sábado, 12 de abril de 2008

Los alcances y usos de la OTAN

Desde el fin de la Guerra Fría, la Alianza Atlántica se encuentra en una transformación de su propia naturaleza, sus alcances y atribuciones como soporte estratégico-militar de las principales potencias de Occidente. Surgida en el contexto del orden mundial bipolar y el enfrentamiento Este-Oeste, la caída de uno de los polos y la desintegración de la Unión Soviética llevaron a la OTAN a un necesario replanteo. Paradójicamente fue en ese momento cuando la organización se vio ante el desafío de una intervención militar efectiva fuera de sus alcances geográficos, lo que se produjo por primera vez en la guerra de los Balcanes. En los casos que le siguieron, Kosovo y Afganistán, funcionó como una suerte de brazo armado de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y la OSCE, organismo de cooperación y seguridad de la Unión Europea. La ampliación europea tiene su correlato natural en la inclusión de los flamantes miembros a la OTAN, aunque haya casos como el de Turquía, que integran esta alianza sin estar dentro de la UE. Ahora se incorporan Albania y Croacia, pero no Ucrania y Georgia, como lo pretendía EE.UU. Una dificultad principal que encuentra esta expansión euroatlántica, y que estuvo presente como trasfondo de la cumbre celebrada en Bucarest días atrás, es el cambio de una lógica de equilibrios estratégicos entre grandes bloques regionales a otra de relación centro-periferias que puede significar un aumento de los desequilibrios, distancias y tensiones en las áreas más conflictivas del planeta. La transformación de la OTAN de pacto defensivo a esquema ampliado de intervención multilateral en zonas de conflicto prosigue, con una expansión hacia el Este que gana adhesiones pero reaviva tensiones con Moscú que Europa quiere evitar.

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