sábado, 27 de octubre de 2007

Ex comunistas y pudientes


Ayer el Atlético de Madrid se las vio y se las deseó para empatar contra el Locomotiv de Moscú. No es la primera vez que un equipo del Este se le pone gallito a los rojiblancos. Recordemos este bello pasaje bíblico:
“Luis fue a espiar al Dinamo de Kiev en un entrenamiento. Los jugadores de Lobanovski estaban desperazándose cuando de un Mercedes negro que accedió hasta el borde de las instalaciones se bajó su entrenador y empezó a dar palmadas con distinta frecuencia. A cada una, sus futbolistas realizaban movimientos con y sin balón que dejaron boquiabierto a Luis. Entonces el técnico le dijo a su ayudante: Ya he visto suficiente, vámonos que perdemos seguro,pero no les digas nada a los chicos antes de la final.” (50 años de la Copa de Europa, AS).
Al día siguiente el Atlético palmaba la final de la Recopa 86 contra uno de los mejores equipos de la historia: El Dynamo de Lobanovski. Este ex coronel del Ejército Rojo fue uno de los entrenadores más grandes que ha dado el fútbol, pero será recordado por no haber sonreído jamás. Tiene una estatua y un estadio que lleva su nombre. Sólo impidió que fuera campeón de Europa un joven ibérico de varonil melenita: Paolo Futre, con el Oporto.
Décadas más tarde, en fría venganza, el CSKA de Moscú viajaba a Lisboa para disputar la final de la Copa de la UEFA. Uno a tres. Victoria moscovita. Un jugador remató a los portugueses. ¿Un chaval criado en una acería del Volga? ¿Un joven teniente de tropas siberianas? ¡No! Vágner Silva de Souza, natural de Rio de Janeiro ¡un brasileño!
Antiguamente, los jugadores soviéticos no podían salir de su país hasta los 28 años y con el correspondiente soborno al órgano local del Partido. Ahora importan jugadores, incluso pujan y rivalizan por las estrellas jóvenes. A todas luces, en pocos años, serán gallitos consolidados de las competiciones europeas.
Este año el CSKA cuenta con seis brasileños. ¿Dónde está el pedigrí de un equipo ruso cuyo mediocentro organizador se llama Ramón? Si por lo menos se apellidase Mercader...
Se trata de una revolución, como la de Octubre, pero al revés. La revolución capitalista. El CSKA de Moscú empezó siendo la niña de los ojos del dueño de Yukos, la petrolera más importante del país, Mijail Jodorkovsky, miembro destacado del Komsomol, las juventudes comunistas de la URSS. El magnate fue el mecenas del equipo hasta que cayó en desgracia. No se sabe muy el porqué. Hay quien dice que por querer desbancar a Putin del poder y quien es más escéptico y menos crédulo y señala que se debe a que Jodorkovsky quiso vender el 40% de Yukos a Exxon, una empresa estadounidense. El caso es que el hombre terminó en una jaula y el CSKA desamparado.

La Ley del más Putin
A su rescate acudió Abramovich. Otra joya salida del Telón de Acero. Aunque, en su descargo, hay que destacar que no ocupó cargos de responsabilidad en la Unión Soviética y que durante la Perestroika de Gorbachov traficaba con neumáticos usados. En la actualidad, el también dueño del Chelsea inyecta 18 millones de euros anuales al CSKA, el que en otro tiempo fue el club del Ejército Rojo.

Así lucía Abramovich en 1988
En Ucrania las cosas no son muy distintas. El Dynamo no era el equipo del Ejército, como el CSKA, sino del NKVD, lo que luego se denominó KGB. Antes de la escisión, los políticos comunistas a punto de ser ex comunistas y empresarios millonarios empezaron a meter dinero en el club como símbolo de la nueva Ucrania.
Sin embargo, pronto le salió un competidor. Rinat Akhmetov y su Shaktar Donetsk. El hombre más rico de Ucrania, que controla todo el acero y la minería del país, vinculado al crimen organizado, es también aliado del político pro Putin, Viktor Yanukovych, rival de Yushchenko -ese hombre que se despertara envenenado un buen día con la cara hecha un Cristo.

Akhmetov,con cierto aire a Mr Burns de los Simpson
El Shakhtar es el club de los humildes y proletarios mineros ucranianos, pero gracias a Akhmetov cuenta con seis brasileños ahora mismo: Fernandinho, Jadson, Ilsinho, Luiz Adriano, William y Brandao. Que serían ocho si el Zaragoza no hubiera fichado a Matuzalem. También hay un italiano, Cristiano Lucarelli, internacional, ex, entre otros, del Valencia y el Livorno. Conocido por ser un comunista recalcitrante.

Fotomontaje de los ultras del Livorno
Lo gracioso de todo esto, en resumen, lo que nos interesa, es que el máximo logro futbolítico de la URSS pudo ser ganar la Eurocopa en 1964, pero no, España lo impidió con el famoso gol de Marcelino ante la atenta mirada del dictador en el palco. Años más tarde, un ibérico, Paolo Futre se cargaba al Dynamo. Y hace no mucho, en 1995, otro ibérico, el árbitro López Nieto denunció que los directivos del Dynamo le habían enviado prostitutas para sobornarle. Se expulsó al club de la Champions. Al igual que hizo Andrés Palop, pero deportivamente, echando al Shaktar Donetsk con un cabezazo inverosímil cuando estaba a dos minutos de alcanzar las semifinales de la Uefa. Sólo en una ocasión, Iberia no ha irrumpido letalmente en el camino de URSS, fue cuando Holanda de Rijkaard, Gullit y Van Basten les ganó la final de la Eurocopa 88. Aunque Holanda formó parte en tiempos remotos de la Corona de España.
por Álvaro González

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