miércoles, 17 de marzo de 2010

Aceite de oliva

España es un país de olivos. Si alguien estrujase la península Ibérica brotaría aceite. Y la hilera de árboles que nacen en Jaén, Córdoba, Toledo, Lleida o Castellón se extiende siguiendo la senda del mar Mediterráneo hasta Grecia y Túnez. Es decir, las aceitunas y su zumo son un producto milenario difundido, al menos, por gran parte de Europa.

Pero más allá de los Pirineos, los belgas, los británicos, los australianos o los estadounidenses no asocian el aceite de oliva con España, que es el país que más toneladas produce en todo el mundo. Por reclamar la personalidad del aceite español pasa el futuro de un sector que vale 3.000 millones de euros. "Se trata de crear una imagen de marca que relacione aceite de oliva de calidad con España", explica directamente Teresa Pérez, la gerente de la Interprofesional que reúne a productores transformadores y comerciantes.

Italia se queda la marca

Esa imagen la tiene, hoy en día, el aceite italiano. Tanto es así que su industria no da abasto y casi la mitad de lo que se produce aquí se vende a granel a Italia donde se envasa, se le pone una etiqueta y se manda fuera, a reforzar la idea de que los transalpinos son el país del aceite.

El caso es que repartidos por serranías y llanuras, hoy crecen en el país 300 millones de olivos. Las extensiones de verde y plata son parte indisoluble del paisaje de muchas regiones. Concretamente de 2,5 millones de hectáreas de diferentes comarcas. Pero, además, de todas esos árboles, podrían nacer, según los propios productores, más aceitunas. No trabajan a todo gas. Podría extraerse más aceite, hasta más de un tercio por encima de lo que actualmente sale de las almazaras donde se prensan las olivas y se filtra su jugo hasta convertirlo en el líquido verde amarillento que llega a mesas y cocinas. Desde hogares hasta restaurantes de estrellas Mi-chelín. Pero ¿dónde colocarlo?

Producto 'gourmet'

Con esa idea de que el producto conquiste el extranjero, los países más susceptibles de ser seducidos cubren un espectro ancho y, a veces, sorprendente. Mercados evidentes son EE UU o China. Pero, entre los candidatos a convertirse a las excelencias del aceite hispano, con etiquetas hispanas y denominación de origen propia aparecen Polonia, Ucrania, India, Brasil, Rusia y Australia.

De las más del millón de toneladas de aceite anuales, el 50% ya se está marchando fuera de España. Pero el objetivo es que cuando llegue allí sea con el sello español. En EE UU el aceite de etiqueta propia ha crecido un 46% el último año. Las salidas fuera de la Unión Europea suponen ya el 16% del total, según la Asociación de Exportadores (Asoliva). Y siempre es con la misma estrategia: unir el consumo a sectores de gente que se preocupan por la salud y aprecian la calidad y las propiedades espectaculares de la picual, la arbequina, la hojiblanca o la cornicabra -todas variedades de aceitunas que ofrecen aceites con personalidad propia-.

De nuestros vecinos, los aceiteros tratan de ocupar estanterías de supermercados donde Italia "no haya copado ya el consumo". Según esta táctica, al viajar por Europa, deberían observarse más botellas en español en Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Holanda. Los eslóganes intentan adaptarse a esos países: El sabor de la vida para el Reino Unido; Una vida de lujo es mejor para los franceses, Usted puede optar por una vida de lujo para Holanda y Bélgica. Si funcionan, contribuirán a prolongar la labor de 500.000 olivicultures, herencia de los fenicios que la trajeron a la península hace 3.000 años.

EL APUNTE

Apuesta por unos genes saludables

Antioxidante. Ese es el secreto que hace del aceite de oliva virgen extra un alimento con sello de saludable. Que le viene bien al corazón es una idea bien asentada. Pero es que, además, su consumo previene a largo plazo el proceso de inflamación leve y prolongada de órganos internos que pueden desembocar en la diabetes o el deterioro cardiaco. Y también, científicamente demostrado, el cáncer de mama. Según el doctor José Pérez Miranda, director del Centro de Excelencia Investigadora del Aceite de Oliva, su ingesta por parte de las embarazadas "mejora el proceso de creación de los genes de los bebés". Los hace más saludables.

1.200.000 TONELADAS

de aceite de oliva se producen cada año de media en España. Su obtención y elaboración ocupa a 500.000 agricultores, 1.740 almazaras, 178 envasadoras, 28 operadoras y 22 refinerías. Esta industria es la líder de su sector en todo el mundo y reparte sus ventas, prácticamente a partes iguales, entre el mercado interior y la exportación.

1.475.000 EUROS

está previsto invertiren las campañas para convertir el aceite español en la referencia internacional de este producto más allá de la Unión Europea. Los países objetivo son: EE UU, China, India, Australia, México, Brasil o Rusia. La estrategia consiste en asociar calidad a España. Y colocar el concepto de producto 'gourmet' y promotor de la salud.

20 DENOMINACIONES DE ORIGEN

de aceite de oliva virgen extra españolas están ya reconocidas por la UE. Las autoridades españolas elevan el número hasta 31. Hay denominaciones propias en Castilla-La Mancha, Cataluña, Islas Baleares, Comunidad Valenciana, La Rioja, Madrid, Extremadura, Navarra, Aragón y Andalucía. Cada una garantiza origen, elaboración y variedades de aceituna usadas.

DESPERTAR EL GUSTO DE LOS INMIGRANTES

Tomar aceite, en frío o cocinado, en España es una práctica tan habitual que se da por supuesta. El 50% de la producción española se queda de esta manera en el mercado interior. Pero hay un frente al que convencer: la población inmigrante. Llegan desde muchos países. Pero en la mayoría de de ellos, utilizar aceite de oliva no entra en su tradición culinaria. O bien no cocinan con este producto, como en toda la zona del centro y Este de Europa (rumanos, búlgaros, ucranianos y polacos que suman en España 1.126.000 personas); o sus costumbres culinarias les impulsan a utilizar otros aceites, desde el de girasol hasta el de palma o el de soja. En ese grupo se pueden colocar los inmigrantes latinos o los que vienen de Asia (otro 1,4 millones de personas, sólo con datos de empadronamiento oficiales).

La inmersión a la hora de cocinar es la clave para que el consumo crezca entre estos colectivos. "Al prepararse uno mismo la comida es más difícil renunciar a las costumbres que se traen desde los países de origen" analizan en la Interprofesional del Aceite, pero "cuando consumen fuera de los hogares sí cabe la posibilidad de que vayan adoptando la dieta basada en el aceite de oliva virgen extra", concluyen.

El flujo quedaría así los inmigrantes des cubren la diferencia entre las grasas animales tan extendidas en la cocina centroeuropea y los aceites vegetales distintos al de oliva. Lo adoptan en sus casas y, de ahí, lo inculcan a las siguientes generaciones que ya crecerían con las aceitunas incorporadas a su dieta.

"A otros les parece barato"

Queda luego un tercer grupo de inmigrantes a los que ya no hay que conquistar sino que son, más bien, embajadores del aceite. Los europeos que pasan largas temporadas en España en una segunda residencia. Esos británicos, franceses o alemanes que se pirran por el sol español. Ellos no sólo aprecian el aceite de oliva virgen extra sino que lo consumen y "les parece mucho más barato que en sus lugares de origen", sentencian a su casa, trasladan allí la afición que se les ha pegado aquí.

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