jueves, 10 de abril de 2008

La OTAN, crisis de identidad


SIN ACUERDO en los temas esenciales finalizó la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Bucarest. Se habló de "pasteleo" en las decisiones para que ninguno de los jefes de las mayores potencias del mundo, George Bush y Vladimir Putin, apareciera como perdedor: Putin frenó la ampliación de la OTAN a sus vecinos Georgia y Ucrania, y Bush logró la inicial adhesión para instalar su escudo antimisiles en territorios del antiguo Pacto de Varsovia. En medio de los disensos Este-Oeste, se filtró el proyecto de un escudo a la criolla para montar en Venezuela con tecnología bielorrusa, en previsión de una eventual agresión de Estados Unidos.
Con su popularidad por el suelo y el fiasco de Irak a cuestas, Bush pisó duro en su última aparición como cabeza de la OTAN. Antes pasó por Kiev para confirmar su apoyo al ingreso de Ucrania, a pesar de que el 53% de los ucranianos se opone. Pero su pretensión fue rechazada, lo mismo que el ingreso de Georgia, al que Rusia se oponía, lo mismo que Francia, España e Italia, entre otros. Además, el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steiner, había dicho: "No hay razón imperiosa alguna para envenenar las relaciones con Rusia". Los mandatarios de la OTAN decidieron no meterse en el avispero de la antigua URSS. No en vano, en una reunión a puerta cerrada, Putin advirtió, aunque en tono reposado, que una eventual extensión de la OTAN hacia el Este sería interpretada como una amenaza directa a su país.
Pero fue aprobado el ingreso de dos pequeños países que, aunque solo darán problemas, refuerzan estratégicamente a Estados Unidos en los Balcanes: Albania, que se comprometió a profundizar la democracia y a eliminar el actual Estado mafioso, y Croacia, que ha pasado de agache sobre sus crímenes de guerra. Grecia vetó el ingreso de la débil Macedonia -donde nació Alejandro Magno-, que no aceptó cambiar de nombre como exigen los griegos, y que teme pretensiones de anexión si la OTAN cubre con su paraguas a los macedonios de la antigua Yugoslavia.
Versión criolla
En cuanto al sistema antimisiles que E.U. quiere instalar en Polonia y la República Checa, los miembros de la OTAN votaron a regañadientes su aprobación -irritados porque Bush llegó con acuerdos de principio con esos países que no había negociado con el resto de europeos- pero a sabiendas de las pocas posibilidades de que se lleve a cabo.
El politólogo británico Timothy Garton Ash sostiene que el escudo antimisiles de Bush -nieto de la "Guerra de las galaxias" de Ronald Reagan- es irrelevante para hacer frente a los principales problemas de seguridad derivados del 11-S, que necesitan otras respuestas. "Creer en una versión actualizada de lo que imaginó hace 20 años Reagan como defensa contra la vieja URSS y sus armas nucleares, da tanta prueba de inteligencia como sostener un paraguas sobre la cabeza en una inundación mientras las aguas te llegan a la altura del muslo y las pirañas te mordisquean los talones", dijo Ash.
En todo caso, puede hablarse ya de un epifenómeno latinoamericano del escudo. Según la agencia Novosti, el presidente de la Comisión de Política Económica de la Unión Rusia-Bielorrusia dijo que entre las respuestas de Rusia y sus aliados al proyecto estadounidense estaría la participación de militares bielorrusos en la creación de sistemas de defensa antiaérea y medios de lucha radioeléctrica en Venezuela, cuya activación coincidiría con la puesta en marcha del escudo antimisiles en Polonia y la República Checa.
Bielorrusia, que tiene proyectos de extracción de petróleo en Venezuela, enviaría sistemas automatizados de control y otros elementos, como misiles S-125 Pechora. Según Novosti, la información la dio el jefe adjunto de las Fuerzas Armadas de Bielorrusia, Piotr Tijonovski. Una iniciativa que, curiosamente, no han difundido los medios de América Latina.
Crisis interna
Donde se mostró la crisis interna de la OTAN fue a la hora de tratar el punto "Definición de una estrategia (secreta) para la guerra de Afganistán". No solo las autoridades militares de E.U. se han quejado de la poca implicación de los aliados en el conflicto, sino que Bush pidió el envío de más soldados y medios. Pero en el Palacio del Pueblo que levantó el dictador Ceaucescu, se debió sentir el malestar de los aliados europeos que, tras los atentados del 11-S y su oferta de solidaridad a Washington, solo recibieron el desdén del entonces secretario de Estado Donald Rumsfeld, quien respondió con una especie de "si los necesitamos, los llamamos".
Hoy, a seis años del 11-S, la guerra en Afganistán va mal, con una zona de frontera con Paquistán -potencia nuclear totalmente inestable-, donde Al Qaeda y Ben Laden se mueven sin problemas. Los aliados tienen allí 47.000 hombres y E.U. 20.000, y la petición de 14.000 más no se ha cubierto. Solo Nicolas Sarkozy, que prepara la vinculación de Francia a las estructuras militares de la OTAN, anunció el envío de 700 soldados más, anuncio que dividió las opiniones: Bush lo llamó "el nuevo Elvis Presley" y en Francia lo espera una moción de censura de la oposición.
La asimetría en los aportes a esa guerra y la falta de solidaridad de sus miembros dio para hablar del fin de la OTAN. En Alemania, Francia, Italia, Canadá y España la opinión mayoritaria está en contra de aportar más esfuerzos. Además, desde el final de la Guerra Fría, la Alianza, que carece de enemigos tangibles para combatir, vive una crisis de identidad que deberá resolverse en la cumbre de 2009, cuando llega a su 60 aniversario con dos bandos: el de E.U. y Gran Bretaña que quieren transformarla en una organización global y extender su campo de acción, y el de los que quieren volver al espíritu original de 1949, centrado en la seguridad europea.
La cumbre terminó a orillas del mar Negro, en la dacha estaliniana de Sochi, donde Bush y Putin, que tal vez no volverán a encontrarse, departieron con cordialidad pero sin lograr acuerdos sobre los asuntos en conflicto: escudo antimisiles, Kosovo, ampliación de la OTAN, Irán... El desacuerdo fue paliado con una vaga declaración de intenciones para que los sucesores trabajen en un sistema "para reaccionar ante amenazas exteriores", con Rusia, Estados Unidos y Europa como socios con igualdad de derechos. Quizá el único avance fue la intención de renegociar el Acuerdo Start sobre reducción de armas de destrucción masiva. Sin noticias del desarme nuclear.
POR ANTONIO ALBIÑANA, periodista y analista internacional.

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