Nikita Petrov, para RIA Novosti. El presidente de Ucrania, Víctor Yúschenko, la primera ministra Yulia Timoshenko y el presidente del parlamento Arseni Yatseniuk enviaron recientemente una carta al secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer en la que solicitaron la inclusión de su país en el Plan de Acción para la Adhesión a la OTAN (MAP).
En la misiva, los dirigentes ucranianos expresaron su confianza en que la inclusión de Ucrania en el MAP podría declararse en la cumbre de la OTAN prevista para el próximo mes de abril en Bucarest.
Publicada en la página de la presidencia ucraniana en internet, la carta subrayó: "Absolutamente fiel a los valores democráticos y europeos, Ucrania se considera parte de Europa, y junto a la OTAN y sus miembros, está dispuesta a contrarrestar las amenazas comunes de su seguridad".
La misiva también resaltó que en sus aspiraciones de ingresar en la OTAN el Gobierno del país, "consultará con el pueblo ucraniano".
Pero a pesar de esa aclaración, la carta a la OTAN desató en Ucrania un sonado escándalo político.
Representada por el Partido de las Regiones (PR), la oposición declaró que el actual gobierno ignora la Constitución, cuyo texto estipula "que Ucrania es un país neutral, que no forma parte de ningún bloque militar, y tampoco permite el emplazamiento de tropas o bases extranjeras en su territorio (a excepción de la flota del Mar Negro de Rusia autorizada a permanecer en el territorio ucraniano hasta el año 2017).
El PR también exigió que el ingreso de Ucrania a la OTAN debe decidirse en referendo, cuyos resultados pueden ser desfavorables al actual Gobierno ucraniano, porque más del 60 por ciento de la población de Ucrania rechazan el ingreso de su país en la alianza atlántica, según las encuestas.
Pero dejando a un lado el debate interno sobre el ingreso de Ucrania a la OTAN, merece analizar porqué la OTAN tiene interés en acoger Ucrania, cuáles son las razones que mueven a Kíev a buscar un lugar en ese bloque y también qué consecuencias pueden significar para Rusia la incorporación de ese vecino en el bloque militar atlántico.
Las razones de Ucrania para entrar a la OTAN son evidentes.
Kíev no entra en la OTAN para obtener una "sombrilla protectora" o un muro de defensa ante la agresión posible de un "régimen hostil" como argumentaron en su tiempo algunos países antiguos aliados de Moscu en el Pacto de Varsovia y los países bálticos al pedir su ingreso en la OTAN.
Las posibilidades de que entre Rusia y Ucrania pueda surgir un conflicto militar o el riesgo del empleo de la fuerza no se puede imaginar ni en la pesadilla más espantosa. Esta circunstancia se comprende muy bien tanto en Moscú y como en Kíev, e incluso los políticos antirrusos, que en Ucrania abundan, no se atreven a jugar esa carta porque no tiene ninguna perspectiva.
Considerada a sí misma como parte de Europa, Ucrania comprende que el camino para su fusión con la Unión Europea y las ventajas que esto representa, es posible únicamente mediante su inclusión en la OTAN. Porque en los últimos años, la práctica ha demostrado que en el Viejo Continente, las cosas ocurren de esa manera y no de otra.
Por supuesto que el ingreso en la OTAN supone a Ucrania privaciones y esfuerzos.
Entre estos últimos figuran, el aumento del nivel de la democracia, el acondicionamiento de sus Fuerzas Armadas a las normas de la OTAN, el mejoramiento de las condiciones sociales de sus militares, la implantación de un control real de la sociedad sobre las entidades castrenses y otros requisitos previstos en el plan MAP.
Entre las privaciones cabe incluir, el gasto de enormes recursos para la modernización y equipamiento de sus Fuerzas Armadas con la tecnología de guerra occidental, ya que por lo visto, Rusia suspenderá los suministros de repuestos y equipos de la mayor parte del armamento ucraniano, que con el tiempo, perderán su capacidad operativa.
Probablemente desaparecerán muchas empresas del complejo industrial militar ucraniano de sectores clave como la aviación y el espacio estrechamente vinculadas con Rusia que no podrán existir de forma independiente.
Esas empresas ucranianas tampoco son de interés para los países de la OTAN que cuentan con empresas similares que desarrollan sus programas propios de expansión.
Como reiteradamente han destacado los políticos rusos, entre ellos el vicepresidente del Gobierno, Serguei Ivanov y el embajador de Rusia en Ucrania, Víctor Chernomirdin, Rusia suspenderá toda la cooperación con el complejo industrial bélico ucraniano si Kíev entra en la OTAN.
Kíev deberá también aportar su contingente militar en las operaciones que la OTAN realiza en varias zonas del mundo entre ellas Afganistán. Si en vísperas de los primeros comicios presidenciales Washington permitió a Yúschenko retirar las tropas ucranianas de Irak (lo que favoreció a su victoria), cuando Kíev sea miembro de la OTAN, como otros miembros menores del bloque deberá llenar las cañoneras del bloque con los cuerpos de los soldados ucranianos.
Precisamente ese tipo de ayuda espera Bruselas de Kíev, porque muchos gobiernos y el electorado de los países europeos (EEUU y Canadá) están muy molestos con las elevadas bajas de los contingentes militares de la OTAN en Irak y Afganistán.
Además, la OTAN necesita a Ucrania como instrumento para contener la influencia de Rusia en el espacio postsoviético. Desde el punto de vista militar, el ingreso de Kíev en la Alianza exigirá a Moscú emprender grandes esfuerzos para garantizar su propia seguridad en flanco sur y occidental y estos gastos pueden frenar el creciente potencial económico de Rusia.
Por otra parte, Ucrania es un campo de operaciones más ventajoso que Polonia y la Republica Checa para instalar los elementos del sistema de defensa antimisil estadounidense DAM.
Los expertos militares consideran un hecho que esos elementos serán emplazados en territorio ucraniano tarde o temprano.
El director de la agencia de Defensa de Misiles de EEUU Henry Obering en varias ocasiones ha afirmado que Kíev coopera con Washington que en el campo del DAM, sin precisar el carácter de esa cooperación. Cuando Ucrania sea miembro de la OTAN deberá acatar los planes de su aliado en ese campo.
Pero esto no es todo, si Ucrania ingresa en la OTAN junto con Turquía, Bulgaria y Rumania, y en perspectiva, con Georgia la Alianza podrá controlar prácticamente todo el Mar Negro, la principal ruta para transportar el petróleo desde Asia Central a Europa del Sur y a otras zonas.
De esta forma, Washington y Bruselas tendrán en mano mecanismos de influencia sobre los países productores de hidrocarburos del Cáucaso, Asia Mesoriental y Central al momento de desarrollar sus estrategias energéticas.
Estas son las más o menos las consecuencias militares y políticas que se derivan del ingreso de Ucrania a la OTAN.
¿Qué es lo que debe hacer Moscú en esta situación?
Primero que todo no esforzarse en vano, todavía no es un hecho que Ucrania ingresará en la OTAN. Como sabemos, las ánimos en contra de la OTAN especialmente entre la población en el sur y oriente de Ucrania es muy fuerte, y si el pueblo ucraniano toma conciencia de las consecuencias que puede acarrear este paso, difícilmente votarán a favor del ingreso de Kíev en las estructuras atlánticas.
En segundo lugar hay que comprender que si Ucrania entra en la OTAN, la tierra no se va a hundirse, y Moscú no tendrá otra opción que establecer sus relaciones con Ucrania y la Alianza de una nueva forma. Hay que cooperar en los frentes donde sea ventajoso y renunciar a esa cooperación si lesionan los intereses de Rusia. Debemos ser flexibles, pacientes y cuerdos. Y sobre todo, pragmáticos y realistas.
Y tercero, en el mejor de los casos, Ucrania podrá ingresar en la OTAN no antes del 2017, después de que salga de su territorio la base militar de un país extranjero (Rusia) que no es miembro de la Alianza, y cuando llegue ese momento, con Ucrania, Rusia y la OTAN pueden ocurrir muchas cosas.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
En la misiva, los dirigentes ucranianos expresaron su confianza en que la inclusión de Ucrania en el MAP podría declararse en la cumbre de la OTAN prevista para el próximo mes de abril en Bucarest.
Publicada en la página de la presidencia ucraniana en internet, la carta subrayó: "Absolutamente fiel a los valores democráticos y europeos, Ucrania se considera parte de Europa, y junto a la OTAN y sus miembros, está dispuesta a contrarrestar las amenazas comunes de su seguridad".
La misiva también resaltó que en sus aspiraciones de ingresar en la OTAN el Gobierno del país, "consultará con el pueblo ucraniano".
Pero a pesar de esa aclaración, la carta a la OTAN desató en Ucrania un sonado escándalo político.
Representada por el Partido de las Regiones (PR), la oposición declaró que el actual gobierno ignora la Constitución, cuyo texto estipula "que Ucrania es un país neutral, que no forma parte de ningún bloque militar, y tampoco permite el emplazamiento de tropas o bases extranjeras en su territorio (a excepción de la flota del Mar Negro de Rusia autorizada a permanecer en el territorio ucraniano hasta el año 2017).
El PR también exigió que el ingreso de Ucrania a la OTAN debe decidirse en referendo, cuyos resultados pueden ser desfavorables al actual Gobierno ucraniano, porque más del 60 por ciento de la población de Ucrania rechazan el ingreso de su país en la alianza atlántica, según las encuestas.
Pero dejando a un lado el debate interno sobre el ingreso de Ucrania a la OTAN, merece analizar porqué la OTAN tiene interés en acoger Ucrania, cuáles son las razones que mueven a Kíev a buscar un lugar en ese bloque y también qué consecuencias pueden significar para Rusia la incorporación de ese vecino en el bloque militar atlántico.
Las razones de Ucrania para entrar a la OTAN son evidentes.
Kíev no entra en la OTAN para obtener una "sombrilla protectora" o un muro de defensa ante la agresión posible de un "régimen hostil" como argumentaron en su tiempo algunos países antiguos aliados de Moscu en el Pacto de Varsovia y los países bálticos al pedir su ingreso en la OTAN.
Las posibilidades de que entre Rusia y Ucrania pueda surgir un conflicto militar o el riesgo del empleo de la fuerza no se puede imaginar ni en la pesadilla más espantosa. Esta circunstancia se comprende muy bien tanto en Moscú y como en Kíev, e incluso los políticos antirrusos, que en Ucrania abundan, no se atreven a jugar esa carta porque no tiene ninguna perspectiva.
Considerada a sí misma como parte de Europa, Ucrania comprende que el camino para su fusión con la Unión Europea y las ventajas que esto representa, es posible únicamente mediante su inclusión en la OTAN. Porque en los últimos años, la práctica ha demostrado que en el Viejo Continente, las cosas ocurren de esa manera y no de otra.
Por supuesto que el ingreso en la OTAN supone a Ucrania privaciones y esfuerzos.
Entre estos últimos figuran, el aumento del nivel de la democracia, el acondicionamiento de sus Fuerzas Armadas a las normas de la OTAN, el mejoramiento de las condiciones sociales de sus militares, la implantación de un control real de la sociedad sobre las entidades castrenses y otros requisitos previstos en el plan MAP.
Entre las privaciones cabe incluir, el gasto de enormes recursos para la modernización y equipamiento de sus Fuerzas Armadas con la tecnología de guerra occidental, ya que por lo visto, Rusia suspenderá los suministros de repuestos y equipos de la mayor parte del armamento ucraniano, que con el tiempo, perderán su capacidad operativa.
Probablemente desaparecerán muchas empresas del complejo industrial militar ucraniano de sectores clave como la aviación y el espacio estrechamente vinculadas con Rusia que no podrán existir de forma independiente.
Esas empresas ucranianas tampoco son de interés para los países de la OTAN que cuentan con empresas similares que desarrollan sus programas propios de expansión.
Como reiteradamente han destacado los políticos rusos, entre ellos el vicepresidente del Gobierno, Serguei Ivanov y el embajador de Rusia en Ucrania, Víctor Chernomirdin, Rusia suspenderá toda la cooperación con el complejo industrial bélico ucraniano si Kíev entra en la OTAN.
Kíev deberá también aportar su contingente militar en las operaciones que la OTAN realiza en varias zonas del mundo entre ellas Afganistán. Si en vísperas de los primeros comicios presidenciales Washington permitió a Yúschenko retirar las tropas ucranianas de Irak (lo que favoreció a su victoria), cuando Kíev sea miembro de la OTAN, como otros miembros menores del bloque deberá llenar las cañoneras del bloque con los cuerpos de los soldados ucranianos.
Precisamente ese tipo de ayuda espera Bruselas de Kíev, porque muchos gobiernos y el electorado de los países europeos (EEUU y Canadá) están muy molestos con las elevadas bajas de los contingentes militares de la OTAN en Irak y Afganistán.
Además, la OTAN necesita a Ucrania como instrumento para contener la influencia de Rusia en el espacio postsoviético. Desde el punto de vista militar, el ingreso de Kíev en la Alianza exigirá a Moscú emprender grandes esfuerzos para garantizar su propia seguridad en flanco sur y occidental y estos gastos pueden frenar el creciente potencial económico de Rusia.
Por otra parte, Ucrania es un campo de operaciones más ventajoso que Polonia y la Republica Checa para instalar los elementos del sistema de defensa antimisil estadounidense DAM.
Los expertos militares consideran un hecho que esos elementos serán emplazados en territorio ucraniano tarde o temprano.
El director de la agencia de Defensa de Misiles de EEUU Henry Obering en varias ocasiones ha afirmado que Kíev coopera con Washington que en el campo del DAM, sin precisar el carácter de esa cooperación. Cuando Ucrania sea miembro de la OTAN deberá acatar los planes de su aliado en ese campo.
Pero esto no es todo, si Ucrania ingresa en la OTAN junto con Turquía, Bulgaria y Rumania, y en perspectiva, con Georgia la Alianza podrá controlar prácticamente todo el Mar Negro, la principal ruta para transportar el petróleo desde Asia Central a Europa del Sur y a otras zonas.
De esta forma, Washington y Bruselas tendrán en mano mecanismos de influencia sobre los países productores de hidrocarburos del Cáucaso, Asia Mesoriental y Central al momento de desarrollar sus estrategias energéticas.
Estas son las más o menos las consecuencias militares y políticas que se derivan del ingreso de Ucrania a la OTAN.
¿Qué es lo que debe hacer Moscú en esta situación?
Primero que todo no esforzarse en vano, todavía no es un hecho que Ucrania ingresará en la OTAN. Como sabemos, las ánimos en contra de la OTAN especialmente entre la población en el sur y oriente de Ucrania es muy fuerte, y si el pueblo ucraniano toma conciencia de las consecuencias que puede acarrear este paso, difícilmente votarán a favor del ingreso de Kíev en las estructuras atlánticas.
En segundo lugar hay que comprender que si Ucrania entra en la OTAN, la tierra no se va a hundirse, y Moscú no tendrá otra opción que establecer sus relaciones con Ucrania y la Alianza de una nueva forma. Hay que cooperar en los frentes donde sea ventajoso y renunciar a esa cooperación si lesionan los intereses de Rusia. Debemos ser flexibles, pacientes y cuerdos. Y sobre todo, pragmáticos y realistas.
Y tercero, en el mejor de los casos, Ucrania podrá ingresar en la OTAN no antes del 2017, después de que salga de su territorio la base militar de un país extranjero (Rusia) que no es miembro de la Alianza, y cuando llegue ese momento, con Ucrania, Rusia y la OTAN pueden ocurrir muchas cosas.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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