jueves, 5 de junio de 2008

Mentiras estadísticas, tasas de inflación del 30% y posibilidad de impago de la deuda externa

Hoy someto a su juicio un artículo extraordinariamente interesante publicado el lunes pasado en el Daily Telegraph por Ambrose Evans-Pritchard. Parte de una propuesta muy atractiva, a saber: Argentina está volviendo a impagar su deuda exterior si bien ahora lo hace de una manera mucho más sibilina que en el 2001. ¿Cómo?, se preguntarán ustedes. Muy sencillo: teniendo en cuenta que cerca del 40% del su valor nominal se ajusta al alza en función de la inflación durante la vida de la emisión, basta con minorar la estadística oficial hasta situarla donde se quiera; en el caso que nos ocupa, en una tercera parte del incremento real de precios que se está produciendo en el país (8,9% contra 25%). Hay por tanto un ajuste formal, y teóricamente correcto, que queda muy lejos de la pérdida de valor efectiva de los bonos argentinos, otro activo, por cierto, objeto del deseo inversor durante la burbuja de crédito que explosionó el verano pasado. No es de extrañar así que, pese a que Argentina es el mayor exportador mundial de soja, y el segundo de maíz, y cuenta con un superávit comercial cercano a los 12.000 millones de dólares y unas reservas en moneda extranjera de otros 50.000, la prima de riesgo país se esté disparando, los diferenciales respecto al treasury estadounidense se sitúen por encima del 12% y la confianza de los ciudadanos en su gobierno haya caído hasta mínimos de cinco años, huelga de agricultores aparte.
Esta historia podría dar para un artículo completo. Pero es que, de esta percha inicial, parten otras dos historias que son, así mismo, extraordinariamente interesantes. La primera hace referencia al riesgo al que se enfrentan muchas economías emergentes que, habiendo comprado el mensaje inicial de la Reserva Federal de “ante crecimiento e inflación, crecimiento”, se encuentran ahora (bien porque sus divisas están ligadas al dólar o bien porque han sido conservadores en su política monetaria) con tipos de interés reales excepcionalmente negativos e inflaciones, en muchos casos, por encima del 15%, consecuencia también del mayor peso de la alimentación en su mecanismo de cálculo (hasta un 40%). Un problema similar al de Estados Unidos pero en tamaño Big Big Mac y sin la cintura de la economía norteamericana para recomponer su figura. Así el autor cita específicamente a Ucrania, donde la inflación oficial se sitúa en el 30% pero su masa monetaria o dinero en circulación, medida en términos del agregado M2, crece al 52%. Vietnam sería otro ejemplo con tipos al 12% frente a tasas de IPC del 25%. Ambos países se encuentran en la lista de 10 a los que Fitch atribuye elevadas posibilidades de “sufrir un accidente” en breve espacio de tiempo. Pueden consultar en el link superior los otros ocho, entre los que, curiosamente, no está la propia Argentina.
La segunda es, si cabe, más enjundiosa todavía y se refiere a, en este caso, la menor o ninguna credibilidad de los datos oficiales suministrados en numerosas ocasiones por las autoridades. Aunque en España nos hemos especializado en el campo de la evolución del mercado inmobiliario, donde el gobierno actual se ha convertido en un auténtico profesional, por el contrario, en el foro del artículo se hace referencia, en relación con el mundo anglosajón, a la manipulación estadística de los datos de inflación, tema central del análisis. La cuestión no es, mi mucho menos, trivial ya que, en palabras del presidente de la Reserva Federal de Dallas, pronunciadas el pasado 28 de mayo, -en lo que parece, por cierto, un acto de contrición sin precedentes por parte de una autoridad monetaria (párrafos 7 y 8 empezando por el final)-, “la inflación es una bestia siniestra que si no se la enjaula, devora los ahorros, daña la capacidad de compra de los consumidores, diezma los rendimientos de capital, socava la credibilidad de la contabilidad financiera, distrae la atención de los directivos, limita el crecimiento del empleo y degrada la divisa”. Casi nada. Pues bien, se hace referencia a una web que ya ha sido citada en este Valor Añadido en varias ocasiones: www.shadowstats.com, página de culto que sitúa el IPC norteamericano al doble del nivel que señala la estadística oficial, lo que traería dos consecuencias inmediatas: todavía menor crecimiento de la economía, tras el ajuste por el coste de la vida, y tipos de interés reales extraordinariamente expansivos a los que sólo la limitación de crédito del sistema pueden frenar.
Como ven hoy les traigo un tres en uno para su deleite personal. La situación en Argentina puede, para algunos analistas locales, concluir en un nuevo default o impago de su deuda, que es lo que asevera el periodista del Telegraph en el primer párrafo de su pieza, e incluso, ojo, en un nuevo corralito. Al tanto, españoles. El país sudamericano puede, por su parte, marcar la senda de otras naciones emergentes que tratan de estabilizar sus economías, en lugar de luchando contra la causa última del problema, poniendo diques al mar a través de la activación de mecanismos de control de precios o tarifas a la exportación en lo que parece una nueva ola de proteccionismo a pequeña escala. ¿Anticipo de lo que está por venir?. Por último, en el mundo desarrollado, tenemos otra clave más para entender el cambio de discurso que se ha producido en parte de las autoridades monetarias pese a que las circunstancias económicas no han hecho sino empeorar desde que se iniciaran las rebajas de tipo de interés. Entre verdadero crecimiento y verdadera inflación, ¿cuál debe tener prioridad? Fin por hoy.

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