domingo, 27 de febrero de 2011

´Creí que Maris era paranoico: habló de su exnovia y de adoptar a la niña´

MIGUEL ÁNGEL AUTERO
SANTA CRUZ DE TENERIFE
Una mujer, de nacionalidad ucraniana y que prefiere seguir en el anonimato, fue llamada a declarar el pasado miércoles en el juicio que se sigue contra Maris Meiers como presunto autor del asesinato de su exnovia de 26 años, Kristine Zaikova, la noche del 17 de agosto de 2008. La víctima recibió 84 puñaladas cuando llegaba a su vivienda de la calle Rafael Alberti, en Guargacho. Natania es su nombre de pila y es la última persona conocida con la que Maris Meiers estuvo durante buena parte de la tarde de aquel 17 de agosto en el que Kristine encontró la muerte minutos antes de la medianoche.
Natania no daba crédito el pasado viernes al hecho de que la misma persona con la que había estado aquella tarde de verano pudiera ser quien se sentaba ahora en el banquillo de los acusados para enfrentarse a una más que probable condena de 25 años de prisión por el asesinato de Kristine.
A esta mujer, tal y como declaró en el juicio, le pareció un hombre bastante "estresado" y "nervioso". Mantuvo ante el tribunal que a Max –como llamaban también a Maris Meiers– lo conoció en persona aquel mismo día. El único contacto que habían mantenido con anterioridad fue a través de un chat y con correos electrónicos.
"Él me había dicho que trabajaba como fotógrafo profesional en Letonia y, la verdad es que la fotografía es una de mis aficiones favoritas", señaló Natania. "A pesar de que él es de Letonia y yo de Ucrania, nos entendíamos en ruso porque son repúblicas de la antigua Unión Soviética", dijo.
Ante el tribunal recordó que Max la llamó por teléfono el sábado anterior para verse al día siguiente. "Habíamos pensado visitar distintos sitios de Tenerife para hacer fotografías, así que sobre las doce del mediodía me recogió en una parada de guaguas de la avenida Reyes Católicos de Santa Cruz. Él conducía un Volkswagen de color gris, plateado. Me llamó la atención de que en los asientos de la parte de atrás del coche habían varias cajas de cartón con un montón de cosas, pero no me fijé exactamente qué era lo que tenía. Si recuerdo que, sobre las cajas, tenía una chaqueta negra", comentó.
La testigo declaró que "nuestra intención era la de hacer un recorrido por varios sitios: fuimos primero a Bajamar y nos bajamos del coche. Recuerdo que aparcó junto a otros vehículos y un grupo de personas. Entonces sacó de la parte de atrás del coche una botella de vino y como no tenía vasos cogió una botella de agua de plástico. Me asusté cuando vi que sacó un cuchillo, allí delante de toda aquella gente, y cortó la botella a modo de vaso. Manejaba el cuchillo con bastante destreza, se notaba que lo utilizaba como un profesional y me había dicho que había sido soldado en Letonia".
Natania recuerda que tras tomar un poco de vino y se volvieron a subir al coche y se dirigieron a Las Eras y Arico, lugares en los que él hizo algunas fotografías con su máquina de fotos Canon.
"En un momento del paseo me dijo que quería ir al bosque conmigo pero yo me negué. Su comportamiento ya me parecía raro", dijo a este periódico. "Parecía un paranoico. No dejaba de hablar de su exnovia, con la que iba a casarse; que incluso había comprado los anillos de boda. Decía que ella tenía una niña pequeña y que él quería adoptarla". Natania asegura que Max insistía mucho sobre eso y le pareció muy raro.
"No se si la palabra es paranoia pero me hizo sentir muy incómoda con esa recurrencia al tema de la adopción de la niña". "Entonces le dije que quería regresar a casa y sobre las cuatro y cuarto de la tarde me dejó en Reyes Católicos donde me recogió", concluye Natania.

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