martes, 29 de diciembre de 2009

Llamada de urgencia para doce niños ucranianos

Ya queda menos para que lleguen. Concretamente, 173 días. Juanma Ortega, voluntario de Chernobileko Umeak, cuenta las jornadas que faltan para que niños ucranios como Max y Nastia, la pareja de hermanos que ha acogido junto a su mujer durante los últimos veranos, aterricen en Vizcaya para reponer fuerzas. Si el impacto de la crisis ha provocado este año un importante descenso en el número de acogimientos temporales a menores provenientes de la región más afectada por la catástrofe nuclear de Chernobil, las previsiones para el próximo son menos halagüeñas.
Los responsables de esta organización, creada a finales del pasado septiembre, se darían por satisfechos con hacer un hueco en sus hogares a un centenar de chavales, cuyas condiciones de vida han empeorado «radicalmente» en los últimos meses por la falta de alimentos y el «frío invierno que les está tocando pasar». Si en 2008, los hogares vizcaínos atendieron a más de 170 pequeños, doce meses después, este número se redujo hasta los 140.
«Beber agua sin contaminar»
Chernobileko Umeak ha realizado un llamamiento de urgencia que intensificará en las próximas semanas para ayudar, al menos, a doce menores que viven en «una situación extrema» y necesitan salir «urgentemente» de Ucrania. Según Ortega, deben respirar en un entorno limpio, beber agua «sin contaminar» y alimentarse con «comida sana».
Si la crisis ha golpeado a las economías de todo el mundo, los países «pobres», a su juicio, se están llevando la peor parte. Los padres de muchos niños que han descubierto en nuestros pueblos el sabor del plátano, el placer de ducharse con agua caliente y zambullirse en playas y piscinas cuentan con poco más de cien euros mensuales. «La crisis se ha llevado por delante miles de empleos, ha cerrado numerosas empresas, muchos trabajadores llevan sin cobrar hasta tres y cuatro meses y encima les ha tocado sufrir el peor invierno de los últimos años», advierte, preocupado, Ortega. Para rematar la penosa situación que les ha tocado vivir, la gripe A ha provocado el cierre de bastantes colegios, «muchos de los cuales llevan sin funcionar cinco meses», ante la falta de una adecuada atención sanitaria.
Esta difícil situación ha alcanzado «tintes dramáticos» en regiones como Ivankif, Irpen y, especialmente, Orane, la más próxima a la nuclear, cuya fuga provocó la muerte de más de 100.000 personas. Gran parte de los trabajadores que viven del campo en esta última área llevan meses sin vender «un solo producto». Nadie se los compra «por la altísima carga de radioactividad» que contienen. Sin recursos «de ningún tipo», a adultos y menores de Orane no les «queda más remedio que comer alimentos contaminados. Es simplemente una cuestión de supervivencia», relata Ortega. «La alternativa es llevarse estos productos a la boca o ir a la cama con los estómagos vacíos».
Los doce niños que necesitan una atención «imperiosa» viven, además, «pegados a la valla de exclusión» instalada por el Gobierno ucranio junto a la antigua central para evitar «el asentamiento humano». Sin embargo, estos pequeños «ya notan» en sus cuerpos las consecuencias: «A muchos se les caen los dientes y el pelo por falta de calcio. Lo tienen muy finito y débil», se quejó.

No hay comentarios: