se la anexó al finalizar la Segunda Guerra Mundial y como ironía de aquellos tiempos tenemos hoy que la tumba del gran filósofo alemán Emmanuel Kant, esté en suelo hoy de Rusia. La mayoría rusa, llevada en los tiempos de la Unión Soviética, para sovietizar la zona, no es necesariamente un argumento para imponer la solución que desea Moscú. De todos modos, esos conflictos territoriales, son aprovechados por Moscú, con todos los medios posibles, para impedir que Ucrania y Georgia puedan iniciar el proceso de admisión en la OTAN.

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