El ucraniano es un tipo de lo más sencillo y parece dispuesto a integrarse con una velocidad vertiginosa
Dmytro Chygrynskiy encara ya la recta final de su recuperación y no tardará en regresar al equipo
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DAVID RUBIO
Dmytro Chygrynskiy es la ‘anti-estrella’, un tipo normal que vive en un mundo ajeno al endiosamiento que caracteriza a muchos jugadores de su nivel.
¿Cómo transcurre su vida en Barcelona?, ¿Vive solo?, ¿Dónde?
No, estoy con mi hermano Vikhtor. El lleva años trabajando en Tailandia y cada verano iba a Ucrania uno o dos meses con la familia, pero este año llegó antes, en mayo, porque yo tenía partidos muy importantes como la final de la Copa de la UEFA. Después, trabajó en las negociaciones con el Barça y ahora le atrae conocer un nuevo país. Además, cree que es importante para mí que esté a mi lado y se quedará en Barcelona.
¿Sus padres se trasladarán aquí o se quedarán en Ucrania?
Ellos viven en Iziaslav (la localidad en la que nació Dmytro) y quieren visitarme, pero aún no hemos encontrado apartamento y seguimos en el hotel. Cuando lo encontremos, mis padres vendrán a pasar un tiempo, pero seguirán viviendo en Ucrania. Me gustaría encontrar un lugar tranquilo cerca de la Ciutat Esportiva.
Usted nació en Iziaslav y vivió tres años en Lviv, una de las zonas más nacionalista del país, pero dicen que no habla ucraniano...
¡Ja, ja, ja! La explicación es sencilla, porque sí lo hablo. Por supuesto. Pero... ¿qué podía hacer? Pues esperar a que me preguntaran y desmentirlo. Hablo ucraniano con mis padres y con mi hermano, pero en la región en la que vivía, Donbass (sede del Shakhtar y nombre del nuevo estadio), todos hablan ruso. Yo no hablo los dos idiomas.
¿Sigue sin carné de conducir?
Sí, nunca he intentado sacarme el permiso y tampoco me he puesto jamás al volante. En Ucrania tenía un amigo que me llevaba a los sitios, aunque la verdad es que me gusta mucho andar. Y aquí mi hermano Víctor me hace de chófer. Por eso no me interesan demasiado los coches.
También se dice que no le gusta nada salir por la noche e ir a las discotecas. ¿Eso sí es cierto?
Totalmente. No me atrae esa vida y creo que jamás he ido a un ‘club’ (en Rusia y Ucrania se llama así a los pubs y discotecas). Lo que me gusta es la tranquilidad.
Tras ganar la UEFA, completó un master de ‘Propiedad intelectual’ por la Universidad de Donetsk…
Sí, pero tampoco fue muy difícil. Ya tenía la licenciatura en Finanzas y presenté el trabajo final para acabar el master. En primer lugar, analicé cómo funcionaba la organización del fútbol en el Shakhtar y reuní todos los datos y características. Era muchísima información, más de 500 páginas, pero mi trabajo constaba de unas 140. Apenas tardé diez minutos en organizar lo más importantes sobre cómo trata el club lo relativo a la propiedad intelectual. Y el texto estaba en ucraniano (sonríe).
¿Ya ha tenido tiempo de probar la cocina catalana?
Poco a poco, pero creo que me gustará mucho, porque me encanta el pescado. Me apasionan los productos del mar y aquí son buenos por lo que he podido ver. Lo malo es que no me gusta el jamón. Ya sé que está muy bueno, pero no me gusta… Eso sí, cuando vaya a Ucrania o cuando vengan mis padres les compraré uno, porque a ellos les encanta. Es que yo no como cerdo.
¿Mantiene el contacto con sus ex compañeros del Shakhtar?
Sí, claro. Sigo la actualidad del equipo y a veces hablo con algunos jugadores. El ambiente era excelente y formábamos un buen grupo. Yo tenía una gran relación con todo el mundo, pero quizá mi mejor amigo en el Shakhtar era Máximo Ugolini (italiano), el ayudante del preparador físico.
Siempre que habla de sus amigos, destaca a uno que vive en Polonia sin dar más datos… ¿Es Jewhen Kopyl, portero del Zaglebie Lubin, de la I Liga polaca?
¡Ja, ja! Sí… es él. ¿Cómo lo encontraste? Es de mi misma generación y coincidimos en las categorías inferiores de la selección ucraniana. Ahora cada uno ha tenido que buscarse la vida, pero seguimos muy en contacto. Nos llamamos por teléfono y, sobre todo, a través de Internet.
Grandes progresos en sus clases de castellano
Dmytro Chygrynskiy quiere dominar el castellano cuanto antes y sólo falta a sus clases en los días de partido. El jugador está haciendo grandes progresos y quizá en un mes podrá expresarse con cierta soltura... algo que no consiguió Hleb en toda una temporada.
Dmytro Chygrynskiy encara ya la recta final de su recuperación y no tardará en regresar al equipo
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Dmytro Chygrynskiy es la ‘anti-estrella’, un tipo normal que vive en un mundo ajeno al endiosamiento que caracteriza a muchos jugadores de su nivel.
¿Cómo transcurre su vida en Barcelona?, ¿Vive solo?, ¿Dónde?
No, estoy con mi hermano Vikhtor. El lleva años trabajando en Tailandia y cada verano iba a Ucrania uno o dos meses con la familia, pero este año llegó antes, en mayo, porque yo tenía partidos muy importantes como la final de la Copa de la UEFA. Después, trabajó en las negociaciones con el Barça y ahora le atrae conocer un nuevo país. Además, cree que es importante para mí que esté a mi lado y se quedará en Barcelona.
¿Sus padres se trasladarán aquí o se quedarán en Ucrania?
Ellos viven en Iziaslav (la localidad en la que nació Dmytro) y quieren visitarme, pero aún no hemos encontrado apartamento y seguimos en el hotel. Cuando lo encontremos, mis padres vendrán a pasar un tiempo, pero seguirán viviendo en Ucrania. Me gustaría encontrar un lugar tranquilo cerca de la Ciutat Esportiva.
Usted nació en Iziaslav y vivió tres años en Lviv, una de las zonas más nacionalista del país, pero dicen que no habla ucraniano...
¡Ja, ja, ja! La explicación es sencilla, porque sí lo hablo. Por supuesto. Pero... ¿qué podía hacer? Pues esperar a que me preguntaran y desmentirlo. Hablo ucraniano con mis padres y con mi hermano, pero en la región en la que vivía, Donbass (sede del Shakhtar y nombre del nuevo estadio), todos hablan ruso. Yo no hablo los dos idiomas.
¿Sigue sin carné de conducir?
Sí, nunca he intentado sacarme el permiso y tampoco me he puesto jamás al volante. En Ucrania tenía un amigo que me llevaba a los sitios, aunque la verdad es que me gusta mucho andar. Y aquí mi hermano Víctor me hace de chófer. Por eso no me interesan demasiado los coches.
También se dice que no le gusta nada salir por la noche e ir a las discotecas. ¿Eso sí es cierto?
Totalmente. No me atrae esa vida y creo que jamás he ido a un ‘club’ (en Rusia y Ucrania se llama así a los pubs y discotecas). Lo que me gusta es la tranquilidad.
Tras ganar la UEFA, completó un master de ‘Propiedad intelectual’ por la Universidad de Donetsk…
Sí, pero tampoco fue muy difícil. Ya tenía la licenciatura en Finanzas y presenté el trabajo final para acabar el master. En primer lugar, analicé cómo funcionaba la organización del fútbol en el Shakhtar y reuní todos los datos y características. Era muchísima información, más de 500 páginas, pero mi trabajo constaba de unas 140. Apenas tardé diez minutos en organizar lo más importantes sobre cómo trata el club lo relativo a la propiedad intelectual. Y el texto estaba en ucraniano (sonríe).
¿Ya ha tenido tiempo de probar la cocina catalana?
Poco a poco, pero creo que me gustará mucho, porque me encanta el pescado. Me apasionan los productos del mar y aquí son buenos por lo que he podido ver. Lo malo es que no me gusta el jamón. Ya sé que está muy bueno, pero no me gusta… Eso sí, cuando vaya a Ucrania o cuando vengan mis padres les compraré uno, porque a ellos les encanta. Es que yo no como cerdo.
¿Mantiene el contacto con sus ex compañeros del Shakhtar?
Sí, claro. Sigo la actualidad del equipo y a veces hablo con algunos jugadores. El ambiente era excelente y formábamos un buen grupo. Yo tenía una gran relación con todo el mundo, pero quizá mi mejor amigo en el Shakhtar era Máximo Ugolini (italiano), el ayudante del preparador físico.
Siempre que habla de sus amigos, destaca a uno que vive en Polonia sin dar más datos… ¿Es Jewhen Kopyl, portero del Zaglebie Lubin, de la I Liga polaca?
¡Ja, ja! Sí… es él. ¿Cómo lo encontraste? Es de mi misma generación y coincidimos en las categorías inferiores de la selección ucraniana. Ahora cada uno ha tenido que buscarse la vida, pero seguimos muy en contacto. Nos llamamos por teléfono y, sobre todo, a través de Internet.
Grandes progresos en sus clases de castellano
Dmytro Chygrynskiy quiere dominar el castellano cuanto antes y sólo falta a sus clases en los días de partido. El jugador está haciendo grandes progresos y quizá en un mes podrá expresarse con cierta soltura... algo que no consiguió Hleb en toda una temporada.
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