sábado, 12 de abril de 2008

debilidad Imperialista

Recientemente tuvo lugar en Bucarest la cita de los Jefes de Estado y de Gobierno de los países de la OTAN. En la reunión, a pesar de las maniobras de Washington para dar luz verde al ingreso a la organización de Ucrania y de Georgia, dos ex repúblicas soviéticas, la propuesta no fue aceptada por una parte importante de los miembros europeos de la alianza y tuvo que ser postergada para tiempos futuros.El acontecimiento fue interpretado como un gran chasco para la Casa Blanca y en particular para el presidente George W. Bush, quien asistió a la última reunión de la OTAN de su mandato y que había prometido personalmente a los líderes de estos países su pronta incorporación al pacto militar.Como contrapartida, la reunión dio su apoyo al polémico plan estadounidense de instalación del sistema de defensa antimisil en Europa del Este, que ha suscitado las protestas y promesas de respuesta de Moscú. Los países europeos se comprometieron además a incrementar el número de efectivos de las fuerzas de la OTAN en Afganistán y en particular el presidente francés, Nicolás Sarkozy, acordó enviar un contingente de 700 hombres al maltrecho país centroasiático. Abandonando además la tradicional posición gaullista, el mandatario galo anunció la intención de Francia de retornar a la estructura militar de la OTAN, vinculando sin embargo este paso a la intención de que se produzca un fortalecimiento militar paralelo de la Política Europea de Seguridad y Defensa en el ámbito de la UE, iniciativa objetada tradicionalmente por Washington por el desafío que implica para la primacía de la Alianza y de EE.UU. en el Viejo Continente.La negativa de varios países europeos, fundamentalmente Alemania, España y Francia, a la entrada de Ucrania y Georgia, estuvo basada en el argumento de que estos dos países no cumplían con los criterios estipulados por la OTAN y que una decisión de este tipo serviría sólo para provocar a Rusia. En cambio fueron aceptadas las candidaturas de Albania y Croacia, mientras que el ingreso de Macedonia fue vetado por Grecia.El freno a las aspiraciones de Ucrania y Georgia, fue valorada por los analistas como una victoria para Rusia, que había planteado antes de esta reunión su objeción a esta iniciativa y que había anunciado tomar medidas para contrarrestar las amenazas a su seguridad que esta opción implica. No obstante, posteriormente y en un gesto de compromiso, Moscú aceptó permitir el paso de suministros no militares destinados a las fuerzas de la OTAN en Afganistán por vía terrestre a través de su territorio.
pesar de este generalizado intercambio de favores, la cumbre no ha sido apreciada en sentido global como una victoria para la Casa Blanca. A diferencia de otras reuniones previas de la organización, donde EE.UU. había logrado imponer en toda la línea sus puntos de vista sobre las objeciones de sus aliados, esta vez los resultados han sido sólo parcialmente exitosos y los tragos amargos indudables.Sin embargo, tal desenlace desfavorable no debe ser sobreestimado. Probablemente en el futuro cercano, la Casa Blanca logre incluir a Kiev y a Tbilisi dentro del pacto militar, con todas las implicaciones que ello implicaría para la seguridad europea e internacional. Sin embargo, los acontecimientos recientes demuestran una indudable debilidad de la hegemonía imperial norteamericana.El principal responsable de este fenómeno ha sido la propia administración de George W. Bush, que en estos casi ocho años de mandato ha incrementado los niveles de confrontación en todos los rincones del planeta, se ha empantanado en dos guerras sin salida (Irak y Afganistán), ha atizado el fuego de viejos conflictos regionales (árabe-israelí) mientras amenaza con atacar a Irán, ha aumentado las contradicciones con adversarios potenciales (Rusia y China), intenta desestabilizar por medios violentos las tendencias progresistas en su propio traspatio (América Latina) y ha incrementado en ocasiones las tensiones incluso con sus aliados más allegados. Por si fuera poco, la gestión irresponsable de su economía se aboca hoy a una innegable recesión, cuyos efectos ya comienzan a sentirse, debido a la globalización en otras latitudes.En otras palabras, la ambición desmedida del actual círculo de poder dominante en la Casa Blanca por consolidar y profundizar la supremacía estadounidense a nivel mundial mediante el uso irresponsable y desmedido de su poderío militar, se ha vuelto como un boomerang contra tales pretensiones y hoy la preeminencia norteamericana en el mundo padece de un agotamiento que hubiera sido difícil pronosticar a principios de la actual década.

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