lunes, 26 de mayo de 2008

Unión Europea vuelve a mirar al este



Llegó dos años después de la fecha prevista, porque Polonia y Lituania lo habían bloqueado. Y apenas los ministros soluciaron el problema más acuciante, las miradas ya se perdían en proyectos de largo alcance que llegan hasta Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Moldavia y Ucrania. Pero no faltaron las voces que llamaron a la cautela.
Tanto la situación con Rusia como la propuesta de una "alianza oriental" lanzada por Suecia y Polonia evidencian el estado de la Unión Europea.
"La presidencia hace su máximo esfuerzo por mantener unido a este grupo", explica el actual presidente del Consejo Europeo, el ministro esloveno de Exteriores, Dimitrij Rupel. Y agrega: "27 son muchos países. Y los 27 tienen muchas preocupaciones y muchos intereses.
Intentamos preservar la unidad de la UE".
Nuevos y complicados paisajes de intereses nacionales deben ser parcelados otra vez desde que, entre 2004 y 2007, entraron en la UE otros diez países que traen pesados lastres de la era soviética. El nuevo peso de Europa oriental dentro del bloque cambió al mismo tiempo la mentalidad de los líderes europeos "viejos".
El hiperactivo presidente francés, Nicolas Sarkozy, inventó su "Unión del Mediterráneo" ante el temor de que Alemania se convierta en la potencia líder de Europa gracias a sus relaciones con los países del este. Sus colegas europeos, y sobre todo Alemania, tuvieron que recordar a Sarkozy que el proceso de Barcelona ya había creado un ente similar a su Unión Mediterránea.
Las malas relaciones de los mellizos polacos Lech y Jaroslaw Kaczynski -presidente y primer ministro, respectivamente- con Rusia jugaron un papel central cuando Polonia interpuso su veto a la negociación con Moscú. La disputa pudo ser superada después de que la caída de Jaroslaw Kaczynski.
Pero entonces Lituania vio su oportunidad de ajustar cuentas con la antigua sede del imperio soviético y exigió que Rusia reabra el oleoducto que une ambos países, colabore en la investigación de crímenes de la era soviética y en la resolución de los conflictos separatistas en Georgia y Moldavia.
Rupel consiguió finalmente -con la ayuda de la experiencia en la superación de traumas poscomunistas que ganó con la separación de Eslovenia de Yugoslavia- satisfacer a los lituanos con garantías y declaraciones formales. Para la UE, significó poder avanzar en un acuerdo vital para sus intereses energéticos.
En respuesta a la Unión Mediterránea de Sarkozy, Polonia y Suecia propusieron la "alianza oriental". La comisaria europea del Exterior, Benita Ferrero-Waldner, volvió a insistir en la conveniencia de aprovechar al máximo las estructuras ya existentes.
Al igual que la Unión Mediterránea con el proceso de Barcelona, también la "alianza oriental" puede encontrar un mecanismo similar creado hace un año bajo la presidencia comunitaria de Alemania y bautizado "Sinergía del Mar Negro", que además incluye a Rusia y Turquía.
Tampoco Ucrania se mostró muy entusiasta, porque su objetivo es convertirse en miembro pleno de la UE, más allá de alianzas y sociedades privilegiadas.

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