jueves, 20 de octubre de 2011

Los greco-católicos de Ucrania podrían entrar en el Císter

IGNACIO A. CASTILLO La cofradía del Sepulcro podría ver frustrados sus deseos de convertir la capilla del Císter en su sede canónica. El Obispado ya gestiona el templo después de la marcha de las monjas. La abadía volverá a abrirse al público en breve, según informaron fuentes episcopales, aunque aún no está definido el uso que tendrá el inmueble. Una comunidad compuesta por numerosos inmigrantes ucranianos, miembros de la Iglesia greco-católica, que ofician sus cultos de forma provisional en la parroquia de San Ramón Nonato, podría ser finalmente quien entre en el templo.

El convento, ocupado desde 1617 por religiosas cistercienses, primero, y recoletas de San Bernardo, después, fue desalojado en junio de 2009 por la falta de vocaciones religiosas, que precipitó la marcha de las últimas cuatro monjas al convento de El Atabal y la mudanza de los muebles y otros enseres a la abadía de Nuestra Señora de la Anunciación, en Santo Domingo de la Calzada (Logroño).

Desde entonces, el Sepulcro mostró su interés por ocupar la capilla, haciéndose cargo de su conservación. Pero había que poner de acuerdo a cuatro partes: la familia heredera del marqués de Iznate, que reclamaba los derechos de sucesión del espacio sacro que en su día cedieron a la orden sus antepasados; la propia orden religiosa; el Obispado, y el Ayuntamiento, que firmó en 2004 un convenio de colaboración con la abadía cisterciense para su adecuación como espacio museístico, invirtiendo 1,1 millones de euros a través de Promálaga.

El Ayuntamiento estaba dispuesto a adquirir la abadía para mantener su función expositiva, reservando la capilla para el culto. Se respetaría así la cláusula impuesta por el marqués, según la cual, éste cedió el suelo a las monjas para fines religiosos, por lo que si estos fines dejaran de existir, deberían de volver a la familia o sus herederos.

Según ha podido saber La Opinión de Málaga, hoy mismo serán retiradas unas imágenes de la capilla y sólo se dejará el Crucificado que preside el altar mayor, obra de Luis Álvarez Duarte, para permitir que esta comunidad de la Iglesia greco-católica de Ucrania pueda llevar a cabo sus misas, que se celebran por el rito bizantino.

Según explicó José Luis Narbona, de la Orden de los Caballeros y Damas del Císter, que históricamente se encargaba de atender las necesidades de las religiosas, existe la voluntad del Obispado, «y así me lo ha comunicado el propio vicario general, Alfonso Fernández-Casamayor», de ceder el templo a los ucranianos.

Sin embargo, en el Obispado de Málaga insistían ayer en que «el uso está por determinar» y que, en todo caso, no sería incompatible que pudiera ser compartido por esta comunidad greco-católica y la cofradía del Sepulcro. «La administración ya corresponde al Obispado, pero aún no ha habido decisión del consejo episcopal y no está decidido en qué se va a utilizar», explicaron las fuentes.

Al culto

El hermano mayor de la corporación oficial de Málaga, Emilio Betés, explicó que la cofradía conserva sus aspiraciones de convertir la iglesia del Císter en su nueva sede canónica y de trasladar a sus sagradas imágenes desde los Mártires a esta capilla, que pertenece a la feligresía de Santiago.

Explicó que la cofradía estaría dispuesta a encargarse del mantenimiento y conservación de este edificio histórico, que abriría al culto a diario. Es más, durante dos años lleva celebrando misas mensuales en la capilla, que está muy cerca de la casa hermandad de la cofradía. «Creíamos que estábamos nosotros solos esperando a entrar en el Císter», dijo ayer Betés al conocer la noticia. Pese a todo, la hermandad continúa con su interés e insistirá en mantener una reunión con el obispo, Jesús Catalá.

La Iglesia greco-católica ucraniana es la más numerosa de las orientales católicas autónomas, en plena comunión con la Santa Sede. Se separó de la obediencia romana en 1054, tras el cisma de Constantinopla, pero fue readmitida en 1652.

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