martes, 19 de agosto de 2008

Los aliados se reúnen

Al fin los estados miembros de la Alianza Atlántica han decidido darse por enterados de que algo ha ocurrido al sur del Cáucaso y han enviado a sus ministros de Exteriores a una reunión extraordinaria en Bruselas.
Rusia ha invadido, sin justificación alguna, el territorio de un estado democrático admitido por la OTAN como candidato al ingreso. El hecho, de enorme gravedad, excede el ámbito geográfico en que ha ocurrido. Putin está enviando un mensaje: exige que se respete el «área de influencia» rusa sobre los estados que formaron parte de la Unión Soviética, que la OTAN rechace las peticiones de ingreso de Georgia y Ucrania y que se abandone el proyecto de desplegar la Defensa contra Misiles Balísticos en Europa. Ha hecho una demostración de fuerza en Georgia, precedida por el intento de envenenamiento del presidente de Ucrania y seguida por nuevas amenazas: apuntar misiles con cabeza nuclear contra Polonia, dotar de armamento semejante a la flota y fuerza aérea en el Báltico, abrir nuevas bases militares en el Caribe...
El mensaje es claro: están dispuestos a usar la fuerza y participar en una escalada di-plomático-militar.
La Alianza no puede quedarse de brazos cruzados. Hoy martes tiene que fijar unas primeras posiciones que incluyan el reconocimiento de la integridad territorial de Georgia, la exigencia de que las tropas rusas abandonen ese país, la disposición a abrir de inmediato negociaciones para el ingreso de Georgia y de Ucrania, la congelación del «diálogo» establecido con Rusia y el reconocimiento del derecho de los estados a actuar libremente.
Los aliados son perfectamente conscientes de la gravedad de lo ocurrido, lo que no es obstáculo para que se mantengan divididos. Para unos lo prioritario es garantizar la seguridad y enviar un mensaje claro a Moscú. Para otros prima el abastecimiento energético y evitar más situaciones de riesgo. El trasfondo es la impotencia europea, su percepción de debilidad, su incapacidad para asumir posiciones firmes y rechazar intentos de chantaje.

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