domingo, 15 de marzo de 2009

El Este tensiona a la UE

Varsovia, 14 mar. (COLPISA, P. Soto).
La incorporación de nueve países poscomunistas a la UE entre 2004 y 2007 significó un reequilibrio político y territorial de la Europa comunitaria. La UE salió fortalecida con los nuevos socios, pero dos años después de que Bulgaria y Rumanía ingresaran en la Unión, y cuando países como Croacia, Serbia, Macedonia, Montenegro y Albania llaman a su puerta, los conflictos territoriales y las tensiones de tipo étnico y cultural, en gran medida consecuencia del hundimiento del ‘socialismo real” y la URSS a finales del siglo pasado, sacuden diversos Estados de la región. De momento, estos conflictos no han puesto en peligro la cohesión de la UE, pero en el futuro podrían debilitarla.
Rumanía y la antigua república soviética de Ucrania, que aspira a ingresar en la UE y la OTAN a pesar de la rotunda oposición de Rusia, mantienen desde 1998 un conflicto sobre su frontera marítima en el Mar Negro que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya intentó zanjar hace unos días dando la razón a Bucarest. Según la sentencia, Rumanía controlará el 80 por ciento de la soberanía de una zona potencialmente rica en gas, unos 100.000 millones de metros cúbicos según los expertos, que incluye a la denominada Isla de las Serpientes.
La delimitación marítima, saludada por los dos países, traza una línea equidistante entre las costas de Rumanía y Ucrania. Bucarest, que tras la sentencia podrá controlar la explotación del 70% de los hidrocarburos de la zona, pidió la intervención de la CIJ en 2004 tras el fracaso de las negociaciones con Kiev. Según las autoridades rumanas, Ucrania quería cambiar el estatuto jurídico de las Isla de las Serpientes, completamente deshabitada, presentando este territorio como una isla que podría convertirse en una zona económica especial bajo su soberanía. La isla de la discordia quedó bajo el control de Kiev en 1991 después del desmantelamiento de la URSS y su soberanía no fue cuestionada en el tratado de amistada que Rumanía y Ucrania firmaron en 1991.
Tras la sentencia de la CIJ, el representante rumano Bogadan Aurescu consideró que “el conflicto se ha acabado”. El delegado ucraniano, Oleksander Kouptchychyne, aseguró que “estamos satisfechos de la decisión de la corte” y “la vamos a aplicar”. El ministro de Asuntos Exteriores rumano, Cristian Diaconescu, expresó su “esperanza” de que ambos países “borren de la agenda bilateral” este conflicto.

Diplomáticos expulsados

Los deseos de Diaconescu no se han cumplido, y Bucarest y Kiev han buscado una nueva crisis diplomática. Todo comenzó cuando Ucrania acusó a Rumanía de haber expulsado a dos diplomáticos ucranianos después de un escándalo de espionaje al Ejército rumano en el que fueron detenidos un oficial y un ciudadano búlgaro acusados de haber vendido secretos militares a Rusia. Bucarest ve en Kiev la ‘mano negra’ que movió los hilos de esta trama un tanto rocambolesca. Las autoridades de la ex república soviética lo negaron, pero expulsaron al agregado militar de Rumanía en Kiev, Radu Filip, y al secretario consular Iustinian Focsa bajo la acusación de “poner en peligro la seguridad del país”. De momento, tanto Bucarest como Kiev guardan silencio. Bruselas también.
Mientras, al este de Rumanía, en el territorio de la antigua Yugoslavia, la UE intenta mediar entre Eslovenia, miembro de la UE, y Croacia, candidato al club. Ambos Estados reivindican la soberanía sobre una franja de tierra que delimita sus aguas territoriales a la altura de la península de Pirán, en el Adriático. La disputa data de 1991, cuando se independizaron de Belgrado y las aguas eslovenas quedaron encajonadas entre las italianas y las croatas. Ljubljana exige a Zagreb una pasillo de quince millas para tener acceso directo a las aguas internacionales.
El pasado martes, los ministros de Exteriores de ambos Estados fueron convocados por Bruselas para buscar una solución al conflicto. Eslovenia se opone a la intervención de un tribunal internacional y Croacia, que ingresará en la OTAN el mes que viene, acepta la mediación europea. El primer ministro croata, Ivo Sanader, manifestó que “hay que separar las negociaciones de adhesión (a la OTAN) y la disputa fronteriza con Eslovenia”.
Sanader expresó su convencimiento de que el conflicto es de tipo legal, mientras que Eslovenia, que pone trabas a la adhesión de Croacia en la UE, lo califica de “político”. Así las cosas, mientras Rumanía tiene que vivir con una parte de su población de origen húngaro en Transilvania, que reivindica autonomía cultural, los extremistas de derecha de Hungría y Eslovaquia, donde la minoría magiar del sur se considera discriminada por Bratislava, provocan tensiones y piden la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países, que son miembros de la UE y la OTAN.
Entre los Estados balcánicos que aspiran a ser miembros de la UE está Macedonia, que presentó su candidatura en 2005, pero se enfrenta a la oposición de Grecia, que no quiere que Bruselas admita en las filas comunitarias a un país con el mismo nombre que una de sus regiones. 

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